Cuando vi que este maratón se celebraba en mitad del puente de diciembre, no dudé en inscribirme. Hace muchos años ya había estado en Canarias en diciembre, aquella vez para participar en la Vuelta Cicloturista a Maspalomas, en Gran Canaria, y tenía un gran recuerdo de aquellos días montando en bici de corto en diciembre. Así que, qué mejor ocasión para correr mi cuarto maratón del año, y mi vigésimo total, que haciéndolo con buen tiempo mientras disfrutaba de unas mini vacaciones en un lugar paradisiaco.
Y trabajo hecho: 20 maratones.
De las siete islas principales del archipiélago, solo me faltaban por conocer Lanzarote y El Hierro. Un motivo más para viajar al Lanzarote International Marathon. Espero ir algún día a El Hierro y tachar esta última isla de mis sitios por conocer.
El Maratón de Lanzarote se corre el sábado, lo cual está muy bien ya que así puedes planificar el regreso a casa el domingo por la tarde y aprovechar al máximo los días que pasas en la isla. Una isla muy bonita, con un paisaje volcánico característico, de montañas de poca altitud (máximo 670 metros en la montaña de Peñas del Chache) que hacen que toda la isla sea de un color oscuro, de rocas volcánicas con muy poca vegetación.
Entre las diversas zonas volcánicas de la isla sobresale el Parque Nacional de Timanfaya ya que en este lugar se produjeron las erupciones más recientes, que fueron entre los años 1730 y 1736, y más tarde en 1824. Por eso, este paisaje que se conoce como el de las “Montañas de fuego” es más espectacular, si cabe, que el del resto de la isla.
En fin, que los días previos a la carrera hemos hecho turismo y hemos podido admirar no solo Timanfaya, sino también otras curiosidades naturales como los Jameos del Agua o la Cueva de los Verdes, formaciones geológicas producidas por el vulcanismo que son realmente hermosas.
La carrera
Como su nombre indica, el Lanzarote International Marathon es un maratón muy internacional. En Lanzarote enseguida se aprecia que hay muchísima gente proveniente de las Islas Británicas. En las estadísticas de la participación en las diferentes distancias (maratón, medio maratón, 10k y 5k) vemos que de los 2.271 inscritos (659 en el maratón) solo hay 548 españoles, mientras que hay 911 británicos, 231 irlandeses, 159 alemanes, 153 italianos, y luego ya más repartidos entre 38 nacionalidades. Como veis, es más normal escuchar hablar en inglés que en castellano, y eso se nota también en los restaurantes y bares de la isla.
La carrera está muy bien organizada por la empresa especializada en turismo deportivo Sands Beach Active, algo muy normal en esta isla y en alguna otra de Canarias.
El recorrido es ida y vuelta saliendo desde la localidad de Costa Teguise, junto al hotel Sands Beach, donde tiene su sede la organización, y el trazado es por la costa atravesando Arrecife y dando la vuelta en el medio maratón en Puerto del Carmen. La salida para el maratón se da a las 8 de la mañana. Luego los del medio maratón salen a las 10:30 de Puerto del Carmen, y posteriormente se da la salida a los de 10k y 5k que recorren el final del maratón. Así, más o menos todos los participantes van llegando a la meta simultáneamente.
El recorrido tiene bastantes subidas y bajadas, sobre todo en los primeros diez kilómetros que también son los diez últimos. Si a esto le añades que en Lanzarote lo normal es que haya viento, pues la carrera no es precisamente sencilla.
Mi plan para la carrera pasaba por correr suave todo el rato. Venía de correr el Maratón de Valencia tres semanas antes y tampoco he llegado en mi mejor forma. Así que, mi idea era correr todo el tiempo con bajas pulsaciones, a una potencia menor a la de Valencia y buscando la sensación de comodidad, dentro de lo que se puede correr cómodo un maratón exigente.
Además, y como con este maratón cumplía mi maratón número 20, tenía en mente un plan para acabar a lo grande. Un plan un poco loco, la verdad, pero es algo que me caracteriza, je, je. Había pensado que, si llegaba a la meta muy entero, correría unos kilómetros más para intentar correr al menos 45 kilómetros y, si podía ser, llegar a los 50 kilómetros. Sí, ya sé. Una locura, pero de las locuras salen las experiencias y los recuerdos que más te llenan.
Bueno. Era una idea. Ya vería sobre la marcha si la llevaba a buen término. Estoy loco, pero no tanto.
Con puntualidad británica, muy adecuada vistas las circunstancias, se dio la salida al maratón a las 8 de la mañana. Al de poco de salir ya teníamos la primera cuesta. Yo intenté coger un ritmo cómodo desde salida, mirando todo el rato el pulso, la potencia y mis propias sensaciones. Antes de salir el viento nos daba una sensación de fresquito, y por eso había salido con manguitos, pero enseguida me los quité porque la temperatura para correr era muy agradable.
En cada avituallamiento (muy buenos, ya que había uno cada 2,5 kilómetros) fui cogiendo agua y cada cinco kilómetros iba tomando un gel, como hice en Valencia y que me permitió llegar al final de la carrera en perfecto estado.
Pasado el kilómetro 10, en Arrecife, el terreno ya no era tan sube y baja, y ya podíamos estabilizar el ritmo con más facilidad. Mientras íbamos disfrutando del bonito paisaje, todo el rato junto al mar, empecé a tener algunos dolores por la cadera, que no me iban a abandonar el resto de la mañana. No me impedían correr, pero no podía ir muy a gusto, así que empecé a valorar si mi ambicioso plan era factible o no.
Más tarde dejábamos a un lado el aeropuerto y nos acercábamos al giro del medio maratón. Por estas alturas de carrera tuve algunas molestias estomacales y tuve que hacer una parada técnica en un baño. Por suerte luego no tuve más problemas de este tipo.
Según llegábamos al giro ya veíamos a algunos corredores que iban a participar en el medio maratón que estaban calentando, como Chema Martínez, al que saludé al cruzarme con él. Él, a su vez, me saludó con un “Ánimo Javi”, pero no creo que me reconociera de cuando hemos coincidido en la “Wings for life” en Valencia o en algún entrenamiento en Bilbao, sino que se fijaría en mi nombre en la camiseta.
Por ahora el viento no molestaba nada y teníamos ya algo de calor, puesto que íbamos con viento de culo. Pero nada más dar el giro se notaba que el viento tenía algo de fuerza ahora que nos iba a dar de cara hasta la meta.
Seguí corriendo intentando mantener el ritmo que llevaba. La temperatura seguía agradable, en torno a los 22ºC, pero ahora, al tener viento, ya no sentía mucho calor. Mi ritmo no era exigente, y las pulsaciones y la potencia se mantenían bajas, pero las sensaciones ya no eran las mejores. Además, sabía que a partir del kilómetro 32 volvían de nuevo las cuestas. Por lo tanto, procuré mantenerme lo más cómodo posible para llegar entero a la parte final y ver si me animaba al menos con los 45 kilómetros.
En el kilómetro 32 me pasaron Chema Martínez y otro corredor. Justo un poco después, en la primera de las cuestas duras, Chema se descolgó y solo pudo hacer segundo en la meta.
Por mi parte, cuando llegué al inicio de la cuesta dura aproveché para caminar unos metros y no sufrir cuesta arriba. De ahí a la meta hice lo mismo en las zonas de subida más duras. No estaba yo como para tirar cohetes.
Poco a poco iba alcanzando la meta final. El dolor de la cadera era cada vez más molesto y las sensaciones no mejoraban, así que mi plan de correr un “ultra” empezó a desvanecerse con buen criterio. Con acabar el maratón me daba por satisfecho.
Tras el último repecho que subíamos, que no era el más duro, ya estábamos casi en la meta. Ahí, aprovechando la última bajada, fue cuando me permití acelerar y corrí rápido el último kilómetro y medio.
Crucé la meta con un tiempo oficial de 4:03:29. Sin contar la parada para ir al baño tardé un poquito menos de 4 horas. En la meta paré el reloj y le di a la opción de “guardar archivo”, así evitaba la tentación de seguir corriendo. Sí. Podía haberlo hecho, pero era un poco absurdo seguir corriendo mal tres kilómetros y empeorar la molestia de la cadera.
Hay que decir que el maratón me midió 41,7 kilómetros según mi potenciómetro, que es más exacto que el GPS. No es un maratón homologado y creo que le faltan unos 500 metros para llegar a los 42,2 kilómetros, pero qué más da. Es un maratón.
Según los datos estadísticos de la organización quedé en el puesto 253 de 601 finishers, el 37º de 77 participantes de mi categoría de Veterano D. Pasé el medio maratón en 2:02:26, por lo que la segunda mitad la hice en 2:01:03, más rápida que la primera, pero en la primera está incluida mi parada en boxes.
Al paso por el medio maratón iba en el puesto 382 y desde ahí, pese a no correr muy a gusto, fui mejorando en cada control para terminar en el puesto 253.
Bueno. No está mal para haberlo corrido con viento, cuestas y dolores. Puedo estar satisfecho.
Tras la carrera me di un chapuzón en la piscina del hotel (bendito clima canario) y descansé. Lo de la cadera creo que es un tema del piramidal. Espero que con el descanso que tengo programado en lo que queda de año se me recupera bien.
Por de pronto ya estoy perfilando mis maratones para 2018. Se presenta un año muy interesante.
Datos de la carrera:
Total: potencia media 200 w, potencia máxima 289 w, pulsaciones medias 135 ppm, pulsaciones máximas 153 ppm. Ritmo medio 5:46 min/km.
Últimos 1,6 km: potencia media 214 w, potencia máxima 289 w, pulsaciones medias 142 ppm, pulsaciones máximas 153 ppm. Ritmo medio 5:17.
Datos de la organización.
Aterrizaje junto al mar. Por el paseo que se ve pasa el maratón.
Cueva de los Verdes.
Cueva de los Verdes.
Timanfaya.
Bajo el suelo aún se nota el calor de la Tierra.
El Golfo.
El Golfo.
Costa Teguise.
Corriendo un poco en Costa Teguise.
Isla de la Graciosa,
Castillo de San José. Fijaros en las esculturas de los jinetes en el agua.
Castillo de San José.
Castillo de San José.
Faro Pechiguera. Al fondo se ve Fuerteventura.
En esta foto se ve muy bien que no fue un maratón fácil para mí.
Súper feliz llegando a meta.
Camiseta y calcetines originales.
Pues eso. Nunca debemos rendirnos.
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