Ya desde las semanas más duras del confinamineto, en marzo y abril, empecé a pensar en qué haría cuando se pudiera salir con cierta libertad, y una de las actividades que empecé a planificar fue la de hacer una ruta montañera nocturna entre Zeanuri y Vitoria pasando por la Cruz del Gorbea. Para ello pensé en una noche de luna llena y la primera que ha llegado tras retomar los entrenamientos y coger un poco de forma ha sido la del pasado viernes 5 de junio. Como aún no podemos pasar a Álava desde Bizkaia, cambié un poco la ruta y la dejé entre Zeanuri y Ubidea.
La semana anterior fui al Gorbea con unos amigos y yo subí por San Justo (ello lo hicieron desde Pagomakurre, más suave) para refrescar la ruta que quería seguir, ya que hacía muchos años que no subía por ahí.
En un principio había pensado en hacer la ruta en solitario, como un entrenamiento mental de pasar la noche yo solo pensando en una futura participación en la prueba Hiru Haundiak, que son 100 km en 24 horas pasando por Gorbea, Anboto y Aitzkorri. Pero luego lo comenté con algunos amigos que se animaron a acompañarme. Finalmente algunos de ellos no podían venir este viernes así que retomé la idea original y fui yo solo (aunque no del todo, porque vi un corzo durmiendo, un jabalí corriendo, varios sapos y escuché a algunas aves nocurnas ululando).
Así que, a pesar de que el tiempo no era el mejor, a las 21:00 cogí el autobús a Zeanuri y me planté allí. Cené uno de los bocadillos que llevaba, tomé un ColaCao y empecé a caminar a las 22:04. Ya había anochecido pero no tuve problema en seguir la carretera hasta San Justo sin tener que encender la frontal. Cerca de las 11 de la noche llegué a la ermita de San Justo y a partir de ahí ya sí que tuve que usar la luz porque ahora ya caminaba por pista y luego por un sendero estrecho y empinado. Aunque había subido por ahí unos días antes, a veces tuve que mirar el track que llevaba en el reloj, pues de noche en algunos lugares era difícil distinguir el sendero con claridad y me salía de la ruta sin darme cuenta. También tuve algún problema al tomar una pequeña variante que había visto en la foto satelital del Gorbea y que pensaba que me iba a evitar un tramo malo de barro y fue justo lo contrario. Menos mal que era un tramo corto.
Por fin ya alcancé la pista que sube desde Pagomakurre y desde allí ya el camino es muy sencillo de seguir, y menos mal, porque ya me metí en una espesa niebla que no me iba a abandonar casi hasta la Cruz, y si no lo habéis hecho nunca ya os digo yo que andar de noche en medio de la niebla con una frontal hace que solo veas justo lo que tienes pocos metros por delante, y más de una vez me di cuenta que me estaba saliendo de la pista al dejar de pisar las piedras.
Sin más contratiempos llegué a Arraba y paré un poco para beber y para ponerme una chaqueta, pues empezaba a soplar un poco de viento. No es que hiciera frío, pero de noche y con la humedad de la niebla ya no tenía calor.
Atravesé Arraba y pasé el paso de Aldape sin novedad. Luego atravesé Egiriñao y me paré un poco en la fuente antes de comenzar la dura subida a la Cruz.
Un trago de agua y seguí para arriba. Seguía haciendo un poco de viento y tenía la esperanza, como así fue, de que la niebla levantara según ganaba altitud.
Ya casi en el collado vi la Luna llena por primera vez en la noche, y eso que había salido más o menos cuando estaba en Zeanuri, pero por las nubes había permanecido invisible hasta entonces.
Sin prisa (no quería llegar demasiado pronto a Ubidea porque el primer autobús de regreso a Bilbao no salía hasta las 6:45), fui subiendo la dura pendiente final mientras la Luna aparecía y desaparecía jugando con las nubes y con la niebla que ya iba disipándose. Estaba todo muy bonito. Apagué la luz y con la luz de la Luna fui disfrutando del paisaje nocturno. Espectacular. Mereció la pena llegar allí yo solo esa noche.
Casi en la Cruz, vi un bulto extraño. Pensé que era una vaca muy grande tumbada, pero enseguida me di cuenta de que era una tienda de campaña. Alguien dormía. No les molesté.
Por fin, a las 2 y cinco minutos de la madrugada, llegué a la Cruz. Un rebaño de vacas descansaba y la Luna iluminaba perfectamente el mágico entorno. Antes de quedarme frío, me cambié de camiseta y me abrigué bien. La temperatura era buena, pero el viento en la Cruz siempre te roba enseguida el calor.
Después, estuve un buen rato disfrutando del momento y sacando unas fotos. No llevaba el equipo fotográfico bueno porque no quise ir muy cargado, por lo que las fotos del móvil dan lo que dan.
Hacia las dos y media empecé a bajar. Sin la luz podía seguir perfectamente la ruta, aunque como por la niebla no veía bien el Aldamin, en algún momento perdí las referencias y fui más o menos adivinando la dirección correcta para coger en el collado el camino que baja por Dulau.
Cuando ya estaba al resguardo del viento, me paré y comí otro bocadillo mientras sentía, más que veía, ante mí la mole curva del Gorbea.
Poco después, retomé el descenso y tras alguna pequeña duda sobre la dirección a seguir, solucionada gracias al track, me detuve a quitarme la ropa de abrigo y ya tomé el camino a Ubidea, sin prisa, ya que me sobraba tiempo.
Para las 6 ya estaba en el pueblo. Desayuné el bocata que me quedaba y esperé al autobús de regreso a Bilbao.
Una gran noche para el recuerdo y un buen entrenamiento mental para el futuro. En total me salieron unos 25 km en seis horas caminando despacio, y ocho horas contando las paradas.
Ermita de San Justo.
El sendero está bastante bien señalizado, pero de noche la cosa cambia.
Arraba.
La Luna empieza a aparecer llegando al collado.
Una noche mágica en la Cruz. El punto que se ve junto a la Cruz es Júpiter.
La Virgen de Begoña.
Con la Cruz y Júpiter al fondo.
El Aldamin semioculto.
Llegando a Ubidea.
Ubidea.
El track:
Me he quedado con las ganas de la vuelta en el bus, que esa daba para otro capítulo. Zorionak
ResponderEliminar