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domingo, 19 de julio de 2020

Un Gorbea nocturno en grupo

En la última entrada que hice al blog, hace unas semanas, os narraba mi gran experiencia subiendo al Gorbea yo solo en una noche de Luna llena. Pues bien, como quería repetir la aventura, pero con un grupo de amigos de los Beer Runners Bilbao que me mostraron su interés en vivirla, volví a planear otra ruta por la noche al Gorbea, pero esta vez desde Murgia, siguiendo la primera parte del recorrido de la ultra "Hiru Haundiak" (marcha-carrera de 101 km en 24 horas con las cimas de Gorbea, Anboto y Aitzkorri, que me gustaría hacer el año que viene).
De camino a la Cruz.

Esta era mi idea original en junio. Pero como en la fecha que la hice con Luna llena, y por mor del confinamiento y la "desescalada", no podía pasar a Álava, cambié el inicio a Zeanuri, mucho más duro que por Murgia.
Esta vez, por suerte, ya tenemos más libertad para movernos y no había inconveniente en salir desde Murgia. Como éramos nueve los que al final nos animamos, con los coches ya no dependíamos de los autobuses, lo que nos daba más autonomía. El único "pero" era que el día de la Luna llena de julio yo no podía ir, y al siguiente viernes el mal tiempo nos obligó a aplazar una semana más el proyecto.  Por eso, al final lo hemos hecho en una noche sin Luna, lo que al ir en completa oscuridad nos ha impedido disfrutar de la espectacularidad del paisaje nocturno iluminado por la Luna tal y como sí lo pude hacer en junio. Por otra parte, la negrura de una noche en el monte nos aporta esa sensación de temor a la grandeza de la naturaleza y la insignificancia que el ser humano es ante ella. Eso sí, al ir nueve personas, el miedo desaparece pues el grupo nos protege y nos cuida y nos da seguridad. No en vano somos animales sociales y necesitamos del grupo para sentirnos bien, y eso lo dice alguien que disfruta mucho, pero mucho, de la soledad.
Bueno, al grano, que me enrrollo.
Tras los aplazamientos, intercambio de mensajes, altas y bajas, finalmente la expedición quedó fijada para la noche del viernes al sábado, con Luna casi nueva (o sea, una noche negra) y con el cometa Neowise sobre el horizonte tras el anochecer. Me acompañaban Vero y Sandra, que se apuntan a todo; Inma, que ya está recuperada de una larga lesión; Rober, que es un valiente y se apuntó casi sin saber ni a qué; Mario, que venía de entrenar unos días por los Pirineos; Itzi, que está viendo que es capaz de mucho más de lo que cree; y Marcos y Momo, que se sumaron a última hora para alegría de todos.
Después de un traslado en coche, con la logística preparada, y ya cenados, empezamos a andar sobre las 10:30 saliendo de Murgia por la ruta más sencilla para subir al Gorbea, una subida tendida de unos 13 km que evita las rampas fuertes características de cualquier ascensión al Gorbea desde Bizkaia o desde otros lugares.
La noche prometía ser agradable, pero hacía algo de viento ya ahí abajo, lo que presagiaba un vendabal en la expuesta Cruz a casi 1500 metros, como así fue.
Fuimos siguiendo el track de la Hiru Haundiak sin problemas, ganando altura poco a poco. Al de una hora más o menos de la salida, algo llamó mi atención en el cielo. Y allí, tras unos árboles y no muy alto en el horizonte, mirando al NNW, apenas visible, estaba el cometa Neowise, descubierto este año y que ya se está alejando del Sol en una órbita de casi 7.000 años. Su cola no es muy larga, y como está algo difusa bajo la bóveda celeste, el ojo lo captaba mejor no mirándolo directamente, ya que la retina de nuestros ojos es más sensible en los costados que en el centro y los objetos poco brillantes se ven mejor desviando un poco la vista (lo que aprendí leyendo Cosmos, el famoso libro de Carl Sagan). Fue un momento de subidón, porque aunque sabía de la posibilidad de ver el cometa, luego podía pasar que las nubes, la vegetación o la orografía del terreno, nos lo impidieran. Fuimos muy afortunados.
El cometa Neowise. No se veía así de bien a simple vista, pero fue muy bonito.

Tras unos minutos disfrutando de esa experiencia cósmica, seguimos subiendo tranquilos. No teníamos prisa.
Ya a unos 1.100 metros de altitud, la niebla empezó a rodearnos y el viento arreciaba. Tenía mala pinta la cosa de cara a disfrutar un rato en la cima. Los últimos metros los hicimos envueltos en la oscuridad de la noche y de la niebla. Ya teníamos que estar en la Cruz cuando apareció algo blanco frente a nosotros. Como no se veía ni rastro de la Cruz, pensé que sería la mesa de orientación que hay en la cima, aunque antes de llegar a ella teníamos que haber visto la Cruz, y entonces me di cuenta de que era la figura de la Virgen de Begoña a la que protege la alta Cruz del Gorbea, y vi las negras patas de la misma que hasta entonces se habían camuflado bajo el manto oscuro de la noche. Eran las dos y dos minutos de la madrugada. Más o menos la misma hora a la que llegué allí en junio.
Estando bajo la misma Cruz no se veía ni una tercera parte de ella. La niebla era espesa y el viento desagradable, un viento que hacía caer gotas de agua de la Cruz y parecía que empezaba a llover. Así que tan solo pudimos estar un instante arriba. Lo justo para abrigarnos lo que podíamos, y sacar algunas fotos en las que casi no se ve nada.
Pero eso sí, como en la meta de los maratones, estábamos contentos y felices de estar allí. Para Vero era su primera vez en la cima. Ya tiene como recuerdo una primera ascensión épica a la cumbre más alta de Bizkaia y Álava, de noche y bajo la niebla. No creo que mucha gente pueda decir lo mismo. ¡Enhorabuena, neska!
Iniciamos en seguida el descenso hacia un invisible collado de Aldamin, caminando con cuidado sobre la hierba mojada por la niebla en esa zona tan empinada y que tanto cuesta subir y después seguimos el descenso por el barranco de Dulau, ya más resguardados del viento. Al final de la bajada más dura nos detuvimos en Arimekorta para comer algo junto a un refugio.
Tras el descanso ya tomamos la pista que por un camino cómodo nos llevó hasta Ubide para desde allí tomar un sendero que nos condujo por una subida y un paseo muy bonito hasta nuestra meta en Otxandio, a donde llegamos poco después de las 7 de la mañana. En total empleamos 8:45 horas en hacer el recorrido, de las que en movimiento fueron 6:50 horas. En la Hiru Haudiak te dan 6 horas para pasar el control de Otxandio, pero allí vas caminando rápido o trotando, con el camino bien señalizado, con gente y con apenas paradas. No era esa nuestra idea para esta noche.
Según mi Garmin anduvimos unos 30 km, y en el track oficial de la prueba hasta Otxandio son 28,5 km. Seguramente mi Garmin midió de más porque el GPS siempre mide más, sobre todo cuando vas muy lento, como en este caso. Así que seguramente los 28,5 km oficiales son más fiables.

Diferencia entre ir de noche solo o en grupo
Tras estas dos últimas subidas al Gorbea por la noche, puedo decir que la principal diferencia ha estado en la fase de la Luna. Caminar por el monte de noche con Luna llena es bastante fácil, pues la visibilidad es bastante buena y en caminos fáciles puedes apagar la luz de la linterna tranquilamente. Respecto a ir solo, si bien es cierto que en caso de una emergencia es más arriesgado, la verdad es que el Gorbea no es un monte peligroso y si vas de noche con buen tiempo, ropa adecuada a la temperatura, una buena luz y por una ruta que ya conozcas, no deberías tener ningún problema. Luego, por supuesto, depende de cada uno, de su personalidad y de la confianza que tenga en sus posibilidades. Cada persona sabrá si se ve capaz de pasar la noche sola en el monte o no.
Yo, como queda claro en la crónica de mi subida en solitario y en esta en grupo, he disfrutado mucho en ambas experiencias. Quería hacer una noche solo por el monte, porque me apetecía y también como un test para cuando participe en la Hiru Haundiak o en otro ultra donde quepa la posibilidad de tener que caminar varias horas sin compañía por el monte. Creo que fue un buen test y lo pasé con sobresaliente el mes pasado. Y también me apetecía ir con un grupo para dar la oportunidad a quienes no se atreven a hacerlo en solitario de vivir esta agradable y diferente sensación de estar por la noche en medio de la naturaleza. Me gusta hacer de guía y mostrar a los demás lo que a mí me apasiona para que lo difruten tanto como lo hago yo. Espero haberlo logrado. Muchas gracias a todos por dejarme acompañaros.

La ruta



Una parada. Al fondo las luces de Vitoria-Gasteiz.


Esto es todo lo que se veía en la Cruz.

La Virgen de Begoña.


Una amiga en el camino. Vimos muy pocos animales.




Ya llegando a Otxandio con las primeras luces del alba.


Reto conseguido.

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