sábado, 23 de noviembre de 2019

Final de la temporada maratoniana

Pues unas semanas antes de lo previsto he decidido poner punto final a este año de maratones y carreras. La lesión de la rodilla, que no parecía importante en agosto, no se me acaba de curar del todo, así que voy a olvidarme del Maratón de Málaga, la última gran cita que tenía para este año, y a ver si así se cura del todo y puedo empezar 2020 sin problemas.

No me puedo quejar. Pese a la lesión, por lo menos pude completar el 50k de Washington.

La lesión en sí no es muy importante. Según la RMN es solo una leve condropatía con un discreto edema óseo en la rótula. En principio con unas semanas de reposo sería suficiente para que remitan las molestias.
Sin embargo, desde que me empezó a doler, allá por agosto en el Maratón del Río Boedo, no he reposado todo lo que debería haber reposado y por eso sigo con molestias tres meses después.
La causa del dolor no está muy clara, pero en el informe de la RMN ya apunta a posible sobrecarga. Y creo que esa es la causa. Tras la Subida al Veleta, corrí dos semanas después ese maratón sin tenerlo previsto en mi calendario. Llegué con el cuádriceps sobrecargado (no tenía molestias pero en el masaje se notó) y además los últimos 15 km del maratón los corrí pisando mal por una dolorosa rozadura en el muslo, además de que era por pista, no por asfalto.
Total, que terminé el maratón con algo de dolor en la rodilla, y como tenía que entrenar para el 50k de Washington del 27de octubre no paré lo que me aconsejaron parar. Seguí corriendo algunos días (para probar) con la obsesión de que no podía parar mucho para poder terminar el 50k. Por si acaso, cancelé algunas carreras, como la Panes-Potes y el Medio Maratón de Plazaola.
Ya parecía recuperado y empalmé tres semanas buenas de entrenos con una tirada larga de 31 km sin molestias. Pero luego, tal vez por una salida dura en bici con unas zapatillas nuevas que no tenían las calas correctamente colocadas, empezó a molestarme otra vez a unos días de Washington e incluso tuve que abortar el último entreno largo a mitad del recorrido por dolor.
Luego en Washington tuve suerte, y aunque me molestó un poco la rodilla, no me impidió acabar la carrera. Al regresar de Washington tenía algo de dolor y me hicieron la RMN y es cuando me vieron lo del edema.
Así que, estas cuatro semanas después del 50k solo he corrido tres días, uno de 15 minutos y dos de poco más de media hora, y no noto que se me vaya del todo la molestia.
Por tanto, aunque tengo dorsal para el Maratón de San Sebastián, que es mañana, y quería correr los últimos 10 km para ayudar a mi amiga Vero a completar su primer maratón, finalmente no correré. Y en el Maratón de Málaga del 15 de diciembre, que iba a ser mi última cita importante del año, solo espero poder correr los primeros kilómetros si en estas tres semanas de reposo veo que me desaparecen del todo las molestias. Serán, en ese caso, unos primeros kilómetros de pretemporada de cara al año 2020.
En fin. No me puedo quejar. Pese a la lesión he logrado salvar la cita de Washington, que era la más importante de la segunda parte del año. Y, además, en la primera parte del año pude completar todos mis objetivos, que fueron mcuhos y muy atractivos, como el Maratón de Milán, el de Spitsbergen, la Subida al Veleta y la subida al Tourmalet. Solo alguno de esos retos ya es un objetivo importante para un año, así que haber completado todos (menos Málaga) es un éxito.
Solo espero que con esta decisión se me cure del todo la rodilla y así poder empezar el año 2020 entrenando sin problemas para los retos que me esperan, que serán muy atractivos, ya os comentaré.

viernes, 8 de noviembre de 2019

II. Talde Duatloi. II Duatlón Vía Verde Montes de Hierro

Una semana después del 50k de Washington, y todavía cansado de la carrera y del viaje y con la rodilla aún tocada, me tocaba participar junto a algunos amigos de los Beer Runners Bilbao en el 2º Duatlón por equipos de la Vía Verde de los Montes de Hierro, entre Beci (Sopuerta) y Pobeña.
En esta carrera se corre por equipos de cuatro, con un ciclista que hace el recorrido entero (37 km) y tres corredores que lo hace en tres relevos. Luego se suma el tiempo del ciclista con el total de los tres corredores.
Los dos equipos y mi hijo, después de la carrera.

Formamos dos equipos de Beer Runners Bilbao: en el primero yo era el ciclista y corrían Mario, Vero y Sandra; y en el segundo en la bici iba Belda, y corrían Jon Laviña, Kike y Luis. Además, también participaba mi hijo en bici con tres amigos suyos.
Para esta carrera he usado mi nueva bici de gravel, con la que estoy disfrutando mucho. Para este recorrido esta bici es perfecta. Con una de carretera hay tramos, sobre todo la primera bajada, en la que apenas puedes rodar seguro, y con una BTT, al ser bastante llano y con mucho asfalto el final, no vas lo rápido que te gustaría. En cambio, con la de gravel, pasas bien las zonas de tierra y pista, y en el asfalto casi vas igual que en una bici de carretera.
Llego el fin de semana de la carrera y la profunda borrasca Amelie dejó sus huellas en Bizkaia, y entre estas huellas quedó que la segunda parte del recorrido estaba cortada por la caída de un árbol.
Por ello, la organización en un principio retrasó la salida para ver si podían despejar el camino, y al final, además de un retraso de una hora, la carrera quedó reducida al primer tramo, Bezi - La Aceña, 15,5 km. Así que saldríamos primero los ciclistas hasta allí, y después corrían todos los corredores pero solo se tenía en cuenta el tiempo del primer relevista, que era quien llevaba el chip. La suerte fue que, con el retraso, para cuando salimos ya no llovió más y quedó una mañana bonita.
Una pena para todos. A mí, en parte me vino bien porque así forzaba menos tiempo la rodilla. Eso sí, al ser el esfuerzo más corto salí a tope y así seguí hasta la Aceña.
Una vez comunicado al resto del equipo la suspensión de los dos tramos finales (ya que estábamos dispersos en varios coches según la logística que nos habíamos preparado), fueron todos a Bezi. Luego se empezó a dar la salida a los ciclistas, cada minuto, y yo salí a las 10:09 y Belda justo un minuto por detrás.
Al de 200 metros de salir teníamos una bajada de menos de 900 metros por una pista de cemento muy pronunciada que la bajé muy despacio, por miedo, ya que terminaba en un par de curvas antes de entrar en un camino que ya daba paso a la Vía Verde en la antigua estación de Traslaviña. Viendo luego en Strava, mi hijo, que baja muy rápido y lleva una BTT de doble suspensión, me sacó en esos metros 1:28 minutos. Luego en meta quedó justo delante de mí por 6 segundos. Qué envidia me da la gente que baja sin miedo.
Tras esa bajada ya venía un terreno en el que podía rodar rápido en mi bici. Había muchos charcos y algo de barro, además de muchísimas ramas por el suelo, pero al ser bastante llano yo iba pedaleando a tope sin preocuparme mucho del terreno. Es un recorrido muy bonito, con varios túneles y algunos puentes de madera. A mitad del recorrido teníamos una dura subida de medio kilómetro que me costó subirla porque llegué allí con el pulso a tope. Luego una bajada otra vez difícil y ya a rodar otra vez hasta el último repecho durísimo que nos dejaba en la improvisada meta.
En meta esperé hasta que llegaron los últimos ciclistas mientras comí un arroz con leche que nos habían preparado que estaba riquísimo. Tenía que haber comido algo más, porque luego regresé en bici por carretera hasta Bezi a por el coche y llegué medio pajarón. Además, me confundí de carretera y tardé una hora en llegar hasta el coche con dos subidas.
Cuando volví a La Aceña, ya habían acabado todos los corredores y me junté con el resto del equipo. Mario hizo un carrerón y los demás disfrutaron, y sufrieron, por el recorrido y sus cuestas, tanto las dos bajadas como las dos subidas.
La verdad es que, pese al contratiempo de la anulación de los dos tramos finales, lo pasamos muy bien. Habrá que repetir el año que viene, y esperemos que haga buen tiempo.

Vero en pleno esfuerzo.

Sandra.

Luis.

Sandra.

Luis y Kike.

Salida de Alex.

Mi salida.

Salida de Belda.

Sandra en meta.


No quedamos los últimos.

Con Belda en meta.



Con Alex en meta.

Terreno ideal para una gravel.






El arroz con leche.





domingo, 3 de noviembre de 2019

50k del Marine Corps marathon. Un paso más allá

El año 2015 participé en la 40ª edición del Marine Corps Marathon, el maratón que organiza en Washington DC el Cuerpo de Marines, y que es uno de los más queridos por los runners de EE.UU. por la carga emotiva que tiene para ellos esta carrera tan especial. Fue un maratón que me encantó, y junto al Maratón de Nueva York y algún otro, es de esos maratones que te gustaría repetir una vez hechos.
Así que, cuando a primeros de año vi que para esta edición organizaban por primera vez un ultra de 50k junto al maratón, no lo dudé y me apunté. Para el maratón hay sorteo de dorsales (hay unos 25000 participantes), pero para el 50k abrían la inscripión un día a una hora y estuve atento. Menos mal, porque se acabaron los 1700 dorsales en menos de una hora. Luego conseguí un hotel y un vuelo a buen precio y listo. A por mi primer ultra de asfalto en llano.

Con la medalla equivocada, pero una foto muy trabajada. Feliz, aunque ya me notaba los síntomas del bajón de tensión que me venía.

Luego seguí con mi planificación de carreras de este año: Maratón de Milán, Spitsbergen Marathon, WOP Challenge, Viaje al Tour, Subida al Veleta y a partir de aquí fue cuando la fastidié al correr un maratón que no tenía previsto, el de Báscones de Ojeda, pues a raiz de esa carrera me empezó a doler la rodilla y solo he podio entrenar tres semanas con normalidad para este 50k.
Bien. Aquí están la crónica del viaje (que solo él ya merece la pena) y de la carrera.
Empezamos por el viaje.

El viaje
Viajar a la costa Este de EE.UU. es un viaje largo, pero no tan largo como ir a la costa Oeste o a Asia, así que, para quien viaja mucho, es un viaje medio. Yo ya conozco Washington DC (o solo DC como dicen allí) de haber estado otras tres veces. La verdad es que es una ciudad bonita, sobre todo la parte monumental, pero no es tan entretenida como NY, en donde he estado nueve veces. Nueva York nunca acabas de verla entera, siempre hay algo que te sorprende. Sin embargo, en Washington en dos días ya has visto casi todo lo que hay para ver, y no hay apenas zonas animadas cuando cierran las oficinas. Pero bueno, sí que merece la pena un viaje.
Llegué el viernes a media tarde hora de EE.UU. vía París. Tuve suerte en en el control de inmigración, y salí del aeropuerto en menos de una hora. Un viaje rápido en bus y en seguida llegué a mi hotel, que estaba muy bien situado para ir caminando a la salida del maratón, y sobre todo para ir andando desde la meta al hotel en menos de veinte minutos (si todo hubiera ido bien, claro).
Dejé las cosas en el hotel y cogí el metro hasta la zona del centro para dar un paseo y cenar algo. Luego a dormir, que estaba bastante cansado.
El sábado por la mañana fui en autobús hasta cerca del Capitolio y corrí suave unos 7 km mientras me sacaba unas fotos. Hacía muy buen tiempo, como todos los días, salvo la mañana de la carrera.
Una ducha y ya fui a la feria de la carrera (muy lejos de todo) a recoger el dorsal y a echar un vistazo. También pude escuchar a Dean Karnazes, el ultramaratoniano, que también corrió los 50k. Ya con el dorsal, regresé al hotel, comí una pizza y me junté con mis amigos americanos Juan y Linda que han estado el fin de semana conmigo para animarme. Juan ha corrido doce veces este maratón, y tiene mérito porque siempre dice que no le gusta correr, je, je.
Luego fuimos a descansar, cenar algo y a dormir, que el domingo iba a ser un día largo.
La crónica de la carrera la dejo para más adelante. Ahora sigo con el viaje.
El día siguiente a la carrera lo dediqué a turistear por la ciudad. Primero fui al cementerio de Arlington, donde acaba la carrera. Allí pude ver la tumba de JFK y el cambio de guardia de la tumba del "Soldado desconocido". Jopé con los marines, parecen robots. También visité el memorial de Iwo Jima, donde termina la carrera. Os recomiendo las dos películas de Clint Eastwood sobre esta batalla: Banderas de nuestros padres, que la ve desde el punto de vista americano, y Cartas desde Iwo Jima, narrada desde la mirada japonesa. Luego volví al Capitolio y entré a visitarlo, y también la Biblioteca del Congreso, la mayor biblioteca del mundo. Después visité el Museo del Espacio y saqué unas fotos por el Mall y a las seis de la tarde fui al local de Bike&Roll, ya que había reservado un paseo en bici por la ciudad en un grupo guiado. Fue un paseo de unas tres horas y Kevin, nuestro guía, nos iba explicando la historia de cada monumento que íbamos viendo. La mayoría ya los había visto, pero me impresionó el de Marthin Luther King por su grandiosidad, como casi todo en este país. La pena de este tour es que para cuando salimos y llegamos a los monumentos ya era de noche, por lo que no pude sacar bonitas fotos del atardecer, ya que quedó una tarde de lunes preciosa.
El martes salí a correr un poco hacia el memorial de Iwo Jima para sacarme unas fotos con calma y para probar la rodilla. No pude correr mucho. Me dolió. Luego dejé la maleta en el hotel, fui al centro a dar un último paseo y ya regresé a por la maleta para ir al aeropuerto.
Y para terminar con el turismo, tras toda la noche en el avión sin casi dormir, llegué a Ámsterdam y como tenía una escala de siete horas di un paseo por la ciudad antes de volar, por fin, a Bilbao.
En resumen. Un bonito viaje muy bien aprovechado.
Aquí teneís unas fotos de la parte turística pre y post carrera.

Monumental monumento a Lincoln.


The Mall.

Monumento a Washington y el Capitolio al fondo.


Monumento a Marthin Luther King, el único monumento que no está dedicado a un presidente de los EE.UU.

Memorial de la Guerra de Corea.

La Casa Blanca.



La cúpula del Capitolio desde dentro. Espectacular.

El Capitolio está lleno de estatuas de personajes de la historia del país, como esta de Rosa Park, la mujer que se negó a levantarse de un asiento de autobús reservado a los blancos. Ante leyes injustas la desobediencia civil ha sido muchas veces decisiva para su derogación y el avance de la sociedad.

La biblioteca del Congreso, la más importante del mundo.

La cúpula de la Biblioteca del Congreso.

Hermandades universitarias en Washington, cerca de la Universidad George Washington.

La tumba de John Fitzgerald Kennedy en Arlington.

Cementario de Arlington.

Tumba del Soldado desconocido. El cambio de guardia es espectacular.

Uno de los mástiles del "USS Maine", el barco de la Navy que estalló en Cuba en 1898 y dio paso a la guerra contra España, el "Desastre del 98". 

Monumento a los muertos en la isla de Iwo Jima, en la 2ª Guerra Mundial. Aquí está la meta de la carrera.

Reloj Omega que llevó Neil Armstrong a la Luna en 1969. Museo del Espacio.

El avión "Spirit of St. Louis" con el que Charles Lindbergh cruzó el Atlántico volando por primera vez.

Traje con el que Armstrong llegó a la Luna.

Carrerita precarrera el sábado, recordando a mi equipo Beer Runners Bilbao.

Y también a "Un paso más por el Tourette" y a Amaya.

Con el dorsal y la camiseta para los del ultra.

Me compré en la feria la camiseta de finisher. Ya solo tenía que terminar la carrera.

Dean Karnazes.

Y ya de regreso a Europa, paseo por los canales de Ámsterdam.


Réplica del barco del s. XVIII "Amsterdam".

La carrera
Bueno. Vamos ya a la carrera, que para eso leéis este blog.
Como ya dije, mi preparación debido a la lesión de rodilla que me tiene frito desde agosto no ha sido la más adecuada para una carrera de 50k. De fondo me encontraba bien, pero sin haber metido entrenamientos de calidad llegué muy justito para un esfuerzo tan largo. De todas formas, y con el acojone normal, dadas las circunstancias, llegaba a Washington con esperanzas de poder terminar la carrera. Lo peor que me podía pasar es tener que caminar varios kilómetros si la rodilla me empezaba a doler. Por si acaso, en la riñonera llevaba, además de geles, un Nolotil.
Me levanté temprano, desayuné en la habitación, y fui caminando hacia la salida bajo la lluvia, ya que, como habían anunciado, iba a estar lloviendo fuerte desde la madrugada hasta bien entrada la mañana.
Ya en la zona de salida solo cabía esperar. Fui con ropa de abrigo que luego tiré antes de salir, pero la verdad es que frío no hacía, pero la lluvia a veces era fuerte. Me fijé en un corredor que estaba allí solo con la camiseta de tirantes y unas gafas de sol en la cabeza, aguantando la lluvia. Luego vi que fue el ganador, con un tiempo de 3:11. Yo me situé casi en la primera línea, sin molestar.
Poco antes de la salida una Miss (sería la Miss del Condado de Arlington) nos arengó con unas frases y a las 7:30 en punto sonó el cañonazo de salida del 50k, justo al amanecer. Luego, a las 7:55 (no sé por qué a esa hora), salían los del maratón.
El recorrido del 50k es el mismo del maratón, salvo una extensión de casi 8 km (entre ida y vuelta) que hacíamos en el km 7, para luego ya juntarnos con los del maratón.
Empecé a correr despacio, ya que mi plan era ir muy lento toda la carrera para evitar llegar muy fundido al final. Como se dice hoy en día de forma tan machacante, en esta carrera yo dejaba atrás mi zona de confort (el maratón) para ver qué pasa si voy más allá. Ya he corrido dos ultras (Zermatt Ultramarathon y Subida al Veleta), pero son en cuesta arriba, donde camino más que corro, y no es lo mismo. En base a mis datos de potencia, y como mi umbral FTP ha bajado en las últimas semanas al no poder entrenar bien, llevaba un objetivo de vatios de entre 180-185 w, que es posible que sobrepasara un poco, y eso que procuré ir frenándome.
Los primeros cuatro kilómetros tienen bastante subida, con algunas cuestas del tipo de las de la Behobia-San Sebastián, por lo que es un comienzo duro para una carrera tan larga. Yo iba controlando en las subidas y no me lanzaba en las bajadas. Guardar y guardar, ese era el lema. Dejé marchar a las liebres de 5 horas, y no me pasaron las de 5:30 horas hasta bastante avanzada la carrera.
Por fin pasamos un puente sobre el río Potomac y empezamos la extensión del 50 k por una carretera paralela al río muy bonita, rodeados de muchos árboles. Poco antes de ese punto, hacia el km 7, me empezó a doler un poco la rodilla. Los peores pensamientos me comenzaron a invadir. Tenía el comodín del Nolotil, peor por ahora no parecía necesario. Eso sí, si me empezaba a doler en el km 7, mala cosa, sobre todo con el día que hacía. Como para caminar 35 km bajo esta lluvia. Me acordé de unas palabras que Dean Karnazes nos había dicho el día antes. Las circunstancias difíciles no cambian, pero tú puedes decidir si sentirte miserable o sentirte feliz. Yo decidí sentirme feliz. Estaba en Washington, corriendo por segunda vez una carrera que me encanta, y, sobre todo, estaba corriendo. Mucha gente no puede hacerlo. Mucha gente no puede ir tan lejos a correr. Yo no tenía derecho a sentirme miserable.
Según íbamos por la carretera vimos las luces de los coches que abrían la carrera de los primeros por el carril contrario al nuestro. Yo señalé las luces y dije "¡Mirad, una carrera!". Solo una chica se rió de la tontería. Los demás no estaban a nuestro nivel ;-)
Ya en el km 15 nos diluíamos en la catarata de corredores que pasaban el puente que habíamos cruzado nosotros antes. Yo seguía despacio, comiendo y bebiendo, pese a la lluvia que cada vez era más intensa, tanto que al de poco me tuve que poner el chubasquero que me había quitado poco después de salir.
Fueron pasando los kilómetros. Entre el 20 y el 30 la lluvia no dio tregua. Estaba jarreando por momentos. Para pasar el rato, leía todos los carteles que tenían los animadores del público, muy numeroso. Había algunos muy ingeniosos: "He entrenado meses para sujetar este cartel". "Sé el corredor que tu perro cree que eres", "Hace un buen día para hacerte pis en los pantalones". "Pain -dolor en inglés- solo es una palabra francesa para decir pan".
También había muchísimos corredores con carteles en la espalda en memoria de familiares o amigos, marines fallecidos. Ya os digo que este es un maratón de gran emotividad para los americanos, y también para los que estamos allí con ellos en esos momentos. Tal vez no nos gusten muchas decisiones que toman en el gobierno de este país, pero sus ciudadanos son, en su gran mayoría, buena gente.
Pasado el km 20, me di cuenta de una cosa: no me dolía la rodilla, ni siquiera me molestaba. Crucé los dedos para que siguiera así hasta la meta y poder salvar la carrera.
Poco antes del km 30, en la que es la milla 13 del maratón (justo antes del medio maratón), llegamos a la Milla Azul, la Blue Mile. En la primera mitad de esta milla hay decenas de fotos de soldados muertos en servicio. El silencio es total en esos metros. Luego, llega la segunda mitad, con todos los familiares de estos fallecidos dándonos las gracias por correr con ellos. Tú no puedes hacer sino saludarles, darles a ellos las gracias por los ánimos, y chocar tu mano con las de ellos.
Después de dejar la Blue Mile, ya vas acercándote al Mall, la zona monumental de la ciudad. Poco después del km 30 dejó de llover, por fin. La temperatura era alta y subió más al salir el sol, un sol que ya no nos iba a abandonar en todo el día. Yo empecé a sudar más y creo que me deshidraté un poco, pese a que, creo, bebí bien.
A la altura del Capitolio, km 37, me alcanzaron las dos mujeres que hacían de liebres de 5:30. Solo un corredor iba con ellas. Me junté y parecía que podía aguantar el ritmo. Antes de lesionarme mi objetivo era hacer la carrera en menos de 5 horas. Luego, con la lesión, ya vi que eso iba a ser imposible. Si terminaba en 5:30 era fenomenal.
Sin embargo, antes de llegar al km 40 ya no podía seguirles y empecé a notarme cansado y algo vacío. Empecé a comer más, pero vi que se me estaba acabando el motor. Ya no llegaba a los 180 vatios. Bien, no me puedo quejar. Con lo poco que he entrenado, he llegado más o menos bien casi hasta el maratón. Ahora ya me tocaba sufrir. Tuve que empezar a alternar correr con caminar. Y al final era más caminar que correr.
Pasé la marca del maratón en 4:42. Me quedaba ahora saber lo que había más allá, y lo que me he encontrado es que hay lo mismo que más allá del km 30 o 33 en un maratón si no lo has corrido bien. O sea, que lo que me faltaba era sufrir unos 8 km más.
En el km 35 oí una voz conocida. Era Juan que estaba con Linda esperándome. Me paré a saludarles y descansar un rato. Luego, a la vuelta de esa calle, los veía otra vez. Un placer recibir esos ánimos.
Justo unos centenares de metros más allá de donde estaban Juan y Linda, vi entre el público a Kathrine Switzer, la primera mujer que corrió el Maratón de Boston con dorsal cuando lo tenian prohibido las mujeres. Me saqué una foto con ella. Le dije que era del País Vasco (ella estuvo el año pasado en San Sebastián en un homenaje) y me comentó que el año que viene iba a correr la Behobia- San Sebastián.
Ya afronté, más muerto que vivo, la última parte de la carrera, pasando junto al Pentágono antes de regresar al punto de salida y subir la última rampa dura hasta la meta del memorial de Iwo Jima.
Crucé la pancarta en 5:44. Mission accomplished. Misión cumplida.
Un soldado me saludó ceremonialmente y me colocó mi medalla. Luego fui a sacarme la foto oficial junto al monumento.
Allí se empezó a complicar la cosa.
Ya tengo experiencia de otras carreras de lo que es sufrir una bajada de tensión. Así que cuando noté los primeros síntomas mientras hacía cola para la foto (sudores fríos, deslumbramiento, etc.) vi que tenía que tener la cabeza baja en la cola y que en cuanto me sacara la foto tenía que tumbarme.
Así lo hice.
Tras la foto me tumbé en una zona de cemento (la hierba estaba muy mojada) y esperé. Parecía que estaba mejorando, pero luego, sin darme cuenta me quedé dormido.
Mientras soñaba con algo agradable, lejos de Washington, lejos de la carrera, noté que alguien me hablaba. No entendía lo que me decían, pero me estaban molestando. Yo quería seguir durmiendo tan a gusto. Abrí los ojos pero todo estaba muy oscuro. Empecé percatarme de dónde estaba. Por instinto agarré fuerte el teléfono móvil para no perderlo, ya que lo había sacado para hacer unas fotos antes, y me di cuenta de que me movían, que me colocaban en una camilla, que estaba en la meta. Mientras me llevaban la sensación era agradable. Me estaban acunando y yo estaba a gusto. Luego sentí cómo casi me tiran al suelo al bajar la camilla y por fin ya pude ver que estaba con unos médicos en el cuarto de socorro de la meta. Ya estaba recuperándome del bajón de tensión. Me tomaron el pulso (37 ppm) y la tensión, y al de 10 minutos ya me pude ir. Lo comenté después con mi médico y me dice que no es nada importante. No os preocupéis.
Luego, tras una salida por la zona vallada con mucha gente, me junté con Juan y Linda y mientras íbamos para mi hotel, Linda se dio cuenta de que me habían dado la medalla del maratón, no la del 50k.
Así que, media vuelta y tras tener que dar un rodeo grande y hacer varias preguntas por fin me la cambiaron y me saqué una foto con la medalla buena.
Ahora sí. Al hotel, una ducha y a comer algo. Una mañana muy larga.
En fin. Una experiencia muy buena, pese a los problemas del final. Casi sin entrenar hice bastante bien la carrera hasta casi el km 40. Me faltó el entrenamiento y haber bebido y comido algo más. La rodilla me aguantó, aunque estos días me molesta y tengo como objetivo el Maratón de Málaga en diciembre. A ver qué pasa.

Loviendo y de noche, la salida daba un poco de miedo, je, je. 

Bien abrigado antes de la salida.

Toda la carrera es muy ceremonial.

Poco antes de la salida del Maratón.

La "Blue Mile".


A mitad de la "Milla Azul" están los familiares de los fallecidos de las fotos y nos agradecen nuestra participación en la carrera.

Sonriendo pese a la lluvia.

Pero también con mala cara a veces.


Llegando al Capitolio.



Muchos carteles de ánimo en todo el recorrido. "Esos pantalones hace que tu culo parezca rápido".

Ya casi terminando, con sol y calor después de tanta lluvia.

A 5 km de meta estaban Linda y Juan para darme ánimos. Muchas gracias, amigos.


Y la gran sorpresa de la mañana. Entre el público estaba la gran Kathrine Switzer.

A punto de cruzar una nueva meta, y esta muy trabajada.

¡Victoria!

Pasando la meta.

El saludo de los Marines se agradece.

La foto de la conquista, pero con la medalla equivocada.




Y esta con la medalla correcta, después de una pequeña odisea.



Misión cumplida. ¡Descansen!

Al día siguiente.








Mis datos

Los datos de mi carrera son estos:

Total dorsales asignados: 1.700
Finishers: 1.348 (850 hombres y 497 mujeres, casi un 37%).

Tiempo del ganador: 3:11:52
Tiempo de la ganadora: 3:42:04
Tiempo de Dean Karnazes: 5:38:14 (Venía cansado de un ultra en Australia)
Tiempo del último: 7:42:22

Mi puesto en la general: 525 de 1348.
Mi puesto en mi categoría M50-59: 55 de 157.

Mi tiempo oficial: 5:44:40
Mi tiempo sin paradas: 5:41
No estoy seguro, pero creo que no había nadie más de España.


Potencia media (w)
Pulso medio (ppm)
Ritmo medio (min/km)
1ª hora
191
128
6:14
2ª hora
185
131
6:20
3ª hora
180
136
6:29
4ª hora
173
139
6:41
5ª hora
162
137
7:02
Últimos 44 min.
134
124
8:03




Hasta 1ª hora
191
128
6:14
Hasta 2ª hora
188
129
6:17
Hasta 3ª hora
186
132
6:21
Hasta 4ª hora
183
133
6:26
Hasta 5ª hora
178
134
6:32
Total carrera
173
133
6:41

Como se ve, la potencia y el ritmo fueron bajando en cada hora, mientras el pulso subía. No me fue mal hasta la 4ª hora, luego ya empecé a pagar el poco entrenamiento con el que he llegado a esta carrera. Tal y como estaba puedo estar satisfecho del resultado.
Para la siguiente carrera larga, maratón o ultra, tengo que acertan mejor con la comida y bebida, pues creo que en este caso quizás llegué algo vacío a los últimos kilómetros, pese a toma 6 geles, dos barritas y algo más de comida de los avituallamientos y beber en todos ellos.