sábado, 12 de septiembre de 2015

Cómo no pensar en un maratón (mientras corres un maratón)

Por sugerencia de una amiga y compañera de entrenamientos, Diana, me he decidido a añadir este post que es un anexo a los que dediqué a "Cómo preparar un maratón" y "Cómo correr un maratón" y que va a tratar el tema de cómo afrontar una carrera (un maratón o cualquier otra carrera larga) desde el punto de vista de la mente y cómo poder evadir la cabeza de los pensamientos negativos que a todos nos asaltan en un momento dado de la carrera.
En primer lugar, doy por supuesto que habremos llegado a la carrera con el entrenamiento y la motivación suficientes como para tener la seguridad de que somos capaces de acabarla. Y si no nos creemos capaces, aunque sea más difícil, también podremos terminarla si usamos bien la cabeza y corremos reservando fuerzas (eso sí, no esperemos milagros, si no hemos entrenado apenas, es probable que no terminemos un maratón, y si lo terminamos no será la mejor idea que hayamos tenido).
Ya puestos en la tesitura de que hemos entrenado, estamos animados y tomamos la salida en la carrera con la esperanza de llegar a la meta disfrutando (que es siempre nuestro objetivo), lo primero que debemos hacer es intentar estar preparados para lo que nos pueda pasar. Puede que nos ocurra algo inesperado en la carrera, pero si hemos pensado un poco podremos estar prevenidos ante casi cualquier circunstancia que se nos presente en la carrera.
Así que antes de empezar a correr una carrera larga, pensemos en qué contingencias nos pueden pasar que nos hagan sufrir más de la cuenta, nos obliguen a parar o, en última instancia, nos lleven a retirarnos.
¿Y cuáles son estas contingencias? Pues hay de todo, como en botica.
En primer lugar está el (mal) tiempo que pueda hacer. Si hay previsión de frío y lluvia, de mucho viento o de un calor bochornoso, es mejor saberlo cuanto antes y así estaremos preparados para afrontar estas dificultades de la mejor manera posible (además de para vestirnos con la ropa más adecuada).
Pero si nos sorprende un cambio de tiempo repentino en mitad de la carrera, lo mejor es adaptarnos al cambio, olvidarnos del ritmo que queríamos llegar e intentar ajustarnos al nuevo ritmo que las circunstancias nos impongan. Que hay mucho viento de cara, pues habrá que ir más despacio; que de repente hace mucho calor, pues habrá que pararse en las fuentes que encontremos; que hace frío, pues habrá que apretar un poco para entrar en calor. El truco está en adaptarnos a lo que vamos encontrando, como en la vida.
Luego están las molestias que podamos tener en nuestro cuerpo, normalmente en forma de dolores musculares en las piernas. Bien. Si son solo molestias no hay que hacerles mucho caso. Otra cosa es cuando la molestia pasa a ser un dolor insoportable. En ese caso es mejor parar y evitar una lesión que nos haga estar sin correr varias semanas.
Si a mitad de carrera nos empieza a molestar un músculo, lo mejor es intentar cambiar el paso, haciéndolo más corto o más largo durante unos metros a ver si así se nos pasa. También podemos parar un momento y estirar un poco. De todas formas, en una carrera larga es normal tener molestias repentinas que vienen y van. La mayor parte de las veces no tienen ninguna importancia y suelen ser más por causa de la tensión y los nervios que otra cosa. Lo mejor es intentar no pensar en ellas. Luego hablaré de algunos trucos para evadir la mente de la carrera.
Otra contingencia que nos puede pasar es que nos hayamos olvidado de darnos vaselina, o de llevar algún gel, y que a mitad de la carrera empecemos a tener incómodas rozaduras o que empecemos a sentir que nos acecha una pájara de las buenas.
Bien. No nos pongamos nerviosos por ahora. Podemos pedir en algún avituallamiento a ver si tienen tiritas o algo para la rozadura. Si no, podremos cambiar la forma de correr para ver si así la podemos soportar. Si empezamos a sentir hambre y aún queda mucho y no hemos llevado geles o glucosa, lo mejor es bajar el ritmo y parar en el siguiente avituallamiento para coger lo necesario. También podemos pedir a los compañeros a ver si alguien lleva algún gel de sobra. Siempre hay quien, como yo, os podrá dar un gel o una pastilla de glucosa. Es normal ser solidarios entre los participantes.
Otra cosa que nos puede pasar y que puede llegar a ser nefasta en una carrera larga es que nos entre la horrible sensación de que no podemos más, que tenemos que parar y retirarnos.
Bueno. Esto puede ser debido a que hayamos llevado hasta ese momento un ritmo demasiado alto. Si es así, lo mejor es bajar el ritmo, o incluso caminar un rato, comer algo y no perder nunca la moral de que podemos llegar a meta, aunque sea más despacio. ¿Y cómo podemos saber si el ritmo al que vamos es el adecuado para una carrera larga? Si tenemos pulsómetro y nos hemos hecho una prueba de esfuerzo ya sabremos a qué pulsaciones debemos correr para no pasar de nuestro umbral. Y si no llevamos pulsómetro, o no tenemos ni idea de cuál es nuestro umbral hay un indicador que es infalible: si podemos mantener una conversación con los corredores que van con nosotros sin que la respiración se nos entrecorte es que vamos bien. A ese ritmo podemos aguantar mucho tiempo, hasta el final.

Trucos para no pensar en que corremos mientras corremos
El simpático atleta Chema Martínez ha hecho famoso su lema de "No piensas, corre". Yo no estoy muy de acuerdo con el lema, ya que mientras corro es cuanto más pienso, la verdad. Pero en lo que sí tiene razón Chema es que cuando las cosas se ponen duras en una carrera lo mejor que podemos hacer es no pensar en la carrera, y dejar que el cuerpo corra solo (que ya sabe él cómo hacerlo).
Ya os comenté en el anterior post de "Cómo correr un maratón" que los atletas profesionales y los que quieren batir su MMP deben correr concentrados en lo que están haciendo, ya que si no es fácil que bajen el ritmo y ya no vayan a tope (a puto tope, que diría Chema).
Pero para un corredor popular que solo quiere acabar su primer maratón, o su primer medio maratón, cuando vienen estos imprevistos que he comentado antes lo mejor es que deje de pensar en que está corriendo una carrera, que le duele una pierna o que está sofocado por el calor.
En estos caso lo mejor es simplemente cambiar de pensamiento y dejar que el tiempo pase por si mismo. Así, para cuando nos hemos dado cuenta ya no nos duele la pierna o hemos llegado al puesto de avituallamiento y nos estamos echando agua por la cabeza.
"Vale -diréis-. Esto es fácil de decir pero difícil de hacer". Pues sí, a veces puede ser difícil dejar de pensar en el sufrimiento.

Cómo hacerlo:
- Pensar en algo que tengamos que solucionar la semana siguiente en el trabajo o en casa. Además, puede que nos sorprendamos al lograr dos cosas a la vez, como son la de dejar de pensar en el dolor del pie, y además es muy probable que se nos haya ocurrido una solución a ese problema en el trabajo que no sabíamos cómo resolver. Al correr la mente se despeja muchísimo y el cerebro encuentra formas de pensar diferentes y se desbloquea.
- Hablar con otros corredores. Es una de las mejores formas de evadirnos de la carrera, y además conocemos gente nueva y aprendemos cosas de ellos. Si son veteranos nos transmitirán tranquilidad, y si son novatos como nosotros compartiremos con ellos nuestras inquietudes.
- Contar. Contar pasos, contar la respiración, contar personas que vemos por delante, contar papeleras,... Lo que sea, pero al contar la mente se tiene que concentrar y dejamos de pensar en otras cosas. Además, como vamos a perder la cuenta, en cuanto nos demos cuenta empezaremos de nuevo y el tiempo pasará volando.
- Saludar al público y sonreír a los que nos saludan. Si estamos en una carrera en la que hay mucho público tendremos la suerte de recibir sus ánimos y, parece una tontería pero los ánimos del público nos animan mucho. Así que, responder a sus aplausos y saludarles nos hará disfrutar un buen rato como si no nos doliera nada o como si no estuviéramos cansados.
- Dividir la carrera en tramos cortos, por ejemplo de 5 en 5 kilómetros y concentrarnos en llegar al siguiente tramo donde debamos hacer algo, como beber o comer. Eso nos ayudará a pasar kilómetros más fácilmente.
- No pensar en el tiempo que nos queda hasta la meta. Si estás cansado en el km 30 de un maratón y piensas que aún te queda más de una hora corriendo se te va a hundir la moral. Es mejor pensar en que solo te quedan 12 kilómetros. Y además, si haces trucos mentales verás que no son 12, sino 10, pues los últimos 2 los vas a hacer más fácil al estar ya llegando a meta. También puedes pensar en el recorrido que te queda. Por ejemplo, si los últimos 10 km son un último circuito, pues piensa que solo te falta una vuelta. O si son ida y vuelta por una misma avenida, pues concéntrate en que solo te queda ir hasta el final y volver.

Por último solo me queda comentaros el truco definitivo para acabar cualquier carrera: tener ganas de acabarla. Los psicólogos lo llamarían: tener la motivación suficiente. En estos casos casi siempre es cierto eso de "Querer es poder". Si realmente queremos acabar, si realmente tenemos ganas, seguro que lo conseguimos. Ya conocéis el dicho de que "el que quiere hacer algo encuentra la forma de hacerlo y el que no quiere encuentra excusas para no hacerlo".

Ánimo. Si has leído hasta aquí, es que realmente quieres terminar tu próxima carrera. Ya lo tienes casi hecho.

Saludar al público y que el público te aplauda es algo que nos motiva muchísimo y que nos ayuda a pasar los malos momentos.

Correr solos nos ayuda a pensar, y correr una carrera con gente también.

Al correr nuestros pies siguen los dictados de la cabeza. Dejémosles fluir (a los pies y a la cabeza).

Aunque el camino por delante sea largo, al final siempre llegamos a algún lugar.



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