Como en este extraño año que nos está tocando vivir, por mor de la pandemia, me han cancelado todos los maratones que tenía previsto correr, me está tocando reinventarme y adaptar mi calendario con actividades deportivas diferentes, como salidas nocturnas por el Gorbea, el I Duatlón Powerman Butrón, la 2ª Bilbao-Lekeitio corriendo, el Gorbea by my own means, etc.
Con dorsal, desde el confinamiento de marzo, solo he podido correr una carrera oficial, la Otso25k en Andorra que corrí hace dos semanas.
Pero me faltaba algo. Me faltaba correr algún maratón. Todas la opciones de maratones oficiales que parecía que se iban a celebrar se han ido cayendo: Atenas, Málaga, Tenerife. Ya no queda nada más, al menos en un radio de distancia de poder viajar en 3 o 4 días máximo.
Así que, la semana pasada, cuando di con la bici de gravel la vuelta al pantano de Ullibarri-Ganboa desde Landa y comprobé que la distancia de la vuelta entera es de unos 43 km, un maratón, me animé y decidí que ese iba a ser el maratón de otoño que iba a correr. No sé si será el último del año (el único, mejor dicho), porque depende de si me tengo que operar o no del problema de la retaguardia que os comenté (esta semana me lo miran a fondo).
Bien. Así que el martes tomé la decisión de hacer este maratón extraoficial y ayer sábado, que hacía buen tiempo, fui a Landa y lo corrí.
El recorrido es de trail, por pistas que recorren las orillas del pantano casi en su totalidad, salvo un tramo de asfalto entre Nanclares de Ganboa y Arroyabe. Se puede evitar también este asfalto, pero por unas pistas muy empinadas y por senderos en una zona más de monte, por Atxurdin. Es una variante muy bonita pero que endurece demasiado el maratón. Si el tiempo es seco se puede hacer con zapatillas de asfalto, pero si ha llovido los días previos hay bastantes zonas de barro y charcos. Yo llevé zapatillas de trail y creo que acerté.
El perfil es bastante llano, salvo esta zona de asfalto que nos hace subir 1,5 km para luego bajar 2,5 km y volver a subir otro km más. Es la zona más dura del circuito y coincide, además, entre el km 28 y el 34, la zona más dura de un maratón, que ya te pilla con fatiga y aún están lejos de la meta. El resto del recorrido es llano, con subidas y bajadas no demasiado complicadas.
Como no he entrenado para un maratón, y además fue una decisión de unos días antes el correrlo (un "no pienses, corre" que diría Chema Martínez), ya sabía que no iba a poder correr rápido. Mis previsiones me decían que podía tardar cerca de 4,5 horas en hacerlo, así que salí tranquilo, con todo lo necesario encima: geles, una barrita y dos bidones de agua de medio litro cada uno. En el circuito hay por lo menos dos sitios para coger agua, pero para uno hay que desviarse un poco del recorrido y la otra fuente la descubrí ayer mismo, por lo que preferí salir con agua, pese al peso y la incomodidad de correr con el chaleco de trail a tope de carga.
Por la mañana hacía algo de fresco, pero enseguida metí el chubasquero en el bolsillo, y un poco después ya guardé también los manguitos y los guantes.
Los primeros kilómetros son muy bonitos, por una pista rodeada de vegetación y escuchando el sonido de las abundantes aves que nadan por el pantano. A ritmo tranquilo fui avanzando por el recorrido sin apretar en ningún momento. Esta semana el gemelo me ha dado algo de guerra y no quería forzarlo nada.
Llegué a la zona de Naclares de Ganboa con algunas molestias en el gemelo. Ahora tenía la parte más dura, con la subida de asfalto de 1,5 km. Justo antes de empezar es cuando descubrí que allí hay una fuente. Con las molestias y como ya estaba algo cansado, decidí subir las cuestas caminando.
Hacia el km 35, después de pasar la zona de subidas, ya estaba cerca del pueblo de Ullibarri-Ganboa. El gemelo me dolía ya bastante y tuve que empezar a caminar a ratos. Los últimos 7 km se me hicieron duros por esta circunstancia y ya en los últimos 3 o 4 apenas podía correr 100 metros sin tener que caminar. Esto hizo que el tiempo final para los 43 km que me salieron se fuera a las 4:49 horas (sin contar las paradas). Más lento de lo previsto. Salvo por el dolor de la pierna, me encontré bien. No había entrenado de manera específica para un maratón, pero tampoco estoy mal del todo, je, je.
El recorrido medido en el ordenador es de 43,4 km, que se supone que es bastante exacto. Mi Garmin, que mide la distancia a través del sensor del potenciómetro Stryd (mucho más fiable que el GPS de Garmin) me marcó 43,02 km. Es lo que quería hacer, un poco más de 42,2 km para asegurarme que corría por lo menos la distancia del maratón. Si corres según el GPS 42,2 km, lo más probable es que en realidad hayan sido unos centenares de metros menos.
Tenía la duda de si añadir este maratón a mi lista de 28 maratones corridos. En la web de Javi Sanz, Coleccionista de maratones, hay un listado de todos los corredores españoles que han corrido al menos 50 maratones, y en las bases para poder sumar maratones a este listado deja claro que solo pueden ser maratones oficiales corridos con dorsal, además de alguna otra norma. Deja claro que no cuentan los maratones virtuales ni otros hechos de forma individual, como este que hice ayer.
Al final he decidido que para mi cómputo particular de maratones corridos sí que voy a añadirlo, sobre todo teniendo en cuenta las ciurcunstancias de este año.
Así que ya tengo 29 maratones en las piernas: 27 de asfalto y 2 de trail, contando este. Además, llevo 3 ultras oficiales (2 de asfalto y 1 de montaña) y otros 4 ultras extraoficiales (2 de montaña y 2 de asfalto).
Sean o no carreras oficiales, mis piernas los han corrido.
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