viernes, 8 de octubre de 2021

II Wop Challenge. Vuelta a Bizkaia a relevos. Una aventura agotadora (pero emocionante)

En junio de 2019, cuando los amigos del Walk On Project (WOP) lanzaron el desafío WOP Challenge, una vuelta a Bizkaia de 226 km corriendo a relevos por equipos para recaudar fondos para la investigación de las enfermedades neurodegenerativas, los Beer Runners Bilbao no tardamos en organizar nuestro equipo y fuimos de los primeros en inscribirnos. El fin de semana de la carrera resultó una experiencia increíble para todos, como lo reflejé en esta entrada de este blog.

Entrada en meta de nuestros equipos 1 y 2.

El año pasado, cuando ya teníamos dos equipos conformados, la segunda edición se canceló por el monotema y no ha sido hasta este mes de octubre de 2021, entre el sábado 2 y el domingo 3, cuando se ha podido organizar por segunda vez el WOP Challenge.

Mientras tanto, los dos equipos que teníamos se convirtieron en cuatro equipos: dos de 10 personas (que lo iban a correr en parejas), y otros dos equipos de 6 personas, que lo iban a correr de manera independiente.

Lo más complicado de este reto es organizar los equipos, repartir las etapas y confeccionar una logística que posibilite a todos el transporte hasta el inicio de cada etapa y la recogida al finalizar. Todo esto teniendo en cuenta que es una carrera non-stop en la que cada uno del equipo corre dos o más etapas de día y de noche y sin señalización en el recorrido. Se salía a las 16:00 del sábado 3 y la previsión era terminar en unas 24 horas. Todo un reto, no tanto por la dificultad de las etapas (la mayoría no son excesivamente exigentes) sino, como digo, por lo difícil de organizarnos para que todo salga bien. Para mí fue bastante agotador, ya que, no sé por qué, je, je, me volvió a tocar el papel de responsable de organización (me va la marcha). Y seguro que entendéis que organizar a más de 30 personas para una carrera así, por medio de un grupo de whatsapp, y con algunas reuniones presenciales donde todos hablamos a la vez, es para volverse loco. Señor, dame paciencia, ja, ja.

Este año, además, la previsión del tiempo anunciaba viento y fuertes lluvias para la mañana del domingo, como así fue, haciendo que los corredores que tenían que correr a esas horas lo hicieran con un fortísimo viento y una lluvia muy intensa.

En lo que a mí respecta, mis etapas no salieron como me hubiera gustado. Yo estaba en uno de los equipos de seis personas, por lo que me tocaron tres etapas (unos 33 km en total). Ya llegué cansado a la salida de la primera (no sé por qué pero me encuentro más cansado de lo normal estas semanas). Era la etapa Urkiola Matiena. En principio no muy dura, ya que casi todo era en bajada salvo una cuesta muy dura de un kilómetro. La corría de noche, y quizás por eso me despisté, y para cuando empecé a estar atento para no pasarme el cruce hacia la cuesta, ya me lo había pasado. Me llamó Mikel para decirme que en el seguimiento del track se me veía fuera de ruta y casi le colgué el teléfono porque estaba convencido de que seguía bien. Luego, ya me puse en modo "atención on" y empecé a pensar que, efectivamente, me había saltado el cruce. Entonces me llamaron de la organización para decirme que estaba fuera de la ruta y les dije que sí, que me acababa de dar cuenta. Me había pasado más de un km. Les pregunté si retrocedía para ir de nuevo por el camino bueno, pero me dijeron que no, que fuera directo hasta el control. Así que, cuando llegué a Matiena, me había atajado, sin querer, unos dos kilómetros y me había ahorrado una buena cuesta. Lo que no me ahorré fue el sofoco, ya que estábamos a más de 25ºC y sudé a chorros.

Me duché en la caravana que nos habían dejado (un chollo) y tras cenar algo fui con Jose a Bilbao a recoger a Fontso para luego ir hasta Kortezubi a pasar la noche. Por los horarios de mis etapas, podía haberme quedado en casa por la noche e ir por la mañana al Puerto Viejo, donde empezaba mi segunda etapa. Pero como me imaginé que no iba a dormir mucho por estar atento de cómo iban los diferentes equipos, opté por pasar la noche en Kortezubi en la caravana, mientras los demás seguían sus etapas. En teoría iba a poder estar unas cinco horas tranquilo en la caravana, pero como al final nos juntamos allí unos cuantos y estuvimos, claro está, de cháchara, no me quedé solo hasta las 5 de la mañana, por lo que al final solo pude tumbarme unas dos horas, y además no me logré dormir ni un minuto.

Cuando empezaba la lluvia, ya habían llegado Jose y Fontso y teníamos que llevar la caravana a Bilbao antes de ir a Barrika. Yo iba medio dormido en el coche, siguiendo despacio la caravana, y llovía a mares. Por suerte, cuando llegamos a Barrika la lluvia empezó a remitir. Eso sí, ya estaba muerto.

Por cierto, cuando llegamos a Barrika un chico que salía en un coche (otro participante) me preguntó a ver si yo era Javi, y me dijo que lee este blog y que le gusta mucho. Bueno, así ya conozco a la cuarta parte de los lectores, je, je. Muchas gracias. Hace ilusión que alguien te diga que le gusta lo que escribes.

Mi segunda etapa era la de Puerto Viejo a Gallarta. En principio una etapa fácil de unos 10 km. Pero, en los últimos cuatro, que pican para arriba, ya tuve que empezar a caminar a ratos. Iba muy cansado y no me subía el pulso. De Gallarta fui a Galdames en coche y luego me tocaba de nuevo correr de Galdames a Sodupe, 11 km con una zona de trail con cuesta. Casi no pude correr. El pulso no me pasaba de 110 ppm y me costó un montón acabar la etapa. Una lástima, ya que el tiempo que perdí en estas dos etapas hizo que mi equipo se retrasara mucho respecto al otro equipo de seis, ya que hasta el Puerto Viejo no íbamos demasiado separados.

Luego ya fui a la meta en el coche, esperé a los demás, e hicimos los seis la entrada juntos en meta en un tiempo total de 25 horas y 24 minutos. El otro equipo de 6 llegó 1 hora y 40 minutos antes que nosotros, en 23:44, y los dos equipos de 10 terminaron una hora y veinte minutos más tarde, en 26:45.

La entrada fue bonita, pero reconozco que me emocionó más la entrada de hace dos años. Tal vez, al entrar los cuatro equipos con tanta diferencia y no hacer una llegada todos juntos y no vernos algunos en todo el recorrido ni en meta, ya que muchos nos íbamos a casa a descansar poco después de nuestra llegada, impidió que el trabajo de coordinación que tantos meses nos ha llevado  culminara en una foto de todos juntos entrando en meta. Una pena el que las diferencias se hicieran tan grandes, pero era algo esperado en una carrera tan larga y con la lluvia que complicó todo más.

A ver el año que viene cuántos equipos sacamos y cómo nos lo planteamos.

Os dejo aquí unas cuantas fotos de la carrera.

La caravana que nos dejaron de FunFun Caravanas. Muy cómoda.

Poco antes de la salida.


Jose y Rosa esperando a salir en Dima, mientras Susi y Vero les acompañan.

Fran pasándole el relevo a Rosa.

Y Koro se lo pasa a Jose.

Urkiola al atardecer.

En mi etapa. Ya se había hecho de noche.

El Puente de Bizkaia mientras lo pasaba en la barquilla.

Entrando en meta con mi equipo.

Luis en su etapa con una compañera de otro equipo.

Jon y Julen pasando por Arminza.

Mikel, entrevistado por la organización.

Jon y Julen.

Mikel y Juantxu.

San Juan de Gaztelugatxe.

Yo, poco antes de iniciar mi etapa en Urkiola.


Arantza en su etapa.

Lucía también tuvo su minuto de gloria.

Koro y Vero con otra compañera de otro equipo.

Las cruces de Urkiola.

Julen y Jon junto a la central de Lemoniz.

Amor entre hermanos.

Jon Laviña y Rober. El dúo calavera.

Juantxu y Mikel O.

El WOP Challenge coincide con la Estrapatada, la carrera de patos por la ría.

Mikel L. a tope.

Tiempos muertos.

Aitor, Borja y Jon recuperando fuerzas.

Y otros haciendo lo mismo.

Juantxu esperando a salir.

Mi despiste. Yo soy la estrella errante a la derecha. "I was born under a wandering star", como cantaba Lee Marvin en "La leyenda de la ciudad sin nombre".

Rober cenando.

El ánimo no faltó en todo momento, pese al sueño.

Foto de grupo en Kortezubi a la madrugada.

De cháchara en la caravana. Los okupas no me dejaron dormir.

Cara de sueño.

A Lucía y a Rober les tocó un tiempo de perros por la costa.

Por lo menos el paisaje era bonito.

Aitor y Borja.

Chubasqueros para Vero, Sandra, Arantza y Amaia.

El primer equipo en meta: Momo, Susi, Rosa, Raúl, Javirutxu y Fran. Unás máquinas.


El segundo equipo en meta: Jose, Koro, Fontso, yo, Mikel y Vero.


Un brindis por la meta alcanzada.

La Salve nos regaló unas cajas de cervezas.

Equipos 1 y 2 entrando en meta. una foto muy bonita. Trabajo en equipo.







Hasta el año que viene.



jueves, 16 de septiembre de 2021

Jungfrau Marathon. Corriendo hacia la cara norte.

El Maratón del Jungfrau, que este año celebraba su 28ª edición, es “el más bello maratón del mundo”, según se presenta en su página web. No sé si es una exageración, seguramente sí, pero desde luego que está entre los más bonitos. De los que he corrido yo, quizás el Maratón del Stelvio le supera en belleza, pero no por mucho. Correr rodeado de altas montañas es siempre una garantía de paisajes espectaculares, y aquí corremos a los pies del Eiger (3.970 m), del Monch (4.099 m) y del Jungfrau (4.158 m), así que belleza y altitud tenemos de sobra.

Último kilómetro, justo antes de la última rampa dura. (Foto de Alex @naturasphoto_)

El macizo lleva el nombre del Jungfrau (que significa “doncella”) por ser la cima más alta, aunque la mayor fama la tiene el Eiger debido a su famosa cara norte, un mito de la escalada que se ascendió por primera vez en 1938 por una cordada austriaca-alemana. En 2015, el alpinista, tristemente fallecido en el Nuptse (Nepal), Ueli Steck, batió un récord al subir la cara norte en 2 horas, 22 minutos y 50 segundos.

Eiger, Monch y Jungfrau (foto Wikipedia). La gran pared de la izquierda es la norte del Eiger.

Como curiosidad, el mayor glaciar de Europa, el Aletsch, está en la parte sur del macizo, por lo que no se ve en esta carrera. Sí que vemos (si las nubes no lo impiden) el glaciar, mucho más pequeño, que cuelga de la cara norte del Jungfrau.

La cima del Jungfrau se ascendió por primera vez en 1811. Las dificultades para llegar allí fueron inmensas y no tenían el acceso en tren que hay ahora hasta el collado del Jungfraujoch, a 3.454 m, donde hay tiendas caras y restaurante panorámico. Eso sí, para llegar allí la dificultad es la del bolsillo, ya que el billete ida y vuelta cuesta unos 200 euros, y eso sin gastar nada arriba.

La salida del maratón se da en Interlaken que, como su nombre indica, es una localidad muy bonita con casas antiguas de madera situada entre dos lagos, el lago Thun y el lago Brienz, que están unidos por el río Aar, el que sale en muchos crucigramas.

El jueves llegamos allí por la tarde. El viernes hicimos un poco de turismo por Lauterbrunnen y Grindelwald, subimos a la meta por el nuevo teleférico del Eiger Express, y el sábado corrí la carrera.

Vistas desde el Eiger Express.

Todos los pueblitos de la zona son preciosos. En Lauterbrunnen (que significa “aguas ruidosas”) tienes la espectacular cascada de Staubbach, que cae majestuosa junto al pueblo y a la que te puedes acercar por unas escaleras en la pared. Un poco más adelante en el valle, está la impresionante y ruidosa caída de agua de Trümmelbach, la única cascada de origen glacial con acceso subterráneo. Subes en un pequeño ascensor y luego bajas por túneles y pasarelas junto a la cascada atronadora. Estas dos cascadas son las más espectaculares de las 72 que hay en el valle.

Toda Suiza es preciosa, aunque todo es muy caro.

Una foto muy suiza en Lauterbrunnen.


Cascada de Staubbach.

Cascada de Trümmelbach.

El maratón

Como maratón veterano (casi 30 ediciones) y en un país como Suiza, no es de extrañar que la organización me pareciera excelente. En un año pandémico, no fue nada complicado el proceso de retirar dorsal, dejar la bolsa, recogerla tras la meta, avituallamientos, etc. Sentido común y hacer caso a los criterios científicos y listo, sin complicaciones.

Lo primero es que, para poder correrlo tenías que estar vacunado. Partiendo de esto, tan solo habían tomado unas medidas de sentido común. Sin Expo el día previo, la recogida de dorsales se hacía el mismo día de la carrera. Como nos habían dividido a los más de 4.000 inscritos en 7 grupos diferentes, cada uno con su horario de recogida de dorsales y salida de la carrera (de más rápidos a más lentos, cada media hora), en ningún momento hubo ninguna aglomeración. Para entrar a la zona de salida, en un aeródromo, tenías que presentar el certificado de vacunación y listo. A partir de ahí, ni siquiera era obligatorio llevar mascarilla, ni siquiera en el recinto cerrado donde cogías el dorsal y dejabas la bolsa para la meta. En Suiza nunca ha sido obligatoria la mascarilla en exterior y de hecho muy poca gente la llevaba. En bares y restaurantes, una vez que te sientas, tampoco es obligatoria.

Poco antes de salir.

Luego, en la carrera los avituallamientos eran abundantes. Había agua, coca-cola, bebida isotónica, plátanos, geles y barritas. Yo, por si acaso, llevé mis geles y mis barritas.

Tras pasar la meta, te ponían la medalla, te daban un bidón, la camiseta de finisher, agua, cerveza y avituallamiento, una manta térmica y una mascarilla porque seguido accedías al teleférico Eiger Express que te bajaba en 15 minutos a Grindelwald, donde recogías tu bolsa y había una pasta party con macarrones. Luego, allí mismo podías bajar en tren (gratis con el dorsal) hasta Interlaken. Todo perfecto. Mascarilla obligatoria solo en el transporte público.

Ya podían tomar nota otras organizaciones, que se complican la vida con geles de limpieza de manos que no sirven para nada, toma de temperatura, salidas complicadas separando a la gente con marcas en el suelo cuando se van a juntar nada más salir, palillos para coger la fruta del avituallamiento, obligar a entrar en el avituallamiento con la mascarilla puesta para seguido bajártela porque has entrado allí a comer y a beber,… En fin, un montón de medidas de eficacia muy dudosa que se hacen más de cara a la imagen o para tener el permiso que buscando una utilidad.


Bueno, voy con mi carrera.

Como tampoco había llegado a esta carrera demasiado preparado (no era mi objetivo principal, ese es la carrera de 50k de Washington, si puedo viajar a EE.UU.), mi plan era correr lo más despacio posible hasta el km 25, la parte llana, para luego caminar rápido en la segunda parte de dura subida. Aunque visto el perfil de este tipo de carreras parezcan mucho más difíciles que un maratón llano, la verdad es que como las cuestas las haces caminando rápido, resulta menos cansado que correr, aunque sea despacio. Los vatios subiendo andando fuerte son menos que corriendo en llano suave, y el pulso sube menos que si corres. En este maratón mis pulsaciones medias han sido de 129 ppm y el máximo de 145 ppm.

Perfil de la carrera.

Salí bien, con una buena temperatura y un tiempo estable. A esas horas había unos 18ºC, pero en la meta se esperaban solo unos 8ºC. Por suerte no hacía viento y solo estaba anunciado que se iría cubriendo el cielo a partir del mediodía, como así fue, ya que incluso cayó alguna gota en mi parte final.


Primeros kilómetros.

Empecé a correr despacio y desde la primera cuesta (que las había) decidí caminar en las subidas para ahorrar el máximo. Primero teníamos una vuelta de unos 5 km junto al lago Brienz, para volver a pasar cerca de la salida y ya ir remontando suave el valle hasta Lauterbrunnen y Trümmelbach, desde donde se regresaba a Lauterbrunnen para iniciar la dura subida hacia Wengen y la meta, que está a 2.320 m. El recorrido de esta parte baja es bonito, pero la grandiosidad del maratón viene después, a medida que ganas altitud.

Al paso por Lauterbrunnen había bastante público porque hasta allí se va en un tren para luego coger otro que sube hasta casi la meta, por lo que es un sitio ideal para que los acompañantes te vean pasar por primera vez. Allí saludé a mi mujer y mi hijo por primera vez, ya que estaban viendo la carrera con paciencia.



Ambiente en Lauterbrunnen.

Ya llegando a Lauterbrunnen tuve que empezar a alternar el caminar con el correr, ya que me encontraba algo cansado y quería llegar entero a la subida. En ese tramo procuré comer bastante por si acaso. El terreno no era duro, pero tampoco era muy llano, y se notaba.

Por fin, llegué al km 26,6 tras poco más de 3 horas de carrera y empecé la primera parte de la subida. Hasta ahí, en la parte llana de la carrera, hice el puesto 2.269 de 2420 hombres. Me lo tomé con calma, como veis.

La cuesta empezaba en asfalto con mucha pendiente, para luego seguir por una pista que subía en zigzag ganando altura muy rápido. Aparte de la cuesta, el terreno de casi todo el maratón era fácil. Solo en los dos últimos kilómetros teníamos verdadero sendero de monte, pero nada técnico.

Esta primera rampa dura consistía en dos kilómetros a una media de casi el 26%. Una pared. Luego ya suavizaba bastante y al paso de Wengen incluso había varias bajadas.

Al de poco de empezar ese muro, en el km 26,5, habían puesto un arco en forma de muro. En otros maratones el “muro” lo encuentras hacia el km 35, pero aquí, por el perfil, se ve que lo habían adelantado, je, je. Por cierto, las vistas desde ahí hacia el valle eran una pasada.

El "muro".

Vistas sobre el valle.


Tras dejar atrás Wengen, venían unos 11 km en los que no había desniveles tan fuertes. Casi todo eran por pista fácil, y ya se veían las montañas imponentes. Allí me encontré bastante bien. Se nota que este año he subido más al monte que otros años y no me estaba costando mantener un ritmo de caminar rápido cuesta arriba. De hecho, en la parte de subida de toda la carrera, desde el km 26 a meta, hice el puesto 1.525, así que pasé a mucha gente subiendo.

Vistas del Jungfrau tras pasar por Wengen.

Y vista de la cara norte del Monch entre las nubes.

En el km 39 la pendiente volvía a ser muy fuerte. Del 39,5 al 41,2 se subían 333 m en 1,7 km al 26,2% por sendero de montaña, luego había una pequeña bajada y del 41,8 a meta se subían 120 m en 0,6 km al 20% por pista. Así que, como veis, el final era muy duro.

Por suerte, para darme ánimos, poco antes de la meta estaban otra vez mi mujer y mi hijo, esperando casi dos horas a mi paso por allí.

Ya cerca de las alturas.

Una de las zonas duras.

Pero siempre hay tiempo para sonreír.

Mi intención era haber hecho la carrera en menos de 6 horas, pero al final me fui a las 6:24. Bueno, muy satisfecho.

Arriba paré el reloj, recuperé el aliento, me saqué unas fotos, bebí una cerveza, me cambié de camiseta y me puse el chubasquero. Por si acaso, había llevado en la cintura el chubasquero y una camiseta térmica en el bolsillo, que me vinieron de perlas allí arriba, a 8ºC y con una buena sudada encima.

Feliz en una nueva meta maratoniana por trigésimo primera vez.

Una nueva medalla.

Por cierto, para la carrera llevé un maillot de ciclismo de lana merino (de la marca La Passione) que he comprado este mes y que resultó ser un acierto. Tiene cremallera entera, para poder regular la temperatura, y aunque llegué arriba empapado de sudor, todo el rato tuve una sensación muy agradable en el cuerpo.

Luego, como he dicho antes, bajé en el Eiger Express hasta Grindelwald, donde cogí la mochila y me cambié de ropa, comí unos macarrones con otra cerveza y bajé en tren a Interlaken.

Un día perfecto para un maratón precioso.

Un íbice sobre la nieve sucia.

Últimas vistas hacia el Jungfrau desde el hotel. (Foto de Alex @naturasphoto_)

Datos:
  • Tiempo: 6:23:47
  • Tiempo en movimiento: 6:08:39
  • Media: 9:03 min/km
  • Media sin paradas: 8:41 min/km
  • Pulso medio de carrera: 129 ppm
  • Pulso medio primeros 26 km (parte llana): 128 ppm
  • Pulso medio últimos 16 km (parte en subida): 130 ppm
  • Potencia media de carrera: 159 w
  • Potencia media primeros 26 km (parte llana): 179 w
  • Potencia media últimos 16 km (parte en subida): 140 w
  • Puesto (Hombres): 1937 de 2.229 finishers (2.420 en la salida)
  • Puesto (Hombre 55-60 años): 217 de 281 finishers (323 en la salida)
  • Tiempo del ganador: 3:05:02 (José David Cardona, Colombia)
  • Tiempo de la ganadora: 3:27:30 (Laura Hottenrott, Alemania)
  • Ascenso total: 2.045 m
  • Descenso total: 333 m
  • Altura mínima (salida): 580 m
  • Altura máxima (meta): 2.320 m
  • Total de participantes: 3.195, con 2.420 hombres y 680 mujeres (24,2%). Retirados el 9%.
  • 11 españoles (entre ellos una mujer)
Aunque es un maratón de montaña, casi todo el terreno es por asfalto o pistas fáciles. Yo llevé zapatillas de trail pero la mayoría de la gente llevó zapas de asfalto. Y aunque suelo correr por el monte siempre con bastones, aquí no los llevé por no cargar con ellos en la primera parte. La verdad es que, aunque los bastones te ayudan mucho en las subidas, no los eché en falta en ningún momento.

Tramo

Desnivel

Mi tiempo

Mi ritmo

Tiempo ganador

Ritmo ganador

0 - 10

104

01:05:15

 

00:36:35

 

10 - 15

107

00:31:17

 

00:17:01

 

15 - 21,1

168

00:52:05

 

00:24:24

 

21,1 – 25,6

24

00:34:27

 

00:14:54

 

25,6 – 30,2

479

00:57:36

12:30 min/km

00:24:37

5:18 min/km

30,2 – 37,9

518

01:26:02

11:12 min/km

00:38:52

5:01 min/km

37,9 - meta

589

00:58:05

13:30 min/km

00:28:40

6:36 min/km