¿Te apetece seguirle?
Km 9
Mientras corro por el kilómetro 9 por esta
zona de Brooklyn, más o menos en la esquina de la 4ª Avenida con la 30, pienso
en lo diferente que es Nueva York según en qué parte de la ciudad estés. Al
contrario que en la mayor parte de Manhattan, donde te cuesta ver el cielo por
la cantidad de edificios altos que te rodean casi todo el rato, aquí los que
nos rodean son prácticamente edificios bajos en calles anchas. Pero, pese a
esta diversidad urbanística, no puedes sustraerte a la idea de que estás en
esta gran ciudad.
Nueva York es mucho más que unos rascacielos
impresionantes. Nueva York es una forma de ser, una forma de vivir. Y da lo
mismo que solo seas un turista pasando unos pocos días en la ciudad, pues
enseguida te das cuenta de que Nueva York es diferente a cualquier gran ciudad
que conozcas y no puedes evitar sentir que esta ciudad es otra cosa, que esta
ciudad tiene algo que la distingue del resto de grandes ciudades, que esta
ciudad hace que la sientas como parte de ti una vez que la conoces.
Y todos los corredores que venimos a correr
el Maratón de Nueva York sabemos que ya estamos ligados a la Gran Manzana para
siempre, que a partir de ahora ésta será nuestra ciudad, nuestra casa, que a
partir de ahora seremos un poco neoyorquinos, y todo lo que le pase a esta
ciudad nos afectará como si nos ocurriera a nosotros. No podemos evitarlo. Como
no podemos evitar sentirnos otra persona una vez que inicias la aventura de
correr un maratón.
Km 10
El kilómetro 10 de un maratón es un momento
importante en la carrera. Se puede decir que ya has terminado la primera parte
de adaptación a la distancia, tu cuerpo ya está trabajando a pleno rendimiento
y eres capaz de ver cómo estás respondiendo a los kilómetros y puedes ya
adivinar cómo va a transcurrir el día.
Por supuesto, es demasiado pronto para tener
problemas, y si los tienes debes evitar pensar mucho en ellos, porque
probablemente solo sean producto de la tensión y de la ansiedad de enfrentarse
a un maratón. Además, mi experiencia me dice que esos problemas que puedes
tener en estos primeros kilómetros no son los que te van a poner en aprieto más
tarde. Por ahora solo son pequeñas tensiones musculares debidas al propio
nerviosismo de la carrera y al temor que todo corredor tiene a que un dolor le
obligue a abandonar. Pero esos dolores de verdad no suelen aparecer tan pronto
en un maratón, no. Los problemas serios, los dolores de verdad empiezan cuando
ya te vas acercando al kilómetro 30, cuando empieza realmente un maratón.
Aquí, en Nueva York, el kilómetro 10 está en
la esquina de la 4ª Avenida con la 19, más o menos a la mitad de esta larga
recta que es la 4ª Avenida, en pleno Brooklyn.
Km 11
(…) solo llevo
once kilómetros recorridos. Ahora solo debo pensar en correr, en avanzar por
esta larga Cuarta Avenida a lo largo de Brooklyn, en retener los ánimos del
público y en gozar de esta carrera tan mágica. Durante unas horas tal vez pueda
olvidar lo que me espera y disfrutar como nunca antes he disfrutado corriendo.
Al fondo se ve el altivo edificio
Williamsburg Bank, con su torre con cuatro relojes en las cuatro direcciones,
que nos señala como un faro el punto de giro al final de la Cuarta Avenida en
la Hanson Place para entrar durante un pequeño tramo por la Avenida Flatbush
antes de coger la Avenida Lafayette. Es uno de los edificios icónicos de esta
parte de Brooklyn y se terminó de construir en 1929, el famoso año del crack de
la Bolsa de Nueva York.
Corro, pues, hacia él, hasta el final
de esta recta, una más de las muchas largas rectas que se reparten a lo largo
del maratón. Las rectas son malas compañeras para los corredores. Sí, en teoría
son cómodas para correr y seguras para los tobillos y las rodillas, que no
sufren como lo hace en los giros bruscos y en los cambios de ritmo. Sin embargo
son letales para la moral del corredor, ya que nos hacen tener la incómoda
sensación de que no avanzamos, de que estamos en un bucle interminable en el
que nuestros pasos tan solo hacen girar una gigantesca cinta de correr que hay
bajo el asfalto, como cuando corres en el gimnasio. Y cualquiera que corra sabe
que la moral es muy importante, sobre todo en un maratón.
Por eso, en estas rectas escojo no
mirar mucho hacia delante, sino mirar a la gente, al público, a los edificios,
a los demás corredores. Hay que procurar cerrar la entrada a los malos
pensamientos, a las malas sensaciones. Cualquier maniobra de distracción es
válida para lograr el objetivo de correr y disfrutar corriendo.
Sí. Sabes que si lo logras todo
parecerá terminar mucho antes.
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