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lunes, 26 de noviembre de 2018

Maratón de San Sebastián. Bodas de plata en la distancia reina

Como había hecho en 2013, tres semanas después de correr en Nueva York, el domingo pasado volvía a tener una cita con la distancia mágica del maratón. Esta vez la cita iba a ser especial, porque San Sebastián’18 suponía mi vigésimo quinto maratón y quería terminar la carrera con un buen sabor de boca para la ocasión. No sabía cómo me iba a encontrar, pues la semana siguiente a regresar de la gran manzana me encontré muy cansado, mucho más que en las otras ocasiones que he viajado a EE.UU. a una carrera.
Una celebración especial en la meta de San Sebastián'18.

Como resumen del entrenamiento desde Nueva York, diré que la primera semana fue casi de descanso total, en la segunda empecé a sentirme mejor y ya pude meter algunos entrenamientos más intensos y la tercera semana fue de medio descanso para llegar lo mejor posible al maratón.
Para evitar, en la medida de lo posible, el bajón que había tenido en Nueva York, los días previos a San Sebastián descansé mucho y comí bien para llegar con los depósitos de glucógeno lo más cargados posible. Y para no tener que madrugar demasiado el día de la carrera para ir desde Bilbao a San Sebastián, reservé una habitación en un hotel cercano a la salida. El sábado cené bien y me fui pronto a la cama dejando todo preparado. Ok. Por lo menos hasta la hora de la salida de la carrera hice todo bien. A partir de ahí, ya vería lo que pasaba.
El domingo al despertarme llovía a cántaros en San Sebastián. El pronóstico decía que el día iba a ir mejorando, pero con riesgo de lluvia toda la mañana. Desayuné y me preparé. De mientras, dejó de llover, para nuestra alegría. Por si acaso, salí con un chubasquero y guantes, y debajo de la camiseta me puse otra camiseta térmica para no quedarme frío si llovía más.
Por fin, a las nueve dieron la salida. Yo salí unos minutos después en el cajón de los que esperábamos terminar entre 3:45 y 4:00 horas. Tras el cansancio con el que vine de Nueva York no esperaba casi ni completar la carrera, pero al haberme encontrado mejor en los últimos días, pensé que podía terminar en San Sebastián algo por encima de 3:50 horas.
Con el nuevo recorrido, en los primeros dos kilómetros hay dos pequeños repechos, nada importante pero pensé que al inicio de la segunda vuelta igual hacían un poco de daño si el cansancio empezaba a notarse. Pero, por ahora, mi única preocupación era mantenerme más o menos en la horquilla de vatios y pulsaciones que había decidido que podría mantener todo el maratón, en torno a los 210 w y las 140-145 pulsaciones. Con estos parámetros estaba corriendo algo por debajo de 5:30 min/km, lo que me supondría llegar a meta más o menos en 3:50, o poco más.
En el kilómetro 4, al pasar junto al hotel, donde me esperaba mi mujer, aproveché para dejarle el chubasquero y los guantes, pues había salido el sol y empecé a notarme caliente. A partir del kilómetro 7 empecé a tomar mis geles y a beber. Iba bien, dentro de lo que cabe, pero tampoco me encontraba muy sobrado. Parecía que podía mantener el ritmo, pero preferí aflojar un poquito, por si acaso.
Así, entre el dilema de no saber muy bien cómo me encontraba de verdad, supongo que fruto de correr el segundo maratón del mes, fui dejando pasar los kilómetros que nos llevaban por el centro de la bonita ciudad de San Sebastián, animados por bastante público.
Más o menos hacia el kilómetro 15 empezó a llover, no muy fuerte, pero sí con algo de persistencia en ocasiones. Empecé a echar de menos mis guantes, aunque no el chubasquero, pues iba a gusto con las dos camisetas y los manguitos que llevaba. Por suerte, le pude decir a mi mujer que me los llevara de nuevo a otro punto del circuito, lo que me ayudó al final, porque cada vez se me enfriaban más las manos por la lluvia.
Al paso de nuevo por la zona de meta, ya nos quedábamos solos los del maratón, pues los del medio maratón, que habían salido con nosotros, terminaban allí su carrera. Pasé el medio maratón en 1:56:13. Seguía manteniendo más o menos el ritmo, tanto en vatios como en pulsaciones, pero las sensaciones iban empeorando. Tal vez iba demasiado rápido y para el kilómetro 25 empecé a bajar el ritmo, por un lado intentando regular y por otro lado porque cada vez me costaba más mantener esos 5:30 min/km. Pese a haber comido bien los días antes y llevar una correcta ingestión de geles y agua, empezaba a notar el cansancio de Nueva York. Según el predictor de tiempo de mi reloj, cada vez iba alejándome más de las 3:50 horas, así que me puse como objetivos el terminar el maratón sin tener que caminar e intentar bajar de cuatro horas.
La lluvia empezó a dejarse notar en las piernas, y según me acercaba al kilómetro 30 empecé a notar rigidez muscular, sobre todo en la pierna izquierda, y cada vez me dolían más los pies en cada paso, pese a correr con zapatillas nuevas con buena amortiguación. La artritis que tengo cada vez me afecta más en las articulaciones de manos y pies y eso lo voy notando.
Ahora la pelea era llegar a los siguientes giros importantes en la dirección del maratón, uno hacia el kilómetro 29, que nos hacía tomar la dirección hacia la playa de La Concha, y el último gran giro en el kilómetro 34, que nos devolvía por última vez a La Concha antes de afrontar los cuatro kilómetros finales de vuelta a Anoeta y a la meta.
Ya en los avituallamientos a partir del kilómetro 32 empecé a caminar un poco para beber tranquilo y para aliviar un poco el esfuerzo, y en esos breves tramos de andar se me empezó a complicar el objetivo de sub 4 horas. Justo entonces me sobrepasó la liebre de cuatro horas y no la pude alcanzar. Con el objetivo de pelear por ese sub 4, traté incluso de acelerar un poco en los últimos kilómetros, aunque me estaba costando bastante mantener el ritmo.
Por fin, ya llegué a la zona de meta, donde comprobé, impotente, que se me iba a escapar ese sub 4 por muy poco. Crucé la meta en 4:00:33. No lo logré, pero estaba satisfecho. Había conseguido terminar el segundo maratón en un mes, un maratón complicado, y completar así la bonita cifra de veinticinco maratones. No todo el mundo lo puede decir.
Respecto a los demás compañeros del equipo Beer Runners Bilbao, Bruna participó en el 10k, Iñaki corrió el Medio Maratón, y son reseñables las carreras de Alejo y de Fontso. Alejo, tras lesionarse en la salida de la Behobia, con un feo golpe en la rodilla, terminó en SS su segundo maratón con un tiempazo de 3:38, ¡chapeau! Y lo de Fontso es para un artículo científico sobre el entrenamiento para el maratón. En agosto corrió 30 km. En septiembre 40 km. En octubre se preparó durante nueve días y terminó el Maratón de Bilbao en 4:34. Y en noviembre, con algo más de entrenamiento, pero no mucho, ha terminado en San Sebastián en 4:07. ¡Con un par!

Conclusiones de esta carrera:
En 2016, dos meses después del Maratón de Berlín, corrí en San Sebastián haciendo una primera mitad muy despacio (2:02) terminando muy fuerte en menos de 3:55 horas. Esta vez, en cambio, tras pasar el medio maratón en 1:56:13, el tiempo final se me fue hasta las 4:00:33. La principal diferencia es que en Berlín estaba en muy buena forma y dos meses después me había recuperado bien, por lo que llegué descansado a San Sebastián y todavía con una forma aceptable y pude apretar mucho en la segunda mitad. En cambio, en esta ocasión, no fui a Nueva York en muy buena forma, y tres semanas no son suficientes, para mí, como para recuperar del todo, por lo que en San Sebastián corrí de más a menos.
Tal vez, si hubiese corrido este año la primera mitad algo más despacio, habría terminado el maratón en menos de 4 horas manteniendo un ritmo más uniforme toda la carrera. No lo sé, pero es muy probable. El dato de la potencia, que me bajó al final y no pude aguantar los 210 vatios que yo buscaba, me dice que salí algo rápido para como me encontraba. Sin embargo, el pulso fue todo el rato parecido, en torno a las 145 ppm. No me hundí al final ni se me disparó el pulso como en Nueva York.
Todo esto es una enseñanza más que aprendo de cara al futuro. Es lo bonito de los maratones, nunca puedes estar seguro de nada y siempre se aprende de cada experiencia.

Datos:
Tiempo final: 4:00:33
Ritmo medio: 5:42
Pulso medio: 144 ppm
Potencia media: 204 w
Potencia media primeros 24 km: 212 w
Pulso medio primeros 24 km: 144 ppm

Sufriendo un poco para llegar a meta por vigésimo quinta vez.



Aunque vaya mal, siempre hay tiempo para sonreír a la cámara.

Antes de salir.

Prueba superada.


Zorionak, Alejo!

Esperando a Fontso, con frío.

A recuperar fuerzas.

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