Cualquier persona aficionada al maratón está ansiosa por ver
qué ocurrirá en el Prater Hauptallee de Viena, entre el 12 y el 20 de octubre,
cuando los responsables del proyecto Ineos1:59 Challenge decidan apretar el botón del cronómetro que medirá el
intento de bajar de las dos horas por primera vez en la distancia de 42,195 km.
Eliud Kipchoge (foto de Dan Vernon, de la web del Inneos 1:59 Challenge).
Ese día será la culminación de este gran esfuerzo que está
realizando un equipo muy amplio de personas de diferentes disciplinas (medicina
deportiva, fisiología, nutrición, entrenamiento, tecnología, producción de
calzado deportivo, etc.) y en el que la cabeza visible y centro de todas las
miradas es el fantástico atleta keniano Eliud Kipchoge.
Kipchoge es el mejor maratoniano de todos los tiempos. Desde
el 2013, cuando se estrenó en la distancia en Hamburgo con una marca de
2:05:30, ha corrido hasta ahora once maratones y ha ganado todos menos el
segundo (en Berlín, también en 2013) en el que terminó en segundo lugar. Y
además, es el poseedor del record del mundo oficial, con un tiempo estratosférico
de 2:01:39 conseguido precisamente en Berlín en septiembre de 2018. En el
anterior intento de bajar de 2 horas, en Italia en mayo de 2017, Kipchoge corrió
el maratón en un tiempo de 2:00:25 en el circuito de Monza, en el marco del Breaking 2.
El proyecto Breaking 2
es de 2016, pero desde unos años antes ya se hablaba de lo que hace falta para
bajar de dos horas en el maratón. En la revista Runners España de noviembre de 2014 se publicó un interesante
reportaje de Alex Hutchinson analizando todo lo que haría falta para bajar de esas
dos horas. En ese reportaje se cita un artículo del fisiólogo Michel Joyner y
otros colegas suyos publicado en 2011 en el Journal
of Applied Physiology sobre este asunto.
Como vemos, no es una idea de marketing de hace poco, sino
que es algo sobre lo que se está investigando muy en serio desde hace bastantes
años.
Y hablando de marketing. Muchos critican este proyecto
porque entre quienes lo financian está Nike, el mayor fabricante de zapatillas
del mundo. Por supuesto que la decisión de Nike de apoyar este proyecto es una decisión
de marketing deportivo, como lo es la de patrocinar a Kipchoge y a otros muchos
atletas. No sé qué hay de malo en ello. Si las empresas no invirtieran en
deporte a los deportistas les iría peor. Pero el que patrocinen este proyecto
no significa que su único objetivo sea vender más zapatillas del modelo que usa
Kipchoge, sino que es una magnífica manera de invertir en I+D+i y de mejorar
sus productos.
A hilo de que esto no es más que marketing de Nike, he
llegado a leer opiniones de compañeros maratonianos y de gente muy relacionada
con el atletismo menospreciando este proyecto o incluso sugiriendo que, como el
objetivo es vender zapatillas sea como sea, no escatimarán esfuerzos, incluso
haciendo trampas, para que Kipchoge logre bajar de las dos horas. No han
faltado comentarios como que no habrá control antidopaje o incluso que se ha
sobornado a los jueces de la federación para que homologuen un circuito más
corto y así lograr arañar unos segundos.
En este intento habrá control antidopaje, por supuesto, y no
me parece muy sencillo sobornar a unos jueces para que digan que el circuito
mide más de lo que realmente mide. Corren el riesgo de que esos jueces
sobornados se vayan de la lengua por más dinero y todo se vaya al traste. Creo
que si el que hagan trampas los miembros del equipo ya es arriesgado, el
implicar a terceros con dinero es suicida. Y, por otra parte, el circuito está
allí, en Viena. Cualquiera puede ir con un equipo de jueces con los aparatos de
medición necesarios y medirlo.
Pero al margen de todo esto está el honor del propio
Kipchoge. Él no tiene que demostrar nada a nadie. Incluso aunque se retirara
hoy mismo sin hacer el intento seguiría siendo el mejor maratoniano de la
historia. ¿Va a arriesgar su buen nombre y su reputación por bajar de dos horas
haciendo trampas? Lo dudo mucho. No le conozco en persona, pero por lo que
transmite no me parece que sea alguien capaz de hacer algo deshonroso. Él está
convencido de que lo puede hacer y está trabajando muy duro por lograrlo, pero
si no lo logra, como en Monza, no creo que le preocupe mucho.
Como él mismo explica en la web del Ineos 1:59 Challenge, su objetivo personal es “correr un maratón
en menos de dos horas para demostrar al mundo que cuando te enfocas en tus
objetivos, cuando trabajas duro y cuando tú crees en ti mismo, cualquier cosa
es posible”.
Cualquiera que entienda algo de maratón sabe que con este
proyecto no se busca establecer ningún récord oficial, sino que solo se trata
de saber si, en condiciones ideales de meteorología, ritmo de liebres, posición
de las liebres, alimentación, etc., un atleta es capaz de correr la distancia
del maratón en menos de dos horas.
Para que un registro sea considerado récord mundial de
maratón tiene que cumplir unos requisitos. Por ejemplo, el Maratón de Boston,
el más antiguo del mundo ya que data de 1897, no cumple esos requisitos y por
eso en 2011, aunque el keniano Geoffrey Mutai ganó con una marca de 2:03:02 no
se homologó, pese a ser la marca más rápida en maratón hasta esa fecha.
El artículo 260.28, apartado B, del reglamento IAAF respecto
a qué requisitos debe reunir una carrera de ruta para homologar un récord
mundial dice que “la salida y el punto final, medidas a través de una teórica
recta entre ellos, no debe ser menos de la mitad de la carrera” y que “la
diferencia de elevación entre la salida y la meta no debe exceder 1:1.000 (un
metro por kilómetro)”.
El Maratón de Boston no cumple ninguno de estos dos
requisitos, ya que entre la salida y la llegada en línea recta hay más de 21,1
km, y la diferencia de altitud de la salida a la llegada es de 136 metros (la
salida está a 141 m y la llegada a 5 m), más del triple de lo permitido en ese
reglamento.
Pero, además, para que pueda ser récord del mundo, una marca
se tiene que lograr en un maratón abierto a cualquier participante. Esto es,
tiene que ser una carrera oficial, y el maratón del Ineos 1:59 Challenge, como el del Breaking 2, no es una carrera oficial, como es obvio. Por eso, como
digo, Kipchoge no busca un nuevo récord del mundo, sino que quiere saber si es
capaz de bajar de dos horas en un maratón en condiciones ideales.
Y por cierto, para los que piensan que esto no es un maratón,
yo les diría que cualquiera que corra 42,195 metros (bien medidos, no porque su
GPS lo diga) ha corrido un maratón. ¿O es que si voy a entrenar a una pista y corro
25 vueltas (10.000 metros) no he corrido un 10 mil? Vale, no ha corrido un
maratón oficial, con todo lo que lo rodea, pero ha corrido 42,195 km y eso es
un maratón.
¿Qué tiempo va a
marcar Kipchoge?
Después de verle pasar la meta de Berlín el año pasado con
un 2:01:39 y seguir corriendo como si nada hasta abrazar a su entrenador, creo
que ese día podía haber corrido más rápido aún. Cualquier atleta al llegar a
meta a su máximo esfuerzo se detiene lo antes posible, porque su cuerpo no puede
más. Sin embargo, Kipchoge pasó la meta y casi sin bajar el ritmo corrió unos
cien metros más. Hablando con Martín Fiz unas semanas después, me comentó que creía
que podía haber ido más rápido. Y Martín Fiz sabe mucho más que yo, por
supuesto. Fiz hace unos pocos años era escéptico respecto a bajar de dos horas.
Ya no lo es.
Ese día en Berlin, Kipchoge rebajó en un 1,07% el anterior
récord mundial de Kimetto, que era de 2:02:57 establecido en 2014. Si logra
bajar un 1% su marca de Monza (2:00:25), Kipchoge establecería un tiempo de
1:59:13.
Yo apuesto por ello.
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