Una nueva foto en una nueva meta. Siempre un momento de felicidad.
Casualmente, una vez decidido que lo iba a correr, me di cuenta de que este año era la 40ª edición de la carrera. En 2015 corrí la 40ª edición del Marine Corps Marathon, en Washington, en 2016 participé en la 40ª edición del Maratón de París, y en 2017 he corrido la 40ª edición de Madrid. Casualidad. Y para seguir la racha miré a ver qué maratones cumplían 40 años próximamente y he visto que en 2018 será Barcelona. Así que, allí estaré para mi tercera participación en la ciudad condal. Seguiré buscando, je, je.
Como os he dicho, mi objetivo en Madrid solo era completar un maratón más y acumular un buen entreno de fondo progresivo con cuestas. Nada de ir a hacer marca. Primero, porque en Madrid es muy difícil por el perfil, y segundo porque de aquí al 1 de julio tengo otros objetivos, como el Beer Lover’s Marathon en Lieja (Bélgica) el 4 de junio, y no quiero llegar muy cansado a Suiza.
El fin de semana en Madrid
A Madrid hemos ido una gran representación de los Beer Runners de Bilbao, la mayoría han ido al Medio Maratón y dos hemos ido al Maratón. La pena es que como hemos ido un poco desperdigados nos hemos visto poco. Habíamos quedado antes de la carrera para hacer una foto conjunta con los Beer Runners España, pero por la hora, y por el lío de dejar las cosas en el Guardarropa y tal, al final algunos no llegamos a la cita. Además, yo me despisté de mi grupo y en el cajón de salida nº 6 no me encontré con nadie, así que corrí solo toda la carrera. Un fastidio, porque varios compañeros iban a hacer el Medio Maratón a un ritmo adecuado para mí y hubiese tenido compañía hasta el km 14, donde se separan ambas carreras. Lástima.
De todas formas lo hemos pasado bien (algunos muy bien, a juzgar por los vídeos que han puesto en el Facebook del grupo, ja, ja, ja). Y enhorabuena a todos, ya que cumplieron sus diferentes objetivos. Solo Andoni, que hizo el Maratón, terminó un poco disgustado por no hacer la marca prevista. No pasa nada Andoni, estuviste cerca y tal vez Madrid no era el maratón adecuado para la marca que querías. A por la siguiente.
El sábado por la mañana yo había quedado para correr un poco por El Retiro con algunos maratonianos a los que solo conocía por Instagram de compartir fotos y comentarios. Allí desvirtualicé a Lisbeth (maratoniana73, gran lectora de mis novelas) y a Agustín (bobal7355) entre otros. Un placer ponernos cara real y trotar un rato juntos. Disfruté mucho.
Luego fui a la Feria a por el dorsal y allí comimos en la Pasta Party. La pena es que no coincidí con Chema Martínez en el stand de Adidas. Me hacía ilusión verle otra vez después del día que vino a correr a Bilbao. Por la tarde me dediqué a descansar antes de ir a cenar y dejar todo preparado para el domingo.
La carrera
A pesar de que fuimos temprano, entre una cosa y otra al final, como he dicho, se nos hizo tarde y no llegamos a la foto. Según íbamos para el guardarropa me encontré con uno de mis escritores favoritos, Pío Baroja, y me saqué una foto con él.
Ya en el cajón, sin amigos alrededor (salvo otro conocido de Instagram, Manu, a_mis_40_y), esperé a la salida y tardé casi 15 minutos en empezar a correr desde la hora oficial.
Mi plan era sencillo: no cansarme y correr a pulsaciones sin superar mi umbral hasta casi el final. Una tirada larga progresiva, más larga de lo normal. Además, los primeros kilómetros son en subida y si te empeñas en seguir un ritmo preestablecido puedes ir gastando más de la cuenta para un maratón. Paciencia.
Se veía que iba a hacer calorcito, aunque eso a mí no me preocupa demasiado. Lo que sí me preocupaba era una sobrecarga con la que llevo desde hace unos días que me coge el piramidal derecho y me produce una tensión en el muslo y en el gemelo. Procuré estirar en la salida y salí mentalizado a beber bastante para evitar calambres por deshidratación.
Pero no sé si por los nervios o qué, el caso es que el primer pinchazo en el gemelo me vino en el km 2, y aún no había tenido tiempo ni de empezar a deshidratarme. Por suerte fue un tirón pasajero y pude seguir corriendo. Pero mala señal.
Ya para el km 4 empecé a sentir sed, así que esperaba con ansia el avituallamiento del km 5. Y aquí me encontré con un fallo de la organización (tal vez el único reseñable, por otro lado). Mientras corría en busca de agua, apareció la primera mesa del avituallamiento, por lo menos del lado derecho de la calzada, y en ella no quedaban botellas, salvo unas pocas en una caja en el suelo. Miré hacia delante, para seguir corriendo hasta la siguiente mesa y comprobé, contrariado, que no había más mesas. Así que di la vuelta a la mesa, por la acera, como otros corredores, y tomé una de las últimas botellas que quedaban. La gente comentaba el hecho insólito de que no quedara agua. Poco después comprobamos con alivio que había más mesas con agua, pero las habían colocado tan distantes que entre el pelotón de corredores no se veían desde donde estaba la primera mesa.
Bueno. Un contratiempo solventado. De eso tratan los maratones, de ir solventando los problemas y aceptándolos a medida que se presentan, como en la vida normal. Hay que salir mentalizado de que te puede pasar cualquier cosa para no bloquearte mentalmente.
Seguimos subiendo hasta que ya por fin el recorrido empieza a ser más llevadero. Ahora empezaba mi juego mental de ir buscando el final de cada etapa de 5 km. Una vez paso el km 5, busco el km 10, etc. Además, al hacer calor y como nos daban el agua en botellas, iba bebiendo poco a poco cada botella, de forma que cuando ya la terminaba estaba a mitad de cada etapa de 5 km y así se pasan más rápido.
A partir del km 10, además del juego de las etapas, empezaba también mi juego de los geles y glucosa. Tengo comprobado que el mejor método de no tener un bajón en el rendimiento a partir del km 30 (el famoso muro) es empezar a meter gasolina desde el km 10. Y así, yo voy alternando un gel o dos pastillas de Glucosport cada 5 km empezando en el 10. Muchas veces incluso no me hace falta tomar nada a partir del km 35 porque voy bien.
Iban pasando los km lentamente entre comer, beber, desbeber de tanto beber (paré cuatro veces a hacer un pis) y refrescarme. En el km 13,5 nos separábamos del recorrido del Medio Maratón entre aplausos y ánimos de los participantes del Medio para los que seguíamos al Maratón (muchas gracias, compañeros).
Parecía que el gemelo me aguantaba. Pero en el km 14, un nuevo pinchazo, esta vez más fuerte, me obligó a parar a estirar un poco. Seguí corriendo y más o menos en el km 18 otra vez un fuerte pinchazo. Nuevo estiramiento para intentar solventar el problema, pero ya me empezaba a rondar por la cabeza que si la cosa seguía así, mal lo iba a tener para terminar el maratón.
Aquí, por cierto, vi también que los avituallamientos no coincidían exactamente cada 5 km, que es lo habitual, sino que algunos me coincidieron en el km 16 o 21. Para mi juego mental casi que me venía bien, pues yo ya iba con el gel preparado para tomarlo con el agua, y como el avituallamiento estaba un km más lejos de lo que yo pensaba, para cuando cogía el agua y me bebía la botella, ya estaba casi a la mitad o más de mis micro etapas de 5 km y así se me pasaban más rápido.
Bueno, pues ahí seguía yo, corriendo a un ritmo tranquilo y uniforme y casi esperando al siguiente pinchazo en el gemelo.
No sé si será habitual en corredores de larga distancia, pero a mí me pasa muchas veces que cuantos más kilómetros llevo, mejor me encuentro. Hay semanas en las que entreno muchos más kilómetros que los habituales y cuando voy a mi masajista resulta que tengo las piernas mejor que otras semanas que he descansado.
Pues bien. No sé si sería por eso, pero el caso es que el pinchazo fuerte del km 18 fue el último que tuve. Hacia el km 35 sí que noté un dolor cerca del tobillo que llevo tiempo sintiendo de vez en cuando, pero ya no tuve apenas molestias en las piernas, ni siquiera en la última parte del maratón, que pica mucho para arriba.
Pasé el medio maratón en un tiempo lento de 2:03:38 y seguí pasando los km con mis juegos mentales. La cosa marchaba más o menos bien. De sensaciones iba muy cómodo, y salvo la espada de Damocles del gemelo, todo marchaba según lo previsto.
En el km 30 ya empecé a prepararme para la larga subida que se inicia más o menos en el km 32 hasta el km 41. Y tal vez por ir mentalizado a encontrarme con esos kilómetros finales duros, no se me hicieron nada duros. De hecho, mirando los parciales de cada tramo de 5 km, resulta que mis parciales más rápidos fueron del 5 al 10, que son en bajada, y del 35 al 40 que son en subida. Hice un final muy bueno pasando a mucha gente. Se notaba que el calor hizo estragos en mucha gente. Para mí, la verdad, no hizo tanto calor. Recuerdo haber corrido los maratones de Vitoria y de Laredo en 2015 con mucho más calor, más de 30 grados y mucha humedad en Laredo. En Madrid hizo calorcito, pero para mí la temperatura fue buena (será que soy del sur de Bilbao).
En el km 37 algunos de mis compis Beer Runners me animaron, y en el km 38 estaba mi mujer esperándome. Me paré a darle un beso y seguí hacia la meta con la sensación de correr a gusto y sabiendo que ya iba a terminar en más o menos el tiempo que tenía previsto de poco más de 4 horas.
Final de la cuesta y entrada al Parque del Retiro. Entrenamiento progresivo (pulso controlado hasta el km 30 y luego ya subiéndolo poco a poco) y con cuestas superado con nota y mi 17º maratón completado. Muy satisfecho.
Ahora a recuperar lo más posible ese gemelo y el piramidal para correr a gusto en dos semanas la Wings for life Run de Valencia, y el maratón de Lieja, y llegar así a tope a Zermatt.
Mis datos
Aquí tenéis mis datos por parciales. Como se ve, bastante regular, incluso acabado más rápido que el principio. Segundo medio Maratón 1:48 minutos más rápido que el primer medio, pese a que la segunda parte es más dura por terminar cuesta arriba.
A pesar de que fuimos temprano, entre una cosa y otra al final, como he dicho, se nos hizo tarde y no llegamos a la foto. Según íbamos para el guardarropa me encontré con uno de mis escritores favoritos, Pío Baroja, y me saqué una foto con él.
Ya en el cajón, sin amigos alrededor (salvo otro conocido de Instagram, Manu, a_mis_40_y), esperé a la salida y tardé casi 15 minutos en empezar a correr desde la hora oficial.
Mi plan era sencillo: no cansarme y correr a pulsaciones sin superar mi umbral hasta casi el final. Una tirada larga progresiva, más larga de lo normal. Además, los primeros kilómetros son en subida y si te empeñas en seguir un ritmo preestablecido puedes ir gastando más de la cuenta para un maratón. Paciencia.
Se veía que iba a hacer calorcito, aunque eso a mí no me preocupa demasiado. Lo que sí me preocupaba era una sobrecarga con la que llevo desde hace unos días que me coge el piramidal derecho y me produce una tensión en el muslo y en el gemelo. Procuré estirar en la salida y salí mentalizado a beber bastante para evitar calambres por deshidratación.
Pero no sé si por los nervios o qué, el caso es que el primer pinchazo en el gemelo me vino en el km 2, y aún no había tenido tiempo ni de empezar a deshidratarme. Por suerte fue un tirón pasajero y pude seguir corriendo. Pero mala señal.
Ya para el km 4 empecé a sentir sed, así que esperaba con ansia el avituallamiento del km 5. Y aquí me encontré con un fallo de la organización (tal vez el único reseñable, por otro lado). Mientras corría en busca de agua, apareció la primera mesa del avituallamiento, por lo menos del lado derecho de la calzada, y en ella no quedaban botellas, salvo unas pocas en una caja en el suelo. Miré hacia delante, para seguir corriendo hasta la siguiente mesa y comprobé, contrariado, que no había más mesas. Así que di la vuelta a la mesa, por la acera, como otros corredores, y tomé una de las últimas botellas que quedaban. La gente comentaba el hecho insólito de que no quedara agua. Poco después comprobamos con alivio que había más mesas con agua, pero las habían colocado tan distantes que entre el pelotón de corredores no se veían desde donde estaba la primera mesa.
Bueno. Un contratiempo solventado. De eso tratan los maratones, de ir solventando los problemas y aceptándolos a medida que se presentan, como en la vida normal. Hay que salir mentalizado de que te puede pasar cualquier cosa para no bloquearte mentalmente.
Seguimos subiendo hasta que ya por fin el recorrido empieza a ser más llevadero. Ahora empezaba mi juego mental de ir buscando el final de cada etapa de 5 km. Una vez paso el km 5, busco el km 10, etc. Además, al hacer calor y como nos daban el agua en botellas, iba bebiendo poco a poco cada botella, de forma que cuando ya la terminaba estaba a mitad de cada etapa de 5 km y así se pasan más rápido.
A partir del km 10, además del juego de las etapas, empezaba también mi juego de los geles y glucosa. Tengo comprobado que el mejor método de no tener un bajón en el rendimiento a partir del km 30 (el famoso muro) es empezar a meter gasolina desde el km 10. Y así, yo voy alternando un gel o dos pastillas de Glucosport cada 5 km empezando en el 10. Muchas veces incluso no me hace falta tomar nada a partir del km 35 porque voy bien.
Iban pasando los km lentamente entre comer, beber, desbeber de tanto beber (paré cuatro veces a hacer un pis) y refrescarme. En el km 13,5 nos separábamos del recorrido del Medio Maratón entre aplausos y ánimos de los participantes del Medio para los que seguíamos al Maratón (muchas gracias, compañeros).
Parecía que el gemelo me aguantaba. Pero en el km 14, un nuevo pinchazo, esta vez más fuerte, me obligó a parar a estirar un poco. Seguí corriendo y más o menos en el km 18 otra vez un fuerte pinchazo. Nuevo estiramiento para intentar solventar el problema, pero ya me empezaba a rondar por la cabeza que si la cosa seguía así, mal lo iba a tener para terminar el maratón.
Aquí, por cierto, vi también que los avituallamientos no coincidían exactamente cada 5 km, que es lo habitual, sino que algunos me coincidieron en el km 16 o 21. Para mi juego mental casi que me venía bien, pues yo ya iba con el gel preparado para tomarlo con el agua, y como el avituallamiento estaba un km más lejos de lo que yo pensaba, para cuando cogía el agua y me bebía la botella, ya estaba casi a la mitad o más de mis micro etapas de 5 km y así se me pasaban más rápido.
Bueno, pues ahí seguía yo, corriendo a un ritmo tranquilo y uniforme y casi esperando al siguiente pinchazo en el gemelo.
No sé si será habitual en corredores de larga distancia, pero a mí me pasa muchas veces que cuantos más kilómetros llevo, mejor me encuentro. Hay semanas en las que entreno muchos más kilómetros que los habituales y cuando voy a mi masajista resulta que tengo las piernas mejor que otras semanas que he descansado.
Pues bien. No sé si sería por eso, pero el caso es que el pinchazo fuerte del km 18 fue el último que tuve. Hacia el km 35 sí que noté un dolor cerca del tobillo que llevo tiempo sintiendo de vez en cuando, pero ya no tuve apenas molestias en las piernas, ni siquiera en la última parte del maratón, que pica mucho para arriba.
Pasé el medio maratón en un tiempo lento de 2:03:38 y seguí pasando los km con mis juegos mentales. La cosa marchaba más o menos bien. De sensaciones iba muy cómodo, y salvo la espada de Damocles del gemelo, todo marchaba según lo previsto.
En el km 30 ya empecé a prepararme para la larga subida que se inicia más o menos en el km 32 hasta el km 41. Y tal vez por ir mentalizado a encontrarme con esos kilómetros finales duros, no se me hicieron nada duros. De hecho, mirando los parciales de cada tramo de 5 km, resulta que mis parciales más rápidos fueron del 5 al 10, que son en bajada, y del 35 al 40 que son en subida. Hice un final muy bueno pasando a mucha gente. Se notaba que el calor hizo estragos en mucha gente. Para mí, la verdad, no hizo tanto calor. Recuerdo haber corrido los maratones de Vitoria y de Laredo en 2015 con mucho más calor, más de 30 grados y mucha humedad en Laredo. En Madrid hizo calorcito, pero para mí la temperatura fue buena (será que soy del sur de Bilbao).
En el km 37 algunos de mis compis Beer Runners me animaron, y en el km 38 estaba mi mujer esperándome. Me paré a darle un beso y seguí hacia la meta con la sensación de correr a gusto y sabiendo que ya iba a terminar en más o menos el tiempo que tenía previsto de poco más de 4 horas.
Final de la cuesta y entrada al Parque del Retiro. Entrenamiento progresivo (pulso controlado hasta el km 30 y luego ya subiéndolo poco a poco) y con cuestas superado con nota y mi 17º maratón completado. Muy satisfecho.
Ahora a recuperar lo más posible ese gemelo y el piramidal para correr a gusto en dos semanas la Wings for life Run de Valencia, y el maratón de Lieja, y llegar así a tope a Zermatt.
Mis datos
Aquí tenéis mis datos por parciales. Como se ve, bastante regular, incluso acabado más rápido que el principio. Segundo medio Maratón 1:48 minutos más rápido que el primer medio, pese a que la segunda parte es más dura por terminar cuesta arriba.
Parciales bastante regulares.
Pulso en progresión muy controlado.
Como veis, adelanté a muchos corredores durante la carrera. El puesto que sale aquí es solo de la categoría Hombres.
Organización
Salvo el fallo comentado del primer avituallamiento, la organización me pareció buena. No es un maratón para correr fuerte, por el recorrido duro y porque había muchos embudos, incluso ya cerca del final.
El ambiente ha sido bueno, aunque se concentraba mucho en algunos puntos del recorrido, como en Sol, pero había muchos sitios algo tristones. Y para ser un Rock&Roll Marathon, eché en falta más música. Recuerdo que en NY casi dejabas de oír un grupo cuando ya estabas empezando a oír al siguiente.
¡Ah! Y a ver si el ayuntamiento arregla los baches de las calles, que si te despistabas te podías hacer un esguince fácilmente.