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miércoles, 3 de mayo de 2017

Nuevo libro en mente, esta vez sobre mi experiencia como maratoniano

Tras mis dos últimas novelas que he publicado ("42,2 Muerte en Central Park" y "El polizón del buque fantasma") estoy trabajando en otra novela, pero a largo plazo.
De mientras me he decidido a escribir un libro sobre mi experiencia como maratoniano. Tengo un título en mente, pero aún no es definitivo así que no os lo digo por ahora.
Lo que sí tengo es más o menos decidido el índice de contenidos, en los que que habrá material que he ido publicando en este blog y material que escribiré exclusivamente para el libro. Por supuesto podréis leer las crónicas de mis 17 maratones (y de los que haga de aquí a que termine el libro).
Os pongo aquí el índice de contenidos y el primer borrador del prólogo en el que explico cómo empecé a correr maratones y por qué.
Espero que os interese.
Llegando a meta en mi primer maratón: Barcelona'96.

ÍNDICE DEL LIBRO:

Prólogo: ¿Por qué correr un maratón?
¿Y por qué el maratón mide 42,195?
Elegir tu primer maratón.
Encontrar la motivación para seguir.
Cómo preparar un maratón.
Cómo correr un maratón.
Cómo no pensar en un maratón (mientras corres un maratón).
Consejos: para la carrera, para el viaje, para entrenar...
Cómo gestionar la ansiedad previa al maratón
La importancia de la cadencia en la técnica de carrera.
¿Cuán larga debe ser la tirada larga?
Ser realistas con nuestras posibilidades.
Correr rápido o coleccionar maratones.
El punto de vista del médico deportivo.
Relación entre el test 2x6k y la prueba de esfuerzo.
El pulso como indicativo de la recuperación.
Envejecer corriendo.
Viajar y correr.
Viajar solo o con agencia.
Correr varios maratones seguidos.
Casualidades
Las redes sociales: conocer gente.
Grupos para correr: los Beer runners.
¿Por qué mi GPS me marca más distancia en cada Maratón que corro?
Maratón y ciclismo. ¿Qué es más duro?
Correr por un motivo: ayudar.
Darle la vuelta a los problemas. La experiencia de la anulación de NY’12.
Qué maratones me gustaría correr
Todo no suma.
Chi va piano va sano e va lontano
Mi blog.
Gente que me inspira
Libros que inspiran
Literatura para maratonianos.
Correr con cuestas, con frío, con calor, de noche,
Correr despacio para correr más rápido.
Barcelona’96.
San Sebastián’97.
Bilbao’00.
San Sebastián’12.
NY’13.
San Sebastián’13.
Rotterdam’14.
Sevilla’15.
Barcelona’15.
Burdeos’15.
Vitoria’15.
Laredo’15.
Washington’15.
París’16.
Berlín’16.
San Sebastián 2016.
Madrid’17.
Otras carreras: Zermatt, WFL, trails, medios maratones,...
El Tourmalet corriendo.
La Wings for Life World Run
II Subida a los Lagos de Covadonga (corriendo)
Gorbea Beat the Sun, o cómo los sueños dan dolor de piernas.
¿Solo dos maratones al año? ¿Por qué?
Mi objetivo para los siguientes 20 años.


Prólogo: ¿Por qué correr un maratón?

¿Por qué correr un maratón? Tal vez si respondo a la pregunta de por qué corrí mi primer maratón esté respondiendo a la pregunta de por qué hacerlo.
¿Qué me llevó a correr por primera vez la distancia de 42,195 km? No tengo ni idea. Fue una decisión de éstas que te van rondando en la cabeza hasta que toman forma concreta y decides llevarla a la práctica. En realidad nunca sabré cuándo empezó a rondarme esa idea, solo sé que cada vez pensaba más y más en ella y un día decidí que debía correr un maratón.
¿Cuándo me pasó esto? Pues no sé. Ya desde que estaba en edad escolar me gustaba correr. El fútbol se me daba fatal, y en nuestro entorno si eres un crío que juega mal al fútbol no eres popular. Tal vez de ahí venga mi animadversión por el fútbol. De ahí y de que me resulta tremendamente aburrido. Creo que he visto muy pocos partidos de fútbol que hayan logrado mantener mi interés los 90 minutos. Si además le sumas a esto el hecho de que el fútbol es el deporte donde más violencia se da en su entorno, incluso en las categorías escolares, pues, la verdad, no le tengo mucho cariño.
Así que, allí estaba yo, marginado en los recreos cuando se formaban partidos de fútbol. El baloncesto y otros deportes de equipo tampoco me atraían demasiado. Pero de vez en cuando algunos como yo nos juntábamos y corríamos dando vueltas a la Plaza Elíptica en el centro de Bilbao (que era nuestra pista de atletismo), y más tarde dando vueltas a la ikastola Lauro durante el recreo. A mí desde siempre me gustaban los documentales, sobre todo los de Félix Rodríguez de la Fuente de “El hombre y la Tierra”. Y me gustaba cuando contaba con su inolvidable voz cómo cazaban los lobos a sus presas, acosándolas y persiguiéndolas hasta que la mayor resistencia de los lobos las agotaban. Entonces yo no había oído nada acerca de la “caza por persistencia”. De esto he sabido no hace mucho tras leer el famoso libro “Nacidos para correr”, de Christopher MacDougall. Pero, sin saber nada de eso, a mí me gustaba imaginarme que yo era un lobo corriendo infatigable tras mis presas por el monte.
Pero estoy seguro de que ni aún entonces yo pensaba que alguna vez me iba a gustar correr maratones. Seguramente no oía hablar mucho de maratones en aquello años de finales de los 60 y principios de los 70. Sí que oía hablar de Mariano Haro, un gran fondista palentino. Pero más que nada porque mi abuela materna era de Palencia.
Cuando ya entré en la adolescencia, y tal vez porque en Euskadi el ciclismo siempre ha sido un deporte popular, me aficioné mucho a montar en bicicleta. El primer póster que recuerdo tener colgado en mi habitación era uno de Eddy Merckx, el mejor ciclista de la historia. Con 15 o 16 años, no recuerdo bien, me compraron mi primera bicicleta “de carreras”, porque mis amigos con los que pasaba el verano en Lekeitio (que eran algunos de mis antiguos compañeros de la ikastola) solían salir en bici bastante. Y como en Lekeitio se captaba la señal de la televisión francesa, en julio solíamos ver las etapas del Tour y luego recorríamos las carreteras de la zona jugando a ser Eddy Merckx, Bernard Hinault, Joop Zoetemelk, Luis Ocaña y otros héroes de la ruta. Curiosamente, de todos aquellos amigos con los que me inicié en la bicicleta yo he sido el único que ha seguido practicando ciclismo toda la vida.
Así que, en aquellos años entre los 15 y los 18, yo corría en el colegio (BUP y COU ya no seguí en la ikastola Lauro) durante el invierno, y montaba en bici durante el verano. No hacía competición, pero en ese tiempo fui formando mi cuerpo como corredor de fondo, que es lo único en lo que destaco un poco.
Después, el ciclismo empezó a ser una verdadera pasión para mí, y desde que terminé el Colegio ya empecé a salir en bici casi todos los fines de semana desde la primavera hasta el otoño, primero con la Sociedad Deportiva Indautxu y luego desde 1985 con la Sociedad Ciclista Bilbaina, mi club, del que fui presidente unos años.
¿Y cuándo corría? Pues en los meses de invierno, donde descansaba de la bici y hacía otros deportes que me gustaban, sobre todo ir al monte y correr. Corría algunas carreras cortas de la zona, y alguna vez la Behobia - San Sebastián, que para mí ya era larga por aquel entonces.
Pero aún no pensaba en correr maratones. Mis ansias de realizar grandes gestas deportivas estaban centradas en la bicicleta, sobre todo cuando ya en los 90 empecé a participar en grandes pruebas ciclistas en los Pirineos franceses subiendo los mismos puertos de montaña que tantas veces había visto por la tele y en las revistas.
Sin embargo, en algún lugar de mi cerebro tenía un maratoniano dentro, y creo que se despertó con las grandes gestas de atletas vascos, sobre todo con las de Diego García y Martín Fiz. Sus éxitos en los maratones despertaron a mi maratoniano interior y a mediados de los 90 ya empecé a pensar en alto que alguna vez me gustaría correr un maratón. Y creo que ya entonces empecé a soñar con correr un día el Maratón de Nueva York (sueño que hice realidad en 2013, tras una aventura en el 2012 que explico en otro capítulo).
Y así, de forma natural, un día le comenté a Joseba Barrón, mi compañero de la S.C. Bilbaina en muchas correrías por los Pirineos y que además es médico deportivo, que quería prepararme para correr un maratón. La idea era elegir uno que fuera a primeros de primavera, para entrenar en invierno, y luego enlazar con la temporada ciclista.
En el club teníamos también a un gran deportista que hacía duatlones y corría maratones. La verdad es que no recuerdo su nombre. Hablando con él en alguna excursión cicloturista me recomendó que para debutar en maratón eligiera un maratón con mucha gente y con mucho público para ayudarme a no venirme abajo en los momentos duros. Así que elegí debutar en Barcelona en 1996, en el que sería el último año que el Maratón de Barcelona hiciera el recorrido del maratón olímpico de 1992, con la terrible subida final a Montjuïc.
Me puse en manos de Joseba y me preparó un plan de entrenamientos. Lo primero que me preguntó es qué marca pensaba hacer. Yo no tenía ni idea. Más o menos, con los ritmos a los que corría entonces pensaba que podría poner como objetivo las 3:30 horas, a una media de 5 minutos el kilómetro.
Como necesitaba una referencia, Joseba me mandó correr una prueba de 10.000 metros para, de ahí, deducir una posible marca objetivo. No había ninguna carrera de 10 km en las siguientes semanas cerca de Bilbao, así que un día bajé al parque de Doña Casilda con la bici, que tenía un cuenta kilómetros de los de entonces, y un espray de pintura roja. Tomé un punto de referencia y fui marcando el perímetro del parque cada 100 metros. Luego, al día siguiente, y sabiendo cuántas vueltas tenía que dar para completar los 10 km, fui al parque y corrí lo más rápido que pude. Creo recordar que tenía que dar 9 vueltas y un poco, porque cada vuelta era de poco más de 1.100 metros. No recuerdo lo que tardé pero creo que dimos por bueno el objetivo de 3:30 horas.
Y así empezó mi periplo maratoniano. Tenéis la historia de cómo me fue en Barcelona en el capítulo correspondiente.
Al año siguiente también decidí que iba a correr otro maratón, pues la experiencia de Barcelona me marcó y a pesar de que me resultó una carrera durísima, según pasaba la meta ya tenía ganas de vivir otra vez ese momento mágico que supone siempre terminar un maratón.
En 1997 cambié el plan y me apunté al Maratón de San Sebastián. Al ser en noviembre podía centrarme en la bicicleta hasta julio, para las grandes citas, y luego ya empecé a entrenar para el maratón. El objetivo volvía a ser hacer un tiempo de 3:30 horas, y esta vez me quedé cerca.
Los siguientes años entre la bici y el hecho de ser padre, apenas pensé en el maratón. Pero en el año 2000, unos problemas personales de los que no me gusta hablar, me hicieron salir menos en bici y enfoqué mi motivación en completar el antiguo Maratón de Bilbao, que se celebraba en mayo. La verdad es que el tener en mente el maratón me ayudó con mis problemas y me salvó en los momentos complicados. Lo mismo me ocurrió muchas otras veces en los siguientes años al tener diferentes objetivos deportivos.
Así que el año 2000 corrí mi tercer maratón en Bilbao, en casa. No lo pude entrenar mucho, así que me lo tomé con calma.
Después, poco a poco retomé con brío la bicicleta, y aunque corría algunas carreras y algún medio maratón no fue hasta el año 2011 en el que decidí correr maratones de nuevo. Y ahí surgió como gran motivación la elección de “debutar” de nuevo en la distancia reina en Nueva York en 2012.
En 2012 no pudo ser pero sí que fue otra vez San Sebastián. En 2013 por fin corrí en Nueva York y unas semanas después también en San Sebastián. Luego en 2014 fue Rotterdam el elegido.
El año 2014 coincidió también con mi último año como ciclista de fondo, ya que unos problemas en la columna por una espondilitis me empezaron a resultar demasiado molestos en las salidas largas en bicicleta, con lo que ese año pasé de ser un ciclista que de vez en cuando corría maratones, a un maratoniano que de vez en cuando sale en bici.
Y así empezó todo. Y seguimos.

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