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domingo, 19 de junio de 2022

Tórshavn marathon. Corriendo por las islas sin árboles

Por fin, una semana después, puedo escribir algo sobre mi experiencia en el Tórshavn Marathon, el maratón que se corre por las Islas Feroe (Føroyar), las islas de los corderos que es su traducción literal. Estas islas están a medio camino entre Escocia e Islandia, en el Atlántico Norte, por lo que su clima es húmedo y frío, pero no demasiado frío gracias a la corriente del Golfo. En invierno, la temperatura media no suele bajar de los 0ºC y la máxima no sube de los 5ºC. Y en verano, la mínima media es de 7ºC y la máxima media es de 12ºC. Es muy habitual que el cielo esté cubierto y que llueva.

El recorrido nos llevaba hasta Kaldbak.

Como su nombre indica, en las Islas Feroe hay ovejas, muchas ovejas. Unas 80.000, dicen, frente a los 50.000 habitantes que hay. Pero aquí no pasa como en el maratón de Spitsbergen, en las Islas Svalbard, donde hay más osos polares que personas y tienes que ir con un rifle fuera de la ciudad. Aquí el mayor peligro es que te ataque una pareja de aves protegiendo a su nidada en época de cría, o que te quedes helado por un chaparrón fuerte.

Las ovejas, aunque muy desperdigadas, están por todas partes.

Y, como he puesto en el título de la entrada, tampoco hay árboles, salvo algunos en Tórshavn, la capital, y algún otro pueblo, pero que se nota que no son autóctonos de aquí.

Y ya puesto a decir lo que no hay en las Feroe, pues tampoco hay cárceles. Si alguien comete algún delito, solo hay un centro de detencion provisional. Si el delito es grave, se le envía a Dinamarca. Sí, a Dinamarca, porque estas islas pertenecen al reino danés y, aunque gozan de una gran autonomía, están fuera de la Unión Europea, tienen sus propias coronas y su selección de fútbol puede participar en competiciones oficiales. También hay un movimiento independentista bastante importante.

Durante gran parte de la 2ª Guerra Mundial, estas islas estuvieron bajo el dominio del Reino Unido, cuando Alemania invadió Dinamarca.

En fin. Como veis, es un lugar muy interesante para visitar y sus paisajes hacen que sea un paraiso para los amantes de la naturaleza. Hay muchas especies de aves marinas y son fáciles de ver.

El viaje

Llegamos a las Feroe tras coger tres vuelos, el viernes al mediodía. El aterrizaje coincidió con una tarde muy ventosa y fue bastante movido. Muchos gritos entre el pasaje y me tuve que atar el cinturón de seguridad a tope para no volar del asiento en alguna ocasión. No queda otra que fiarte de la pericia del piloto y saber que si no lo ve claro no va a aterrizar.

El viernes por la tarde estuvimos visitando algunas cascadas (hay cientos por todos lados), como la de Fossa, pero llovía mucho y estaba desagradable. También fuimos hasta Tjornuvik, un pequeño pueblo costero precioso, rodeado de montañas desde la que caen decenas de cascadas.

Cascada de Fossa.

Tjornuvik.

El sábado, con mejor tiempo, ya pudimos ver más lugares.

Por la mañana salí un poco a correr por el pueblo. Fui a sacar unas fotos por una zona de rocas y enseguida me atacó una pareja de charranes que estaba allí anidando. Y al querer alejarme lo antes posible para no molestarles más, resbalé y acabé con mi zapatilla dentro del agua. Menos mal que se me secó bien para el domingo.

Luego hicimos algo de senderismo para ir a admirar el lago de Sorvágsvatn, que cuelga sobre el mar junto a unos acantilados impresionantes. El lago cae al mar con una cascada. Luego fuimos hasta Gasadalur, un entorno verde y mágico desde el que cae al mar una soberbia cascada blanca. Este pueblo es muy pequeño, con apenas 14 habitantes permanentes, y no fue hasta 2014 cuando se abrió un túnel y se hizo una carretera para llegar hasta allí.

Sorvágsvatn.





Un ostrero.





Cascada de Mulafossur en Gasadalur.

El domingo, como el maratón salía a las 13:00, no pudimos hacer mucho turismo, salvo ver un poco más la pequeña capital, Tórshavn (el puerto de Thor), en la que viven unos 15.000 habitantes. Es un pueblo con un puerto pesquero importante y con un barrio antiguo muy bonito.






Charrán anidando en el puerto.

Al que se acercaba... ¡al ataque!

Y el lunes por la mañana, antes de ir al aeropuerto, pudimos visitar el Trollkonufingur, el dedo de la mujer troll, una inmensa aguja de roca de 313 metros de altura que se alza sobre el mar en un acantilado.

Trollkonufingur.

Luego, gracias a la niebla habitual, el avión no pudo aterrizar y salimos de las Feroe con cuatro horas de retraso. Así que tuvimos que hacer noche en Edimburgo y luego tuvimos que esperar cinco horas en Ámsterdam (como tuvimos tiempo, fuimos a la ciudad a dar un paseo) y llegamos a casa con casi un día de retraso. Bueno. Eso también forma parte de la aventura de viajar a lugares así.

El maratón

El recorrido del maratón da primero una vuelta por Tórshavn y luego va por una carretera costera rodeando un fiordo hasta Kaldbak y vuelta al pueblo. Es bastante sinuoso, sobre todo el principio y el final, y se suman unos 500 metros de desnivel positivo acumulado. No es un maratón llano, ni mucho menos, pero es muy bonito. El día acompañó. Algo de fresco, unos 10-12ºC, con viento y lluvia en algún momento.

El maratón se corre por la carretera que bordea este fiordo.

Hay también carrera de 5k, de 10k y medio maratón. En total estaríamos unas 400 personas. En el maratón estaríamos unos cien inscritos y fuimos 94 finishers. El ganador masculino tardó 2:35 y la primera mujer empleó 3:22. Teníamos 6 horas para terminar la carrera y el último participante tardó 6:01.

Salimos puntualmente a las 13:00 y yo puse un ritmo cómodo, ya que no estoy para correr rápido y sabía que venían cuestas. Calculé que podía terminar en torno a las 4:30 horas.

La vuelta por el pueblo se hizo algo aburrida y ya tenía ganas de coger la carretera del fiordo y quedarnos solos los del maratón. De mientras, a ver el paisaje en la zona de costa y a regular el ritmo.

Helipuerto de Tórnshavn. Es uno de los medios de transporte entre islas para los locales. No así para los turistas, ya que no puedes comprar un billete de ida y vuelta en el día.





Paso junto a la residencia de ancianos.

Bajando hacia el fiordo.

Al separarnos ya de los del medio maratón, empezó a llover. Con el chubasquero puesto no tuve mayor problema ni pasé frío. Salí con un maillot de ciclismo de lana merino, manguitos, chubasquero y guantes y corrí bastante a gusto.

La parte de la ida y vuela por el borde del fiordo fue la más bonita. Tras unas cuestas ya bajábamos al nivel del mar y, salvo el viento, no había dificultades hasta el bonito pueblito de Kaldbak, donde había unas cuantas cuestas antes de dar la vuelta para regresar a Tórshavn.











En el final del fiordo paré a hacer alguna foto y enseguida aparecieron algunos pájaros para sobrevolarme amenazadores. Estamos en temporada de anidamiento y esto ocurre en todos los rincones de las islas.

Ya en la última parte de la carrera pasé lo mejor que pude las cuestas, en algunas caminando rápido en vez de correr, y ya afronté los últmos kilómetros con fuerza, acabando con muy buenas sensaciones. Llegué a la meta en un tiempo de 4:27, muy a gusto.


Una meta más. Otro recuerdo más.

Tras la meta, una ensalada de patata, una cerveza y a ducharme. Un buen maratón, mi maratón número 34, en un lugar espectacular.



La medalla con la imagen del último día en el aeropuerto, esperando a un avión que no llegaba.

Datos

Puesto 55º de 94. En mi categoría, el 19º de 26.

Los kilómetros más rápidos fueron los dos últimos.

Ritmo medio: 6:11 min/km

Potencia media: 196 w

Pulso medio: 127 ppm


Garmin: