A menudo escucho a amigos que quieren enfrentarse por primera vez a un maratón decir que han encontrado en Internet o en alguna revista especializada un plan de entrenamiento para bajar de una marca dada en la carrera. Si son corredores más o menos novatos o no muy rápidos, suelen elegir un plan para bajar de 4 horas, o 4:15. Si son algo más rápidos y con más experiencia es muy normal que opten por un plan para hacer sub 3:30, o incluso menos.
Todo esto está muy bien. Tener un plan para saber cuánto y cómo entrenar para una carrera tan exigente como un maratón es un buen comienzo para apuntalar la consecución del objetivo final en la ardua empresa que tenemos por delante.
Pero, quizás mucha gente no es consciente de que no es tan fácil llevar a cabo con éxito un plan de entrenamiento si éste no lo hemos elegido bien según nuestras características personales: edad, capacidad física, estado de salud, disponibilidad de tiempo para entrenar, etc.
La cosa no es casi nunca tan fácil como coger un plan para bajar de un tiempo determinado, seguirlo a rajatabla y terminar el maratón en ese tiempo. Y es que, no por entrenar más vamos a conseguir bajar de un tiempo si éste tiempo supera con creces nuestras condiciones para el deporte y nuestras posibilidades. Aquí la genética manda mucho.
Si la cosa fuera tan sencilla, los atletas que más y mejor entrenan serían siempre los ganadores. Pero todos sabemos que los atletas de elite entrenan todos prácticamente igual, pero luego, en la realidad, los récords del mundo en maratón y en las demás distancias solo los consiguen unos pocos privilegiados. Los maratonianos de elite cuyas mejores marcas rondan el 2:13 o el 2:15, por ejemplo, por mucho que entrenen exactamente igual (o incluso más) que los pocos que son capaces de bajar de 2:05, difícilmente (por no decir nunca) van a conseguir acercarse a esos tiempos estratosféricos.
Si miramos en el ciclismo también pasa lo mismo. Los corredores que, como mucho, terminan entre los cinco primeros en el Tour de Francia, no entrenan menos que Chris Froome, y sin embargo, en circunstancias normales, nunca van a ganar el Tour.
Así pues, hemos de ser realistas con nuestras capacidades físicas para correr un maratón. Si somos corredores habituales, y más o menos entrenados, y en un 10k nos cuesta un mundo acercarnos siquiera a una marca de 50 minutos (o sea, correr a 5:00 min/km), no podemos esperar hacer un maratón en 3:30 horas (o sea, a 5 min/km). Por lo tanto, si elegimos un plan para hacer el maratón en 3:30, lo más normal es que tengamos problemas para seguir todo el plan sin sobrecargas (o incluso lesiones) o sin generarnos una fatiga que al final nos impida completar las últimas semanas del plan. Por tanto, lo más normal será que en el maratón suframos más de la cuenta si nos empeñamos en seguir el ritmo y al final nos caerá una minutada en los últimos kilómetros.
Porque los planes de entrenamiento, cuanto más ambiciosos son en cuanto a la marca a conseguir, más kilómetros y días de entrenamiento incluyen, y más tiradas largas (de 30km o más) programan.
En un libro de entrenamiento para maratón leí que cada persona tiene un límite de kilómetros semanales que puede hacer sin lesionarse. En los corredores profesionales ese límite será de 200, 250 o incluso más, según la persona. En los corredores populares el límite semanal soportable en muchos casos no se acerca ni de lejos a los 100 km, o incluso a los 80 km o menos.
Así que, si queremos preparar un maratón, lo primero que tenemos que saber, más o menos, es cuál es nuestra capacidad. Y eso solo lo podemos saber con la experiencia que tengamos en carreras de otras distancias y en los datos de ritmos, pulsaciones y sensaciones que nos dan estas carreras y los entrenamientos.
Una vez que tenemos claro cuál sería un objetivo realista en el maratón, habría que elaborar un plan personalizado que se adapte a nosotros. De nada nos sirve un plan en el que hay que correr cinco días a la semana, si por nuestra situación laboral y familiar no podemos correr más que cuatro días, como mucho, a la semana. Y también hay que analizar cuántas tiradas largas de las largas (más de 26 o 27 km) podemos aguantar sin generarnos una fatiga que nos reste en vez de que nos sume. Muchos planes, sobre todo los de sub 3:30 y menos, incluyen cuatro o cinco tiradas de 30 o 32 kilómetros en domingos consecutivos. Pero eso para muchas personas puede ser excesivo y les hará llegar fatigados al maratón. Para estas personas sería mejor hacer tres tiradas no tan largas y en tres domingos no consecutivos intercalando entre medio tiradas de 22 o 23 kilómetros, por ejemplo.
Otro punto que habría que tener en cuenta es qué maratón vamos a elegir para nuestro debut en la distancia. Si no estamos acostumbrados a correr en terreno ondulado y con cuestas, sería mejor debutar en un maratón llano (como Valencia, San Sebastián o Laredo, por ejemplo) que no en Madrid, que es bastante duro.
Y también hay que elegir bien la mejor fecha para nosotros a la hora de correr nuestro primer maratón. Si en agosto tenemos previsto un viaje con la familia en el que sabemos que vamos a tener difícil entrenar, no sería una buena idea elegir el Maratón de Berlín, que se corre en septiembre. Sin embargo, este maratón sería una buena elección para alguien que en vacaciones puede entrenar más que en otros meses, ya que Berlín, además de ser llano, tiene la ventaja de que es uno de los Majors, tiene muy buen ambiente de público, y por lo tanto la motivación para correrlo va a ser muy alta.
Por lo tanto, y resumiendo, antes de lanzarnos a por nuestro primer maratón debemos tener una experiencia previa en otras distancias y tenemos que ser realistas en cuanto a nuestro objetivo en la carrera. Luego tendremos que elaborar (o pedir ayuda a alguien que sepa para que nos lo haga) un plan realista para nuestras posibilidades. Por último, tendremos que tener la cabeza fría para no ser impulsivos y cargarnos el trabajo por querer ir demasiado rápido demasiado pronto, tanto en los entrenamientos como en la carrera. Y no olvidemos nunca que en el primer maratón, el objetivo principal de un corredor popular debe ser el acabar la carrera con buenas sensaciones, aunque sea un poco más lento de lo que habíamos pensado. Si no es así, además de sufrir mucho ese día, nos va a quedar muy mal sabor de boca.
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