El año pasado, tras las semanas duras del confinamiento de primavera, hice dos rutas nocturnas por el Gorbea, una yo solo (desde Zeanuri a Ubidea) y otra en grupo (desde Murgia a Otxandio).
Este año, como estoy inscrito a dos ultras de montaña (la Buts Gasteiz – Iruña, el 23 de julio, y la Hiru Haundiak, el 9 de octubre), quería hacer alguna ruta larga de noche para ir entrenando, tanto a nivel físico como mental.
Tras barajar varias ideas, al final me decidí por hacer una
ruta desde Ubidea hasta Bilbao pasando por la Cruz del Gorbea, siguiendo el
mismo recorrido que hice en mis dos Gorbea Beat
the Sun de 2016 y 2019. La ruta seguida es la que yo llamo “Gorbea-Bilbao para
vagos” ya que cuando la diseñé, el objetivo era ir desde mi casa a la Cruz por
monte, pero por la ruta menos dura. Hay quienes van desde Bilbao al Gorbea
subiendo antes al Ganekogorta y otras cimas, pero yo busqué la forma de ir
esquivando cimas, en vez de buscándolas. Así, el recorrido entre Bilbao y la
Cruz bordea el Pagasarri y el Pastorekorta, y luego, en el cordal entre
Untzueta y Bikotz gane, también va esquivando las cimas más complicadas del
propio Untzueta y del Garaigorta, y otras más fáciles como Aizbelaga,
Arriozurigana, Axpuru, o luego el Otzagarai, ya en el descenso del Untzueta a
Ugao.
Para esta ocasión, en vez de ir de Bilbao a la Cruz (como es
más clásico), me lo planteé al revés, con lo que al terminar podía ir
directamente a la ducha y al sofá, en lugar de tener que esperar al autobús y
luego hacer un pesado recorrido de hora y media desde Ubidea a Bilbao.
A la excursión se sumaron Inma y Marcos, de los Beer Runners,
y José y Borja, de Munay (Borja también es Beer Runners). Cinco integrantes de
un equipo muy majo para pasar bien la noche y parte de la mañana.
Así que, el viernes 25 cogimos el último autobús a Ubidea, a
las 20:45, y llegamos allí a las 22:15. Para nuestra sorpresa (y alegría, que
ya hace falta) encontramos que el pueblo (muy pequeño) tenía un ambiente
festivo, con txosna incluida. Nosotros solo cenamos lo que llevábamos,
luego tomamos unos cafés y cola-caos, y casi a las 11 de la noche empezamos a
caminar.
Los primeros kilómetros son muy suaves por una pista fácil.
Allí, José nos quiso enseñar cuál debe ser el ritmo que un ultra montañero debe
poner en las zonas más fáciles. Por suerte para nosotros, enseguida se acopló
más a nuestro ritmo que nosotros al suyo, je, je.
Tras ocho kilómetros, ya llegamos a la zona de Arimekorta, y
el cielo que hasta entonces estaba cubierto, ya se abrió al subir y pudimos
empezar a disfrutar de la Luna un día después de su plenilunio (para disfrutar de
la noche en la montaña es mejor ir con buena Luna). A partir de aquí ya empieza
una subida dura de tres kilómetros hasta el collado y luego hasta la Cruz, con
unos 600 metros de desnivel a salvar en ese tramo.
La noche era agradable y poco a poco fuimos acercándonos a una muy concurrida Cruz, ya que otro grupo de seis montañeros bajaba cuando nosotros subíamos, y arriba había tres tiendas de campaña, de las que salía el rugido inconfundible de un oso pardo (aunque no negaré que podría ser alguien roncando, vete a saber).
Tras un rato arriba, intentando sacar algunas fotos aprovechables,
ya empezamos a bajar. El tiempo era muy bueno, con poco viento y temperatura suave.
Tras una paradita en la fuente de Egiriñao, pasamos el paso de Aldape y atravesamos
Arraba junto a las yeguas y sus potros jóvenes. Después llegamos a Pagomakurre
(con el aparcamiento lleno de coches, para nuestra sorpresa), donde hicimos un
pequeño alto para comer algo y coger agua. Llevábamos 17 kilómetros y unas
cuatro horas de marcha.
Desde Pagomakurre, proseguimos el descenso hacia Zeanuri,
hasta coger un cruce a la izquierda para salir a la carretera en Bikotz Gane, tras
un pequeño affaire con una yegua no muy contenta porque habíamos
asustado a su potrillo.
Entre Bikotz Gane y el monte Untzueta hay una zona de casi
ocho kilómetros con algún paso algo complicado, sobre todo de noche. El sendero
que rodea el Garaigorta es muy estrecho, apenas se adivina a veces entre los
helechos, las zarzas y las ortigas, y esconde piedras traicioneras. Estaba muy
húmedo y terminamos con los pies calados del agua que se recogía en la
vegetación, pero salimos indemnes de ese paso.
Después, con gran variedad de paisajes y arbolado, fuimos
por el cordal que culmina en el Untzueta mientras el Sol hacía su aparición por
todo lo alto. Se ve que le gusta hacerse notar algunos días, y este sábado era
uno de ellos. Salió a lo grande.
El tramo final que sube a Untzueta es una subida rocosa en la que el sendero se hace incómodo y un poco peligroso a veces. Con la ayuda de las manos, fuimos salvando cuantas dificultades intentaban salir a nuestro paso y, por fin, estábamos en la cima del Untzueta (km 32). Mi ruta bordea la última parte, pero en esta ocasión merecía la pena llegar arriba.
En esta cima, como explica una estela, desde el s. XII hasta
el s. XIV hubo un castillo para la defensa del camino que el Reino de Navarra (que
llegaba hasta aquí) usaba para llevar mercancías desde la costa por estos
valles. Los señores de Bizkaia lo conquistaron en 1200 y fue el propio señor de
Bizkaia quien ordenó su demolición en 1357.
Tras un descenso, con algún resbalón, hasta Ugao, solo nos quedaba una dura subida de tres kilómetros hasta Pastorekorta (bueno, Inma y yo seguimos mi track y rodeamos su cima, pero Marcos, Borja y José se atrevieron con la última rampa de subida y la rampa de bajada). Luego un poco de llaneo antes de bajar ya hasta Bilbao.
En fin. Una preciosa experiencia de 52 kilómetros y de unas
11 horas y media (alguna más contando paradas). Llegamos cansados y con sueño,
algo lógico, pero muy contentos. Espero repetir más veces.
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