Creo que antes de empezar la crónica de mi 21º maratón
debería escribir aquí eso de que “No intenten hacer esto en casa” o lo de
“Imágenes rodadas por especialista en circuito cerrado”. Y es que si alguien
está enfermo de bronquitis los diez días anteriores a un maratón, parado del
todo, salvo una suave salida de media hora el jueves previo, lo más sensato que
puede hacer es no correr un maratón.
Nueva llegada feliz a meta (esta vez no lo tenía nada claro).
Pero bueno, quizás no sea yo muy sensato, o quizás es que
llevo hasta el extremo ese mantra de los deportes de fondo que nos obliga a no
rendirnos jamás. El caso es que incluso el miércoles, que fui a Urgencias
porque cada vez que tosía me dolía el pecho como si se me saliera un pulmón (no
fuera que de la bronquitis estuviera pasando la cosa a neumonía), mantenía una
vana esperanza de correr el domingo en Barcelona. Por supuesto, ya me estaba
haciendo a la idea de no poder completar entera la carrera. Muy sensato no
seré, pero tampoco llego a ser un insensato del todo (“Corred, insensatos”,
Gandalf dixit). Si mi cuerpo no
respondía no me iba a arrastrar para llegar a la meta de cualquier manera y
fastidiándome la salud por más tiempo. Pero, ya que tenía el hotel y el avión
pagado, y una vez en Barcelona, por lo menos iba a tomar la salida.
Milagrosamente, el viernes y el sábado ya me iba encontrando
mucho mejor. Seguía con tos, pero ya sin dolor. La esperanza de terminar la
carrera seguía viva. Por supuesto, ya sabía que mi ritmo no iba a ser el que
hubiera hecho estando sano, pero eso ya era lo de menos. Iría viendo cómo me
iba el día y que pasara lo que tuviera que pasar.
Así las cosas, llegué el sábado a la ciudad condal, dejé la
maleta en el hotel y fui a ver la Feria del corredor, muy completa. Recogí mi
dorsal, mi camiseta y después me di un paseo hasta el Estadio Olímpico de
Montjuïc, a recordar aquel 17 de marzo de 1996 cuando terminé mi primer maratón
en el último año que el Maratón de Barcelona puso la meta allí arriba, como en el
maratón olímpico de 1992. Han pasado 22 años, pero aún recuerdo muy bien lo que
sufrí aquel día para terminar el maratón y la profunda sensación que me causó y
que me enganchó a esta distancia.
Tras comer algo de pasta, pasé buena parte de la tarde
descansando en el hotel, sin más. Luego di un paseo por el barrio gótico, cené
y a dormir pronto para intentar estar lo más descansado posible.
La carrera
El día amaneció bueno. El pronóstico anunciaba buena
temperatura para mí, pero viento fuerte que en la última parte de la carrera
iba a ser de cara.
Tras el ritual de rigor, el cafecito y dejar la bolsa en el
Guardarropa de la organización (por cierto, la organización de la carrera es excelente),
ya me puse en mi cajón de 3:30 a 3:45. No creía que iba a poder estar en esos
tiempos, así que me coloqué detrás para salir tranquilo.
Por fin nos dieron la salida y comencé a correr con el
objetivo de poner un ritmo cómodo y mantenerlo hasta el final. Si no llega a
ser por la bronquitis hubiese seguido mi plan de mantener la horquilla de
potencia que os expliqué en un post anterior, pero visto que no llegaba en mis
mejores condiciones no me obsesioné mucho en ello.
Las sensaciones de los primeros kilómetros no eran muy
buenas, pero sabía que hasta el km 10 no podía sacar conclusiones sobre cómo me
encontraba realmente. Así que simplemente iba dejando pasar el tiempo y los
kilómetros.
A partir del km 5 en Barcelona hay un avituallamiento cada
2,5 kilómetros, algo que se agradece mucho. En el km 7,5 empecé a tomar mis
geles cada 5 km. Con esto logré dividir la carrera en mini etapas de 2,5 km.
Por un lado tenía en mente cuándo me tocaba tomarme un gel, y por otro lado, en
los km 5, 10, 15, etc., era cuando estaban las alfombras que nos iban midiendo
los tiempos de paso intermedios. Y como sabía que mi mujer y algunos amigos
iban a estar pendientes de mi paso por esos puntos en la aplicación de la
carrera, al llegar a esos kilómetros manteniendo un ritmo uniforme les estaba
enviando un mensaje de que seguía bien.
En los primeros 15 kilómetros está la zona de la carrera con
más subidas y bajadas, además de los dos últimos kilómetros, que son los más
duros. De todas formas, todavía iba más o menos bien y llegué al medio maratón
bastante entero. Mi objetivo ya era terminar la carrera, y hacerlo sin parar.
A partir del km 25 empecé a notar los efectos de los diez
días sin hacer nada. Si bien de caja y de respiración iba mucho mejor de lo
esperado, los cuádriceps se me empezaron a cargar más de la cuenta. Claramente
era debido a la falta de tono y fuerza muscular por haber estado parado del
todo. No era preocupante, todavía, pero debía correr guardando fuerzas.
Mi plan de correr a ritmo uniforme seguía bien. Iba marcando
los parciales de 5 km en unos 27 minutos todo el rato. El medio maratón lo pasé
en 1:55:07. Seguía en la pelea. Del km 25 al 35 mantuve el ritmo. Las piernas
cada vez me dolían más, pero con mi experiencia iba manteniendo el problemilla
bajo control.
El dato de la potencia empezó a descender a partir del km
35. Falta de fuerzas equivale a mover menos vatios. Era algo esperado. Además,
a partir del km 35 el viento nos daba más de cara y la carrera se endurecía. Y
para rematar, los dos últimos kilómetros tienen una cuesta arriba muy notoria y
ahí es donde peor lo pasé controlando los cuádriceps y luchando contra un dolor
de flato (como en Valencia) que por suerte no fue a más.
Y por fin, llegué a la Plaza de España y giré en el km 42
hacia la meta. Muy satisfecho. Tiempo final de 3:50:57, y el segundo medio
maratón casi clavado al primero, 1:55:50. Un maratón más terminado en
condiciones difíciles. La experiencia y el conocerme muy bien han sido claves
para acabar. Sé perfectamente qué ritmos puedo soportar y por cuánto tiempo. El
problema de los cuádriceps me descolocó un poco al principio, pero supe leer
bien lo que me decían las piernas y les exigí lo que podían dar, nada más.
Si veis la tabla de mis tiempos intermedios se ve claramente
mi estrategia de regular todo el rato y de correr al mismo ritmo. Eso me ha
permitido terminar la carrera y además ir adelantando posiciones incluso en los
kilómetros finales, en los que bajé un poco el ritmo por el viento, las cuestas
y el dolor de patas.
Km
|
Tiempo
|
Ritmo
medio
|
Posición
|
0-5 km
|
27:36
|
5:31
|
6.811
|
5-10 km
|
27:06
|
5:25
|
6.701
|
10-15 km
|
27:14
|
5:27
|
6.684
|
15-20 km
|
27:02
|
5:24
|
6.783
|
20-25 km
|
27:03
|
5:24
|
6.676
|
25-30 km
|
26:49
|
5:22
|
6.388
|
30-35 km
|
27:13
|
5:27
|
5.944
|
35-40 km
|
28:24
|
5:41
|
5.600
|
40-Meta
|
12:33
|
5:42
|
5.458
|
Algunos datos y
comentarios:
·
Puesto final: 5.458 de 13.910 finishers.
·
Puesto en mi categoría (Vet B): 1.250 de 3.167.
·
Es reseñable la precisión en la medición de la
distancia de mi potenciómetro Stryd. Me marcó al final una distancia de 42.170
metros. Casi clavado. Con el GPS eso es imposible, siempre marca unos cientos
metros más en un maratón.
·
La potencia media que desarrollé fue de 208
vatios. Si solo miro los últimos 5 km se queda en 202 vatios (power off).
·
Pulsaciones medias de carrera: 142 ppm,
terminando a 160 pm.
·
Ritmo medio: 5:29 min/km. Sin altibajos.
·
Mucho ambiente de público, mucho mejor que
Madrid o Valencia. Es un circuito muy urbano y la ciudad se vuelca con la
carrera.
·
“No huyas. No estoy embarazada”, el cartel más
divertido que vi entre el público.
·
Ha sido mi cuarto maratón con mis zapatillas
Saucony Freedom (y no quiero dar ningún mensaje político por haber corrido con
las Freedom en Barcelona, je, je).
·
Durante toda la carrera había muchos grupos de
animación con música. Muchas batucadas que para mí son un chute de energía
increíble.
·
Como en todos los maratones, saco buenas
lecciones de esta carrera. He podido comprobar que en los días de tapering para descansar no pasa nada por
no correr apenas. Al margen de los problemas derivados de la bronquitis, me he
notado descansado y en la carrera no me he sentido nada fatigado. Sin embargo,
sí que he notado que al no haber hecho nada de ejercicio me había bajado el
tono muscular y la fuerza en las piernas. Así que, para el próximo maratón (en
mayo en Vitoria) procuraré hacer ejercicios de musculación en las piernas. Está
claro que para correr bien hay que tener fuerza, y no solo fondo.
·
Una anécdota con la música. A mí no me gusta
llevar música en los maratones porque me parece que así me pierdo parte del
ambiente que los rodea. De todas formas, no tengo nada en contra de la gente
que los corre con sus auriculares. Lo que no me gusta es la gente que lleva un
altavoz en la cintura o en una mochila y nos hace escuchar su música a todos
los que vamos alrededor. Yo quiero escuchar mis pensamientos y el ambiente, no
su música, aunque sea buena. En Barcelona me pasó primero un chico que llevaba
música disco a tope (menos mal que iba mucho más rápido que yo, si no me pego
un tiro), y luego pasé a un corredor extranjero que llevaba una mochila con
música (por lo menos era buena música). Al pasarle le hice un gesto de que
mejor iba con auriculares y la chica que iba a su lado me abucheó y comentó que
qué le importa a la gente si lleva música o no. No le dije nada, pero me
hubiera gustado preguntarle a ver qué le parecería que cada uno de los miles de
corredores lleváramos nuestra música en una mochila a todo volumen.
·
Para terminar quiero dedicarle un mensaje de
ánimo a mi compañero Beer Runner de
Bilbao, Andoni, que a falta de un kilómetro para la meta se cayó al suelo por
unos calambres muy dolorosos en la pierna. A duras penas logró terminar, pero
no como a él le hubiese gustado. El maratón a veces es cruel (eso forma parte
de su encanto) y esta vez le tocó a Andoni la cara amarga. A por la siguiente,
Andoni.
El sábado tenía muchas dudas de llegar a este punto.
Muy bonita Barcelona.
En el Estadio Olímpico, recordando mi pasado.
Algo preocupado antes de tomar la salida.
Feliz, una vez más.
En todas las fotos no salgo tan bien, je, je. ¡Qué careto! (No iba tan mal).
Saluda a la cámara.
Y por fin, una medalla más para la colección.
Con Andoni tras la meta.
Grande Javier, felicidades por tu buena carrera. Muchísimas gracias por tus ánimos. Bien sabes que es en estos momentos son necesarios y mejor recibidos. Esta página ya está pasada y sin duda muy pronto vendrán mejores momentos. Quiero que sepas que para mi es un privilegio haber podido compartir esta carrera contigo, antes, durante y después. A tu lado se aprende mucho y cualquiera que haya estado en mi lugar lo sabe. Un abrazo y ¡¡a por los 79 restantes!!
ResponderEliminarGracias y a pasar página, como bien dices.
ResponderEliminarQué razón tienes en que es importante conocerse a sí mismo. Muy regular toda la carrera. Enhorabuena
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