En primer lugar haré algún comentario sobre la carrera de Laredo.
Eran cuatro vueltas a un mismo circuito, por lo que mentalmente ya es una carrera dura, pues las dos últimas vueltas se hacen pesadas, sobre todo la 3ª, ya que en la última como ya ves que llegas al final te animas más.
El tiempo acompañó bastante. Hacía algo de calor, no demasiado, pero el cielo se mantuvo casi todo el rato algo cubierto, con lo que no llegó a calentar demasiado. Hacía algo de viento, pero solo era molesto en un par de rectas llegado a la zona de giro del puerto.
En la salida había más o menos unos 900 participantes en el Medio Maratón (daban dos vueltas saliendo a la vez que nosotros), y 215 en el Maratón.
Ya he comentado alguna vez que no me gusta que salgan juntas las diferentes carreras, ya que es difícil acoplarte a un grupo desde la salida. Pero bueno, ya lo sabíamos.
Llegué a Laredo temprano desde casa y sin prisas. El sábado por la tarde me acerqué hasta allí a recoger el dorsal, así que el domingo llegué pronto, dejé el coche junto al polideportivo donde nos duchábamos después, y me preparé con tranquilidad. Luego tomé un par de cafés, y fui a la salida a esperar.
Allí me encontré con Bego Beristain, a la que he tenido el placer de conocer hace poco corriendo y bebiendo cervezas en Bilbao, y que está preparando su reto de un triatlón en San Sebastián con las Irongirls, y que iban a hacer la Media. Suerte a todas.
Se dio la salida con buen ambiente y traté de poner un ritmo cómodo de salida, pero como todo el mundo iba rápido no lograba coger el ritmo que yo quería y me salieron los dos primeros kilómetros algo rápidos e iba un poco alto de pulsaciones, así que aproveché en el km 4 para parar en un baño a desbeber y así me obligaba a bajar el pulso.
Enseguida me incorporé de nuevo a la carrera y me junté con un grupito que iba animando a una compañera para hacer la media, así que iban suave y me vino muy bien hacer con ellos el resto de la primera vuelta (luego la chica se paró y ya seguí solo porque se quedaron atrás).
En la segunda vuelta fui un rato en diferentes grupos intentando mantenerme en mi ritmo, hasta que me junté con dos guipuzcoanos que iban bien. En esos kilómetros es cuando mejor me encontré, tanto que mi cerebro empezó a rumiar la idea de, al terminar la carrera, correr un poco más tiempo para hacer por primera vez en mi vida 45 km seguidos. Cosas que se te ocurren en los momentos de euforia, cuando te vuelves un poco tonto.
Ya en la tercera vuelta me empezó a molestar la pierna izquierda (aún me quedaban los dolores de correr en Erlaitz cuesta arriba y cuesta abajo hace dos semanas) y para intentar aguantar acorté el paso y me quedé solo. Luego alcancé a una chica y fui con ella un buen rato. Le di uno de mis geles, ya que iba un poco justa y se quedó algo por detrás al paso por la meta de la tercera vuelta, lo que fue una pena, pues seguro que los dos juntos nos hubiéramos animado mutuamente. Al de un rato parecía que me iba a alcanzar de nuevo, pero vi que tuvo que parar un par de veces así que ya fui en solitario hasta el final.
El resto de la última vuelta fui controlando que el dolor de la pierna no fuera a peor, y ajusté el paso para sufrir lo mínimo posible. Por supuesto mi cerebro se recuperó de la locura anterior y decidió, con buen criterio, que con el maratón ya era suficiente.
En la meta marqué 4:06, lo mismo que en Vitoria un mes antes.
Sensación en meta: dolor de piernas pero muy satisfecho y contento.
Tras acabar comprobé que yo estaré pirado, pero hay gente mucho peor que yo. El que acabó justo detrás de mí me dijo que ya llevaba terminados 98 maratones, y su amigo, que iba el último, con éste hacía 230 y pico o una burrada así. Buf. Me quito el sombrero.
Por cierto. No me gustó que al llegar ya no cogían a más gente para el masaje, pues con los que estaba esperando ya tenían para una hora. Se supone que el cierre de control era de 5 horas, así que solo pudieron tener acceso a masaje los del medio maratón y los que acabaron el maratón en menos de 3:30. Un fallo, a mi entender.
Tampoco me gustó que no hubiera medallas. No es que me importen mucho, pero me hacía ilusión tener las de los cinco maratones del año juntas.
Pero un 10 para los voluntarios. Animaban mucho y los chavales que estaban en los avituallamientos eran unos cracks. No me faltó agua y Acuarius en toda la carrera. Con eso y mis geles y mi Glucosport llego a donde sea.
Resumen de los cinco maratones:
Sevilla: Muy buena carrera, mi segunda MMP. Controlando el ritmo todo el rato sin problemas y muy satisfecho. El entrenamiento que llevé demostró ser correcto.
Barcelona: Noté el cansancio de Sevilla y sufrí la segunda mitad. Iba bastante cansado e incluso tuve que parar a caminar un poco dos o tres veces. Tres semanas son poco tiempo para recuperar de un maratón corrido a tope.
Burdeos: Salvo molestias estomacales y la incomodidad de la lluvia y el correr de noche, no corrí muy mal. Fueron cinco semanas desde Barcelona y había recuperado bien.
Vitoria-Gasteiz: Tampoco me noté excesivamente cansado, pero el calor me dejó frito al final.
Laredo: Si no hubiese llegado con las piernas muy tocadas por las cuestas de Erlaitz hubiese corrido mucho mejor, ya que no he llegado excesivamente cansado a esta última cita.
¿Y ahora qué?
Pues a montar un poco en bici, seguir corriendo pero sin tiradas largas de fondo (creo que ya no me hacen falta por ahora) y en julio mantengo la idea de subir el Tourmalet corriendo aprovechando los días en el Tour de Francia. Luego la segunda mitad de julio pararé del todo y en agosto empezaré a preparar el Maratón de Washington (24 de octubre) y la Behobia-SS.
¿Quién dijo que esto se había acabado?
Todas las llegada a meta.
Con Begoña Beristain nada más salir. (Foto atletismocantabria.es)
Con los que hice la primera vuelta. (Foto atletismocantabria.es)
Con los guipuzcoanos. (Foto atletismocantabria.es)
Llegada a meta. (Foto atletismocantabria.es)
Cinco en cinco. (Foto Raquel)
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