domingo, 1 de noviembre de 2015

Maratón de los Marines de Washington: el maratón del pueblo

Es difícil escribir sobre un viaje de una semana en el que he corrido un maratón magnífico en Washington D.C. y he estado luego en Nueva York justo unos días antes de su maratón. Y es difícil porque todas las vivencias que he vivido, todas las sensaciones que he sentido, todos los estímulos que me han saturado los cinco sentidos y todos los recuerdos que he añadido a mi ya larga lista de grandes momentos de mi vida es imposible resumirlos en unos pocos párrafos en un blog y en unas cuantas fotos. Pero, sabes Mario, voy a intentar hacerlo. Por ti, por mí, por todos los que me leen (que aunque no son muchos son muy importantes para mí) y por los que no pueden vivir estas experiencias y, aunque sea modestamente, sé que las viven a través de esto que escribo aquí.
Antes de salir para los EE.UU. fui a ver la película "Everest" que recrea casi de forma documental una de las mayores tragedias que ha habido en esa montaña. En una escena, los miembros del equipo tienen una conversación y surge la manida pregunta de "¿Por qué subes al Everest?". Además de las risas al recordar la conocida respuesta de Irving Mallory a esa pregunta (Porque está allí), uno de los expedicionarios responde con algo que también se oye mucho: "Porque puedo".
Sí Mario. ¿Por qué corro estos maratones? Porque puedo. Porque tengo amigos que quisieran hacerlo, pero ya no pueden y corro por ellos. ¿Por qué escribo estas crónicas en este blog, si casi nadie las lee? Porque puedo, porque a mí no me cuesta escribir y a otros sí; y porque los que no pueden correr junto a mí corren de esta forma conmigo y pienso en ellos mientras corro, pienso en cómo les voy a contar el viaje, la carrera, la dicha de estar allí...
Así que, aquí está la crónica de este viaje, un gran viaje. Y como no quiero que te aburras, que nadie se aburra leyendo, esta vez voy a contarlo con palabras y con imágenes.


El viaje comenzó con un cansado día de vuelos entre Bilbao y la capital de los EE.UU. Pese al cansancio, y gracias al cambio horario, después de llegar al hotel cogí un autobús y fui al centro de la ciudad para dar una vuelta y tomar una cerveza en el Hotel Tabard Inn, donde estuve en 2010 y del que tenía gran recuerdo por lo bonito y acogedor que es. Además, en su bar es donde sitúo en mi novela "42,2 Muerte en Central Park" el encuentro entre el protagonista y la chica.

Después fui paseando hasta la Casa Blanca, para verla de noche, ya que siempre la he visto de día las otras veces que he estado en Washington.

Tras dormir poco, el sábado cogí el metro hasta el Capitolio y regresé corriendo hasta el hotel mientras veía la zona monumental de la ciudad. Una pena que estuvieran en obras el Capitolio y otras zonas. Aproveché para que mi nueva camiseta de los Beer Runners Bilbao viera un poco mundo.



Ya después de la ducha fui a la Feria del Maratón de los Marines a por mi dorsal y allí ya me junté con mis amigos Juan y Linda, que acababan de llegar a la ciudad desde su casa en Pennsylvania. Me saqué la foto de rigor con el dorsal y la camiseta de la carrera. Por cierto, muy buena camiseta para correr los días fríos.

Antes de volver al hotel, hicimos un alto en la embajada de Cuba en Washington. En agosto estuve en la embajada de EE.UU. en La Habana. Creo que entre el Papa y yo hemos hecho un buen trabajo diplomático para encauzar una apertura de Cuba hacia el mundo exterior y conseguir que los EE.UU. levanten el embargo que ahoga a los cubanos.



Ya el domingo nos levantamos temprano para ir a la salida, que la teníamos cerca del hotel. Llovía algo, pero luego anunciaban una mejoría. El Marine Corps Marathon es conocido como "The People's Marathon", el maratón del pueblo. Este año era la 40ª edición. Se creó gracias a la idea de un coronel para relanzar la imagen de los Marines, que en plena Guerra de Vietnam era bastante mala y que vio en el boom de los maratones una oportunidad para acercar al Cuerpo de Marines al pueblo.
Hay que decir que esta carrera no tiene premios en metálico, por lo que no hay corredores profesionales en la salida. El ganador de este año fue un chico de 22 años del ejército, que hizo un tiempo de 2:24. Gracias a esto, a pesar de que en la salida éramos unos 25.000 participantes, es sencillo salir delante. De hecho, según íbamos para la salida por el borde de la carretera en sentido contrario a la carrera, si llego a querer podía haberme puesto en la línea de salida con los primeros. No había ningún agobio para situarnos. Por cierto, no sé por qué pero la salida se da a la 7:55 de la mañana. En pocos minutos ya estábamos todos corriendo porque la salida es en una carretera muy ancha.

El hecho de ser un maratón organizado por los Marines le da un toque muy patriótico. Mucha gente lo corre en memoria y en honor de familiares y amigos que han servido en los ejércitos de EE.UU. Se ven muchas banderas y muchas camisetas honrando a fallecidos en misiones.

Quizás el momento más emotivo es el paso por la Blue Mile, la Milla azul. Era la milla 12 de la carrera y en la primera mitad corres junto a dos hileras de fotografías de soldados fallecidos en combate. El silencio en esos minutos es sepulcral. Luego en la segunda mitad hay una fila de familiares con banderas animando y chocando las manos a los corredores. Da igual lo que opines sobre la política exterior del gobierno de los EE.UU., pero en esos metros te emocionas.

El paso por el Congreso y por la zona monumental da lugar a bonitas fotografías de la carrera y es una zona muy agradable para correr. También hay muchos carteles originales. Uno ponía "Run for the Congress", pero habían tachado el For y habían puesto From.


Ya llegando al final, corremos junto al Pentágono, un edificio muy feo (y desde donde se organizan cosas feas).

Y ya al final, junto al cementerio de Arligton, la emoción de terminar la carrera te da alas, aunque una fortísima rampa a 200 metros de la meta te las corta de raíz.
Pero no importa, ya estás en la meta, y terminar un maratón te aporta un subidón de felicidad que, lo reconozco, es adictivo.



Nada más pasar la meta los Marines te felicitan y tú les das las gracias por el fantástico día que te han organizado. Todo el mundo se saca fotos con ellos y luego te sacas la foto junto al monumento de Iwo Jima, el Marine Corps War Memorial. Ya lo has conseguido. Misión cumplida, (Mission Accomplished) como pone en la capa que te dan para que no te enfríes.
A pesar de la lluvia con la que empezamos la carrera, en la meta lucía el sol y la temperatura era de unos 20ºC, así que esperé allí a Juan para sacarnos la foto juntos y regresar al hotel tras comprar la camiseta de Finishers. ¡Qué gran día!





Sobre la parte deportiva de mi carrera, la verdad es que mi idea era hacerla en unas 4 horas y media, tranquilo y sacando fotos. No quería cansarme más de lo necesario, ya que en dos semanas corro la Behobia - San Sebastián, donde quiero darlo todo en la última carrera del año. Sin embargo me encontré bien y sin forzar hice 4:12:42 contando las paradas. Por cierto, con este tiempo acabé más o menos en el puesto 5.472 de 23.160 clasificados. Esto en España sería imposible. Con 4:12:42 quedas muy atrás. Esto también es por lo que le llaman el Maratón del pueblo.
Por cierto, la próxima vez no pondré acentos en mis apellidos.

Y aquí el archivo del Garmin:


Después de la ducha fuimos a casa de Juan y Linda. Paramos a comer en Baltimore. Casualmente había estado allí cuando tenía 26 años, hace ahora 26 años, cuando navegaba. 

Ya el lunes Juan me llevó a Nueva York. Por la mañana subimos al nuevo rascacielos del One World Trade Center. Una pasada lo de los ascensores y la entrada al Observatorio. No son las mejores vistas de Manhattan, pero si vais a Nueva York no os lo perdáis y llevad el vídeo preparado en el ascensor, tanto al subir como al bajar.




Luego ya me quedé solo en NY hasta el miércoles, y aproveché para recordar otros viajes y para ver nuevos sitios. Fui a la Estatua de la Libertad, a donde no había ido nunca, y a la Isla de Ellis. Muy interesantes visitas.

Times Square.

Rockefeller Center.






Entrada de inmigrantes en Ellis Island.

Metro de NY.

Soho.

Flatiron building.


Un par de cervezas en la Happy Hour en la terraza del Sky Room.

Policía a caballo para turistas en Times Square.



Un mojito en la terraza del hotel La Quinta Inn Manhattan, con vistas al Empire State Building.

El miércoles por la mañana corrí por Central Park y me saqué unas fotos en la meta del Maratón de Nueva York. ¡Qué recuerdos! ¡Qué ganas de volver a correr ese maratón!





Estatua de Fred Lebow, creador del Maratón de Nueva York. En la peana pone "Pocas cosas en la vida coinciden con la emoción de un maratón". Tiene razón.

Para despedirse de mí, Nueva York me ofreció un día muy lluvioso. Puente de Queensboro desde el teleférico a la Isla de Roosevelt.

En resumen, Mario. Una crónica que no hace justicia a este viaje increíble.

jueves, 15 de octubre de 2015

Running, correr,atletismo... ¿Qué es lo que hacemos?

De un tiempo a esta parte a los corredores nos gusta llamarnos runners y a lo que hacemos lo llamamos running, así, en inglés.
Para muchos esto no tiene sentido cuando hay una palabra en castellano que no es otra sino correr. Lo que hacemos es correr y somos corredores, y para otros lo que hacemos es atletismo popular
Pero a mí me gusta lo de runner y lo de running. Y me gusta porque creo que con este término, con este anglicismo, se define mucho mejor lo que hacemos que si usamos el verbo en castellano correr o si decimos que hacemos atletismo popular.
De entrada no me gusta usar palabras extranjeras cuando en castellano hay palabras para decir lo mismo, pero entiendo que a veces el término inglés (como en este caso) responde mejor a lo que queremos decir.
Me explico.
Correr es un verbo que abarca muchas cosas. Si llego apurado para coger el Metro lo que haré será correr. Por ello cuando usamos el término running definimos mejor que lo que hacemos es correr como actividad deportiva.
Si digo que soy corredor depende en qué ámbito me mueva tampoco define del todo lo que hago, porque mis amigos ciclistas también usan el término corredor para hablar de alguien que compite en ciclismo.
Luego está lo del atletismo popular. El atletismo es un deporte que en realidad es un conjunto de deportes muy diferentes que abarcan la carrera a pie, los saltos y los lanzamientos. Por eso no me convence lo de llamar atletismo popular solo a las carreras populares de fondo disputadas en asfalto. Un evento de atletismo popular debería ser también un evento de carreras en pista en el que pueda participar todo el mundo, o un concurso de saltos abierto a todo el que quiera, etc. Alguien que compite en pruebas en pista de diferentes distancias es un atleta y hace atletismo. Un corredor popular, un runner, es otra cosa.
Por todo esto, creo que llamar running a correr de forma no competitiva (entendiendo la competición como una carrera por diferentes categorías y en distancias homologadas para atletas federados) en distancias más o menos largas es más preciso y define mejor lo que hacemos.
El Maratón de Nueva York es el mayor evento mundial del running.

Esto lo vi en el blog del atleta y runner Chema Martínez y me hizo mucha gracia.

lunes, 12 de octubre de 2015

El Tourmalet corriendo. Por fin.

Ya os comenté en julio, cuando estuve en Pirineos para ver el Tour de Francia, que tenía en mente la idea de subir corriendo el Tourmalet desde Luz Saint Sauveur, unos 18,5 km con un desnivel acumulado de casi 1.600 metros. Y por fin, ayer domingo 11 de octubre de 2015 llegó el día perfecto.
Aprovechando el puente festivo fui a Luz con mi familia. El sábado hicimos una visita al Observatorio Astronómico del Pic du Midi, al que se accede desde La Mongie por un teleférico, y pudimos disfrutar del hermoso día que hizo y de las impresionantes vistas hacia todo el Pirineo desde sus 2.877 metros de altitud.

Ya el domingo por la mañana puse en marcha todo mi plan logístico para la aventura de subir corriendo esos 18,5 km. En bici lo he subido ni sé las veces: por las dos vertientes; con buen tiempo; con frío y lluvia; tranquilo en una única subida de mañana; en medio de durísimas marchas cicloturistas de más de 300 km;... En fin. Que es el puerto que mejor conozco y donde me siento como en casa, pero nunca lo había subido entero corriendo (sí la parte final por ambas caras).
Hasta ayer.
Me levanté temprano, fui a la pastelería del pueblo para desayunar bien, y subí en coche hasta la cima, donde hacía frío, pero menos de lo que yo esperaba (unos 8ºC).
Allí dejé el coche y bajé en bici bien abrigado de nuevo a Luz, donde tomé un café, me cambié y me terminé de preparar para correr, y a las 10:19 arranqué desde Luz, justo donde la señal nos señala la dirección hacia el puerto.
Ya desde el principio puse un ritmo sostenible sabiendo que la subida iba a ser larga. Según mis cálculos iba a tardar unas 2:45 horas. Una buena última tirada larga antes del Maratón de Washington que tengo el domingo 25 de octubre.
Los primeros kilómetros trascurrieron con normalidad. Iba corriendo por la izquierda de la carretera. No sentí que ningún tramo fuera peligroso, ya que hay muchas rectas y se ven bien los coches que bajan. De todas formas, en esta época del año hay muy poco tráfico. En pleno verano hay que ir con más cuidado.
Más o menos cada media hora hice una pequeña parada para tomar algo de glucosa o un gel, beber, desbeber y estirar un poco, ya que en algún momento me parecía que me iba a dar alguna contractura. Eso sí, paradas cortas y vuelta a correr. La idea era no caminar ni un metro.
Hacia el km 8, al paso del pueblo de Barèges, que es la primera zona dura de la subida (la segunda es el último kilómetro y medio), el gemelo derecho empezó a hacer un amago de que se iba a subir. Bajé un poco el ritmo y procuré distraerme, y la verdad es que un problema del trabajo que el sábado por la noche no me dejó dormir bien me sirvió para olvidarme de la pierna y para cuando me di cuenta ya no me dolía el gemelo y había pasado el tramo más duro.
Poco después pasó una furgoneta y el conductor me gritó: "¿Eres Javier?". Le dije que sí y me animó con un gesto. La verdad es que me ayudó bastante. Había puesto en Facebook que si alguien me veía por allí que me saludara, y mira por dónde...
En el km 10, tras un ligero descanso, tomé el cruce a la derecha para ir por la Vía Fignon, por la antigua carretera, que me gusta más. El tiempo era muy bueno y el paisaje era espectacular y pese a que ya iba notando la fatiga y la altitud la verdad es que estaba disfrutando mucho de la subida. Además, a estas alturas del año apenas hay tráfico y casi todo el Tourmalet era para mí solo. Un sueño.
Ya se veía el final y eso me daba nuevas fuerzas, pues ya intuía que lo iba a lograr.
En el cruce donde de nuevo me unía a la carretera actual, a unos 4 km de la cima, se me acabó el agua. Un pequeño problema, pero bueno, tampoco muy grave.
Por fin llegué a los dos últimos kilómetros, y allí empezaba lo más duro. Vi a dos chavales del club ciclista de Artziniega que bajaban en bici. Les pedí agua y no tenían entre los dos más que un pequeño sorbo, y luego vi a una pareja en una furgoneta que me dieron un trago, porque apenas tenía agua ellos tampoco. Estaba claro que era el día sin agua para todos, jeje.
El último kilómetro y medio se me hizo muy duro, pues la pendiente es casi todo el rato de más del 10% y ya se nota que está a más de 2.000 metros de altitud, pero por fin llegué a la cima y detuve el crono en 2:43:37. Casi lo que había planeado. Me conozco bien. En este tiempo están contadas las paradas cortas, excepto tres un poquito más largas para sacarme alguna foto con el trípode. El tiempo total es de unas 2:52 horas. Sin contar ninguna parada el tiempo en movimiento fue de 2:37.
En fin. Un día memorable y buenas sensaciones casi toda la subida, pese a la dureza. Una tirada larga muy especial y un reto conseguido con cabeza y planificación.
Por cierto, desde la cima comienza la pista de 7 km que sube desde los 2.115 metros del Tourmalet hasta los 2.877 del Pic di Midi. Desde Luz son 25 km. Tal vez el año que viene...


Pic du Midi.

Última curva del Tourmalet, con la mítica pintada "Marino lehendakari" en homenaje a Marino Lejarreta que lleva ahí desde más o menos 1989.

La cima solitaria a primera hora de la mañana. Se echa en falta la estatua del ciclista, que se guarda en Bagnères de Bigorre desde septiembre hasta junio.

Estas llamas vinieron a darme suerte antes de bajar en bici a Luz.

Restaurante cerrado entre la temporada de verano y la de esquí. Una pena.

Primeros kilómetros.

Se nota que disfruté, ¿no?

El paisaje estaba precioso.

Cruce de la Vía Fignon.

El Tourmalet en otoño es espectacular.

Toda la carretera para mí solo.

Poco a poco para arriba.

La multitud jaleando mi esfuerzo.

Desde aquí ya se ve el final. Me quedaban unos 5 km.

Terminando el tramo de la Vía Fignon. No pueden pasar vehículos, así que es muy tranquila para subir en bici, o corriendo.

El Pic de Midi desde la carretera del Tourmalet.

Último kilómetro, realmente duro.

Así paré el cronómetro.

Falta el "Gigante del Tourmalet", pero todos los que subimos en bici o a pie somos grandes.

Aprovechando el panel que han puesto para los ciclistas este verano me saqué una foto con mi "marca" en la cima.