domingo, 22 de septiembre de 2019

Ineos 1:59 Challenge: A por 1:59:13


Cualquier persona aficionada al maratón está ansiosa por ver qué ocurrirá en el Prater Hauptallee de Viena, entre el 12 y el 20 de octubre, cuando los responsables del proyecto Ineos1:59 Challenge decidan apretar el botón del cronómetro que medirá el intento de bajar de las dos horas por primera vez en la distancia de 42,195 km.
Eliud Kipchoge (foto de Dan Vernon, de la web del Inneos 1:59 Challenge).

Ese día será la culminación de este gran esfuerzo que está realizando un equipo muy amplio de personas de diferentes disciplinas (medicina deportiva, fisiología, nutrición, entrenamiento, tecnología, producción de calzado deportivo, etc.) y en el que la cabeza visible y centro de todas las miradas es el fantástico atleta keniano Eliud Kipchoge.
Kipchoge es el mejor maratoniano de todos los tiempos. Desde el 2013, cuando se estrenó en la distancia en Hamburgo con una marca de 2:05:30, ha corrido hasta ahora once maratones y ha ganado todos menos el segundo (en Berlín, también en 2013) en el que terminó en segundo lugar. Y además, es el poseedor del record del mundo oficial, con un tiempo estratosférico de 2:01:39 conseguido precisamente en Berlín en septiembre de 2018. En el anterior intento de bajar de 2 horas, en Italia en mayo de 2017, Kipchoge corrió el maratón en un tiempo de 2:00:25 en el circuito de Monza, en el marco del Breaking 2.
El proyecto Breaking 2 es de 2016, pero desde unos años antes ya se hablaba de lo que hace falta para bajar de dos horas en el maratón. En la revista Runners España de noviembre de 2014 se publicó un interesante reportaje de Alex Hutchinson analizando todo lo que haría falta para bajar de esas dos horas. En ese reportaje se cita un artículo del fisiólogo Michel Joyner y otros colegas suyos publicado en 2011 en el Journal of Applied Physiology sobre este asunto.
Como vemos, no es una idea de marketing de hace poco, sino que es algo sobre lo que se está investigando muy en serio desde hace bastantes años.
Y hablando de marketing. Muchos critican este proyecto porque entre quienes lo financian está Nike, el mayor fabricante de zapatillas del mundo. Por supuesto que la decisión de Nike de apoyar este proyecto es una decisión de marketing deportivo, como lo es la de patrocinar a Kipchoge y a otros muchos atletas. No sé qué hay de malo en ello. Si las empresas no invirtieran en deporte a los deportistas les iría peor. Pero el que patrocinen este proyecto no significa que su único objetivo sea vender más zapatillas del modelo que usa Kipchoge, sino que es una magnífica manera de invertir en I+D+i y de mejorar sus productos.
A hilo de que esto no es más que marketing de Nike, he llegado a leer opiniones de compañeros maratonianos y de gente muy relacionada con el atletismo menospreciando este proyecto o incluso sugiriendo que, como el objetivo es vender zapatillas sea como sea, no escatimarán esfuerzos, incluso haciendo trampas, para que Kipchoge logre bajar de las dos horas. No han faltado comentarios como que no habrá control antidopaje o incluso que se ha sobornado a los jueces de la federación para que homologuen un circuito más corto y así lograr arañar unos segundos.
En este intento habrá control antidopaje, por supuesto, y no me parece muy sencillo sobornar a unos jueces para que digan que el circuito mide más de lo que realmente mide. Corren el riesgo de que esos jueces sobornados se vayan de la lengua por más dinero y todo se vaya al traste. Creo que si el que hagan trampas los miembros del equipo ya es arriesgado, el implicar a terceros con dinero es suicida. Y, por otra parte, el circuito está allí, en Viena. Cualquiera puede ir con un equipo de jueces con los aparatos de medición necesarios y medirlo.
Pero al margen de todo esto está el honor del propio Kipchoge. Él no tiene que demostrar nada a nadie. Incluso aunque se retirara hoy mismo sin hacer el intento seguiría siendo el mejor maratoniano de la historia. ¿Va a arriesgar su buen nombre y su reputación por bajar de dos horas haciendo trampas? Lo dudo mucho. No le conozco en persona, pero por lo que transmite no me parece que sea alguien capaz de hacer algo deshonroso. Él está convencido de que lo puede hacer y está trabajando muy duro por lograrlo, pero si no lo logra, como en Monza, no creo que le preocupe mucho.
Como él mismo explica en la web del Ineos 1:59 Challenge, su objetivo personal es “correr un maratón en menos de dos horas para demostrar al mundo que cuando te enfocas en tus objetivos, cuando trabajas duro y cuando tú crees en ti mismo, cualquier cosa es posible”.
Cualquiera que entienda algo de maratón sabe que con este proyecto no se busca establecer ningún récord oficial, sino que solo se trata de saber si, en condiciones ideales de meteorología, ritmo de liebres, posición de las liebres, alimentación, etc., un atleta es capaz de correr la distancia del maratón en menos de dos horas.
Para que un registro sea considerado récord mundial de maratón tiene que cumplir unos requisitos. Por ejemplo, el Maratón de Boston, el más antiguo del mundo ya que data de 1897, no cumple esos requisitos y por eso en 2011, aunque el keniano Geoffrey Mutai ganó con una marca de 2:03:02 no se homologó, pese a ser la marca más rápida en maratón hasta esa fecha.
El artículo 260.28, apartado B, del reglamento IAAF respecto a qué requisitos debe reunir una carrera de ruta para homologar un récord mundial dice que “la salida y el punto final, medidas a través de una teórica recta entre ellos, no debe ser menos de la mitad de la carrera” y que “la diferencia de elevación entre la salida y la meta no debe exceder 1:1.000 (un metro por kilómetro)”.
El Maratón de Boston no cumple ninguno de estos dos requisitos, ya que entre la salida y la llegada en línea recta hay más de 21,1 km, y la diferencia de altitud de la salida a la llegada es de 136 metros (la salida está a 141 m y la llegada a 5 m), más del triple de lo permitido en ese reglamento.
Pero, además, para que pueda ser récord del mundo, una marca se tiene que lograr en un maratón abierto a cualquier participante. Esto es, tiene que ser una carrera oficial, y el maratón del Ineos 1:59 Challenge, como el del Breaking 2, no es una carrera oficial, como es obvio. Por eso, como digo, Kipchoge no busca un nuevo récord del mundo, sino que quiere saber si es capaz de bajar de dos horas en un maratón en condiciones ideales.
Y por cierto, para los que piensan que esto no es un maratón, yo les diría que cualquiera que corra 42,195 metros (bien medidos, no porque su GPS lo diga) ha corrido un maratón. ¿O es que si voy a entrenar a una pista y corro 25 vueltas (10.000 metros) no he corrido un 10 mil? Vale, no ha corrido un maratón oficial, con todo lo que lo rodea, pero ha corrido 42,195 km y eso es un maratón.

¿Qué tiempo va a marcar Kipchoge?

Después de verle pasar la meta de Berlín el año pasado con un 2:01:39 y seguir corriendo como si nada hasta abrazar a su entrenador, creo que ese día podía haber corrido más rápido aún. Cualquier atleta al llegar a meta a su máximo esfuerzo se detiene lo antes posible, porque su cuerpo no puede más. Sin embargo, Kipchoge pasó la meta y casi sin bajar el ritmo corrió unos cien metros más. Hablando con Martín Fiz unas semanas después, me comentó que creía que podía haber ido más rápido. Y Martín Fiz sabe mucho más que yo, por supuesto. Fiz hace unos pocos años era escéptico respecto a bajar de dos horas. Ya no lo es.
Ese día en Berlin, Kipchoge rebajó en un 1,07% el anterior récord mundial de Kimetto, que era de 2:02:57 establecido en 2014. Si logra bajar un 1% su marca de Monza (2:00:25), Kipchoge establecería un tiempo de 1:59:13.
Yo apuesto por ello.

martes, 17 de septiembre de 2019

Maratón Vías Verdes de Plazaola

Este pasado fin de semana hemos ido un buen puñado de Beer Runners Bilbao a correr la carrera de 26 km del Maratón de la Vía Verde de Plazaola, carrera que integra el circuito de maratones de las Vías Verdes y que en este caso discurre a caballo entre Navarra y Gipuzkoa por una antigua vía férrea reconvertida. La salida del maraton se da en Lekunberri y a la misma hora salíamos nosotros desde Leitza para cubrir los últimos 26 km del maratón hasta la meta en Andoain.
Bueno, yo no corrí los 26 km (ni Amaia tampoco, ya que a última hora decidió hace lo mismo que yo por unas molestias que tiene), y solo hice los primeros 5 km de la carrera y luego regresé corriendo al hotel. Desde el Maratón del Río Boedo del 18 de agosto, tengo unas molestias en la rodilla izquierda que me han impedido entrenar con normalidad. Hoy he estado en el médico y debo de tener algo de condromalacia (rozadura en la parte interna de la rodilla) debido en primer lugar a que corrí ese maratón sin recuperar del todo una buena sobrecarga del cuádricipes tras la Subida al Veleta del 4 de agosto, con lo que la rótula no trabajaba bien alineada pues el vasto interno tiraba de ella, y rematado todo porque los últimos 12 km del maratón los corrí con mala pisada ya que me salió una rozadura dolorosa en la cara interna de los muslos por el sudor que me hizo pisar mal. Todo esto unido hizo que llegara a la meta con molestias en la rodilla que aún no se me han quitado del todo.
Por lo menos según el médico, no parece muy seria la cosa y espero que con el tratamiento (haciendo bici, unos ejercicios y la mesoterapia de antiinflamatorios) y el descanso de correr dos semanas, se me pase del todo y pueda llegar a los 50k de Washington del 27 de octubre en condiciones de acabarlos sin molestias. En fin. El tema no está fácil pero se ve luz al final del túnel. Ya os contaré.

Respecto a Plazaola, ¿qué decir?
Ha sido un fin de semana genial. El sábado nos juntamos todos (menos Belda, que fue por su cuenta y se unió a nosotros en la salida de la carrera) en Leitza. Fuimos a cenar, no sin antes tomar algo en la Herriko Taberna (como en la película "Ocho apellidos vascos", que se filmó en Leitza, entre otros lugares). Entre todos los que estábamos había unos cuantos para los que iba a ser una prueba difícil el correr 26 km, ya que nunca habían corrido tanto. Aunque en esta carrera el perfil es favorable, casi todo descendente, para los que no han corrido nunca esta distancia es un reto ya serio. Pero con la ayuda y los ánimos de todos, y corriendo en grupo a ritmo tranquilo, hablando y regulando bien, todos llegaron a meta sin problemas y llenos de felicidad por conseguirlo. Enhorabuena una vez más. Sois más fuertes de lo que pensáis.
En la meta de Andoain nos juntamos todos y fuimos a celebrar la carrera a una sidrería antes de volver a Bilbao.
Y para el año que viene, creo que seremos unos cuantos los que repitamos, pero esta vez desde Lekunberri, ya que a todos nos encantó el recorrido y la organización de este Maratón de la Vía Verde de Plazaola.

Foto del grupo en el frontón de Leitza.


La casa donde vive la protagonista de "Ocho apellidos vascos".

En la Herriko.


El grupo listo para ir a la salida. Qué bien nos quedan nuestras nuevas camisetas.

Los Beer Runners Bilbao.

Junto a los Beer Runners de Pamplona y Logroño.


Primeros kilómetros.



Muy buen ambiente todo el fin de semana, y en la carrera no iba a ser menos.

Aquí nos despedimos Amaia y yo del grupito.


El paso por los numerosos túneles le da un encanto especial a este recorrido.




Javi y Jon, disfrutando.

Mikel, el más rapidillo.

Belda.

Raúl, el andaluz que vino a Euskadi y se quedó. Un grande.

Las gogo-girls Vero y Sandra, o Pili&Mili. La alegría de la huerta.

Cristina, Itzi, Vero y Alejo. Las dos primeras iban acojonadillas, je, je.

Nuestra amiga Txibi corrió tanto que ganó el maratón en chicas. Un aplauso bien grande.

Volviendo al hotel despacito y disfrutando del camino.

Precioso el entorno de Leitza.

Mikel en meta.

Sandra súper contenta.

Raúl.

Vero hizo aquí su primera tirada larga de cara al Maratón de San Sebastián, que será su debút en la distancia y que promete ser un éxito. Ánimo.

Belda en meta.

Una llegada a meta feliz para Cristina, Vero, Itzi y Alejo. Qué bien fueron juntos hasta el final.

Txibi rompiendo la cinta (se la quería llevar de recuerdo, je, je).

Sandra y Vero con Txibi. Tres grandes.

¡Ah! Y premio al equipo más numeroso.

En la sidreía, reponiendo fuerzas.

Sandra y Javirutxu luciendo nuestra nueva sudadera. Muy elegantes.

Raúl, adaptándose al entorno del buen yantar vasco.

Foto del grupo tras la comida. Ahí pesábamos más.

lunes, 19 de agosto de 2019

18º Maratón del Río Boedo. Un maratón único.

Hace un par de semanas, bajando en autobús de Pradollano a Granada tras la Subida al Veleta, coincidí con Lola, una simpática corredora de Madrid que me habló del maratón de Báscones de Ojeda, en Palencia. Creo que ya había oído hablar de él, pero no lo recuerdo. El caso es que Lola me ensalzó las bondades de esta carrera, un maratón único, por ser el único en España que se disputa en agosto, por ser una carrera de pueblo gratuita en la que te dan camiseta, trofeo, diploma, unas galletas de regalo y una comida popular, además de otras cosas, como duchas y unos ánimos estupendos. Y también es un maratón único porque son pocos los que se atreven a correrlo (unas pocas decenas), tal vez porque es agosto, el pueblo está a casi 1.000 m de altitud y puede hacer mucho calor, o tal vez porque se corre por pistas de grava, más difícil que por asfalto, y porque es posible que hagas muchos kilómetros en solitario.

Con la grupetta que hicimos hasta la última vuelta. Yo, con mis 27 maratones hasta este día, soy el más novato de todos. ¡Qué cracks!

Sea por lo que sea, en este maratón hay poca participación y gran parte de los que lo corren son habituales en la línea de salida. Aquí se conoce todo el mundo. Báscones de Ojeda es un pueblo muy pequeño, menos de 150 habitantes, y los participantes repiten muchas veces.
Cuando Lola me habló de él, le comenté que mi abuela materna era de Prádanos de Ojeda, otro pequeño pueblito de la zona, a 15 km de Báscones. Hace casi un siglo muchos habitantes de esta comarca emigraron al País Vasco, sobre todo a Bilbao, y eso se nota porque en verano en estos pueblos gran parte de los habitantes son vascos.
Yo, tras la Subida al Veleta, tenía previsto descansar en agosto, pensando en el 50k de Washington de octubre y en el Maratón de Málaga en diciembre. Pero ya me entró el gusanillo y la semana pasada encontré una habitación libre en el nuevo hostal que ha abierto en Prádanos un matrimonio vizcaino y me inscribí en la carrera (se hace por teléfono de manera personal).
Y así, sin pensar, al más puro estilo de Chema Martínez, me encontré al amanecer del 18 de agosto en Báscones esperando a que Gabriel diera la salida de mi 28º maratón.

Antes de la salida.

A punto de salir. El organizador, Gabriel Ruiz, con su saxofón, con el que da la salida tocando un tema.

Hasta hace un par de años el recorrido alternaba las pistas con la carretera entre Báscones y las localidades de Revilla de Collazos y Collazos de Boedo. Pero, por algún problema con los permisos, el recorrido actual es todo el rato ida y vuelta por una pista parcelaria. Solo se toca asfalto al paso por Báscones y por Collazos de Boedo. Primero se da una vuelta de unos 12 km hasta casi Revilla de Collazos y luego dos vueltas de unos 15 km hasta Collazos de Boedo. Así que correr se hace más duro si cabe que si fuese por asfalto, ya que tienes que mirar dónde pisas, como en un trail, y no te puedes relajar en ese aspecto.

Primeros kilómetros con las sombras alargadas poco después del amanecer. Prácticamente todo el recorrido es por esta pista de grava.


En estos primeros kilómetros hicimos un bonito grupo.



Ya en carrera, mi estrategia era la de correr todo el rato suave, teniendo en cuenta que no había preparado este maratón y que no quería cansarme demasiado. El tiempo era muy bueno, ya que tuvimos algo de fresco en las primera parte y luego la temperatura no subió demasiado. Además, buena parte de la mañana estuvo el cielo cubierto y hacía un poco de viento, con lo que no llegamos a pasar calor.
Ya en la primera vuelta nos juntamos un grupito muy majo y fuimos juntos hasta casi terminar la segunda vuelta. Iba bien, pero también veía que iba un poco demasiado rápido para mantener mi estrategia de cansarme lo menos posible. Y eso lo pagué en la tercera vuelta, que me resultó muy dura.
De todas formas disfruté mucho de esos casi 27 km en compañía de otra Lola (de Tarragona), de Xebi Avellana (ironxevi.blogspot.com) y de otro corredor, Javi Sanz (https://coleccionistamaratones.wordpress.com/). Por cierto, yo llevaba la camiseta de mis primeros 25 maratones que he preparado para los maratones de este año con mucha ilusión. Pues bien, cuando la vieron oí que comentaban que a ellos no les cabrían todos sus maratones en una camiseta. Como este maratón es duro, se ve que solo gente con mucha experiencia se atreve a correr aquí. Xevi lleva ya 111 maratones, Lola otro montón y Javi Sanz ya ha completado 122. Total, que yo fardando de 25 maratones en mi camiseta y era de los más pardillos de todos los participantes, je, je. Como anécdota os comento que Xevi me dijo que había leído mi novela del Maratón 42,2 Muerte en Central Park. Se agradece.

Lola, segunda clasificada en mujeres, es quien me dio a conocer esta carrera.

Terminando la segunda vuelta, ya con malas sensaciones.

Ya acabando la segunda vuelta me empecé a descolgar. Xevi se había descolgado poco antes y la Lola de Tarragona se fue para adelante con otros corredores. El no llegar entrenado y no haber regulado mejor el ritmo me estaba pasando factura. Además, el pantalón empezó a escocerme la parte interna de los muslos. Me había pasado lo mismo en la Subida al Veleta, pero allí llevaba vaselina por si acaso y aquí me había echado algo en la salida pero ya no tenía más. Tampoco tenían en los avituallamientos, así que los últimos 15 km empezaron a ser una tortura: cansancio, escozor en el muslo y dolor en una rodilla al cambiar el paso para evitar las rozaduras. Tuve que hacer los últimos 10 km alternando el correr con el caminar.
Al comenzar la tercera vuelta me había alcanzado por detrás la Lola de Madrid, que nos dio una lección de regular el ritmo, ya que nos pasó con mucha convicción y más tarde también pasó a la Lola de Tarragona para hacer en la meta segunda en la clasificación de mujeres detrás de Eva, una ultracorredora guipuzcoana que también había corrido en el Veleta.
Y por fin, tras una última vuelta muy sufrida, llegué a la meta. Entré de la mano con Xevi, con el que me había vuelto a juntar en los últimos kilómetros. ¡Qué ganas de terminar tenía! Bien. Contento por un nuevo maratón, pero preocupado por el dolor de la rodilla, sobre todo pensando en las próximas grandes carreras que me esperan.
Tras la meta, podías ir a ducharte a las casas de algunos vecinos del pueblo (todo el mundo colabora) o a la zona de baños del río. Yo fui al río, con el agua a 14 grados. Dicen que el agua fría es lo mejor para las piernas después de un maratón. Esperemos que así sea.
Cuando llegó el último participante, Gabriel, el organizador, nos fue llamando a todos al podio por categorías. Nos entregaron los diplomas, los trofeos y las galletas y luego ya empezaba la comida popular, con una buena paella de verduras, tortilla de patatas y melón.
En resumen, una carrera gratuita, bien organizada y que se vuelca en los corredores. Y un maratón duro, no apto para gente sin experiencia.
Por cierto, que se me olvidaba. El sábado por la tarde se corrió el medio maratón, que es el más antiguo de España junto con el de Elche. Muchos de los participantes en el maratón corrieron las dos pruebas, y eso que el sábado por la tarde sí que hizo mucho calor. Lo que digo. Un maratón para corredores experimentados.
Ah, se me olvidaba añadir que para muchos correr este maratón es el que te da el título de maratoniano o donde te doctoras en Maratón. Bueno, pues ya tengo el título. Eso sí, con un aprobado raspadito, je, je.

Entrada a meta con Xevi. Él completaba su maratón número 111, yo solo el 28º.

Contentos en la meta.


Así de polvorientos quedaron nuestros pies.

Agotado, tras el bañito en el río.

Todos los participantes pasamos por el podio. Aquí los de la categoría de hombres de 55 a 60 años.

La clasificación. Pocos participantes, pero si sumamos el total de maratones que tenemos entre todos...

Diploma, trofeo y galletas locales.

Una de las paellas que nos comimos.

Y el día anterior, Kike, un compañero de equipo de Beer Runners Bilbao, corrió el medio maratón con mucho calor.