miércoles, 6 de septiembre de 2017

Viaje al eclipse total - EE.UU. Agosto 2017. (1ª parte)

El pasado 21 de agosto se pudo ver a lo largo de los EE.UU., de Oeste a Este, un eclipse total de sol. Desde que me enteré el verano pasado de esta efeméride astronómica, decidí que era una buena ocasión para hacer un viaje que deseaba hacer hacía tiempo por los parques nacionales de este país y ver de paso un eclipse total de sol.

Un eclipse de sol no es algo raro. Cada año hay al menos dos eclipses solares, incluso puede haber hasta seis eclipses solares en un año. Lo difícil es poder verlo en su fase de totalidad, ya que eso solo es posible en una estrecha franja que se desplaza a lo largo de una zona de la Tierra a unos 3.200 km/h en dirección Este y que es como mucho de unos 270 km de ancho. Por lo tanto, en un punto concreto de la Tierra tan solo se puede contemplar un eclipse total de sol cada dos o tres siglos.
Es cierto que ver un eclipse parcial es mucho más habitual, pero la diferencia entre presenciar un eclipse parcial, aunque el sol esté oculto en un porcentaje muy alto de su superficie aparente, y ver un eclipse total es abismal. Cuando el sol pasa de estar oculto un 99% a estar oculto en un 100% se hace de noche, el cielo se oscurece y se ven las estrellas y planetas más visibles.
Así pues, había que aprovechar esta ocasión, ya que en España el próximo eclipse total que se podrá ver será en agosto de 2026.

Un viaje de este tipo hay que prepararlo con tiempo. EE.UU. es un país muy grande y hay muchísimas cosas que ver. Como además teníamos que estar el 21 de agosto en la zona visible de la totalidad, y tampoco teníamos tantos días para el viaje, desde octubre a diciembre del año pasado estuve mirando mapas, vuelos, carreteras y cualquier cosa que me fuera útil para planificar el viaje.
Y por fin, para diciembre, ya tenía los vuelos reservados y la ruta más o menos decidida para ir reservando hoteles.
Y aquí está, finalmente, la crónica del precioso viaje que hemos hecho este agosto.

11 de agosto. De Bilbao a San Francisco
El vuelo que habíamos reservado era con Lufthansa de Bilbao a San Francisco con escala en Frankfurt. Ir tan lejos siempre es una paliza. El vuelo largo tenía una duración de unas 12 horas, y salvo que viajes en primera, cualquier asiento de avión es una tortura para tantas horas.
Lo bueno era que íbamos a volar en un Airbus A380, el avión de pasajeros más grande del mundo, y como la línea recta (en rumbo ortodrómico) de Frankfurt a San Francisco pasa muy al norte, tuvimos la ocasión de ver Groenlandia desde el avión. Unas vistas espectaculares.
Por fin llegamos a San Francisco hacia el mediodía de allí (las 9 horas de diferencia nos beneficiaba) y tras dejar las cosas en el hotel Grant fuimos a dar una vuelta para ver la ciudad, pese al cansancio.
San Francisco es una ciudad muy bonita, nos gustó mucho. Eso sí, vaya cuestas que tiene para caminar. Por fin, tras una cena en la zona de Fisherman Wharf y un paseo por las empinadas calles con visita a la calle Lombard, nos fuimos a descansar.
Por cierto, tuve ocasión de reunirme unos minutos con mi compañero Beer Runner, Julen, que estaba ya en los últimos días de su viaje por el país.
El largo viaje.

El gran avión.

Aunque no lo parezca por ser una proyección Mercator, ésta es la ruta más corta.

¿Ahora lo veis? Rumbo ortodrómico.

Groenlandia. Qué chulada.

Leones marinos en los muelles de San Francisco.

Alcatraz.


Cable car.

Lombard Street.

Aquí, con la gacela.


12 de agosto. De San Francisco a Yosemite
Como me desperté muy temprano fui a correr un poco por la ciudad. Fue un entreno suave bien aprovechado. Luego fui a recoger el coche de alquiler y salimos de la ciudad cruzando el puente Golden Gate. Paramos un poco por la zona de Sausalito para ver el puente, pero por desgracia era un día con una de las habituales nieblas de la ciudad y la parte alta del puente no se veía.
Después seguimos viaje por el puente Richmond-San Rafael, que cruza la bahía, y dejamos atrás la ciudad en dirección a Modesto, donde íbamos a parar a comer en casa de nuestros amigos Tom y Marilyn, que nos iban a acompañar a Yosemite.
Tras la opípara comida, seguimos viaje y llegamos a El Portal, a la entrada del parque, con el tiempo justo de hacer el check-in en el Yosemite View Lodge, dejar las maletas y dirigirnos al mirador de Tunnel View a ver el atardecer con las imponentes paredes de “El Capitan” y del resto de montes de fondo.
Desde que en mi juventud me comprara el libro “Escaladas en Yosemite”, siempre había deseado ver con mis propios ojos estas impresionantes paredes de granito de casi 1000 metros que encierran el precioso valle de Yosemite. Y por fin, ahí las tenía delante de mí. Una maravilla.

Total de kilómetros en coche: 352 km.
De San Francisco a  El Portal (Yosemite).

Corriendo por Lombard Street.

Foto de postureo. Demasiada cola como para montarnos.

El Golden Gate bridge.


Desierto de California.

Y por fin Yosemite.



13 de agosto. Yosemite
Al día siguiente Tom nos invitó a desayunar en el precioso y antiguo hotel The Majestic. Un coqueto y elegante hotel que nos llevaba a los tiempos en los que los primeros viajeros que visitaban el parque se alojaban en sus suntuosas habitaciones y comían en sus magníficos salones. Aunque no te alojes en él, es muy recomendable visitarlo.
Tras el desayuno hicimos una pequeña ruta por el fondo del valle, no muy exigente ya que aún estábamos cansados del viaje. Sin duda Yosemite es uno de los parques nacionales más bonitos de los EE.UU. y un paseo por el valle te hace empequeñecer ante las grandes paredes rocosas que rodena el entorno.
La pared más famosa es, sin duda, la de “El Capitán”, así, en castellano. Una pared casi lisa de 900 metros verticales, cuya vía llamada “The nose” (la nariz) es un desafío para los mejores escaladores del mundo. La primera vez que se ascendió fue en 1958 y los tres alpinistas que lo lograron tardaron 47 días no consecutivos en subir. En 1960 fue ascendida por primera vez de un tirón en siete días. Y en 1975 otros tres alpinistas lo lograron en un solo día por primera vez. En junio de 2012 dos escaladores en modalidad libre hicieron el record en subir esta pared con un registro increíble de 2 horas y 23 minutos. Ahí queda eso.
Tras la excursión y un pequeño picnic en el valle, Tom y Marilyn se marcharon y nos quedamos solos en el hotel. Al atardecer regresamos a Tunnel View para ver de nuevo el atardecer. Nunca te puedes cansar de verlo.





El Capitán.



Half Dome.



Vista desde Tunnel View.



¡Corre!




14 de agosto. De Yosemite a Sequoia Park
Al día siguiente como me desperté temprano salí a correr un rato. Tuve la suerte de ver amanecer por una carretera solitaria junto al río Merced. No es que haya entrenado realmente en el viaje, pero sí que he corrido algo algunos días.
Tras el desayuno dejamos el hotel y emprendimos viaje hacia nuestro siguiente destino, Lemon Cove, bajo las montañas donde están los bosques de las sequoias gigantes en el Sequoia National Forest.
Volvimos a pasar por Tunnel View para dirigirnos hacia el Glacier Point, un mirador privilegiado al valle de Yosemite desde las alturas. Para llegar allí subes por una bonita carretera de montaña que te muestra bonitos paisajes y praderas.
Al llegar arriba, y como también habíamos apreciado al paso por Tunnel View, había una extraña niebla que nos impidió disfrutar de las impresionantes vistas que ahí desde allí. No era una niebla normal, ya que olía a quemado. Era humo que iba invadiendo todo Yosemite y que procedía de un incendio forestal originado más al sur, cerca de la localidad de Wawona.
Cuando escribo estas líneas, a primeros de septiembre, el fuego aún no se ha extinguido. Está parcialmente controlado para que no afecte a zonas habitadas, pero los servicios del Parque parece ser que dejan que estos incendios naturales habituales en verano se extingan por sí mismos ya que son necesarios para la regeneración natural de los bosques.
En el viaje, pasamos junto a Fresno y más tarde llegamos por fin a nuestro hotel en Lemon Cove, el Plantation Bed & Breakfast, un bonito hotel familiar con decoración dedicada a la película “Lo que el viento se llevó”. Nos tocó la habitación de Rhett Butler, el personaje de Clark Gable.
Tras dejar las maletas subimos con el coche por una revirada carretera de montaña hasta llegar al General Sherman, una de las sequoias gigantes más famosas del mundo ya que es el árbol con más masa de todos. Pesa más de 1.900 toneladas, aunque “solo” mide 83,8 metros de alto y la circunferencia de su tronco en la base es de 31,3 metros. Es un árbol muerto (ya no crece más) y tiene una edad de entre 2.300 y 2.700 años. Como veis, unas dimensiones de otro mundo.
Después de pasear un poco junto a estos árboles que nos empequeñecen, regresamos al hotel, donde antes de acostarnos saqué unas fotos del cielo tan estrellado que se veía. El hotel está en una zona poco habitada y es un lugar ideal para ver las estrellas.

Total de kilómetros en coche: 377 km.
De Yosemite a Sequoia National Park.

Corriendo al amanecer junto al río Merced, en Yosemite.


Entrada a Yosemite.

Humo desde el Tunnel View.


Humo desde el Glacier Point. Apenas se adivina el Half Dome.



El incendio, cerca de Wawona.


Qué maravilla las sequoias gigantes.




El General Sherman.

La Vía Láctea, desde Lemon Cove.


15 de agosto. De Lemon Cove a Las Vegas
Tras un rico desayuno que nos preparó la dueña del hotel, Lisa, con una tostada francesa espectacular, seguimos viaje hacia Las Vegas pasando por el Death Valley, el Valle de la Muerte, uno de los lugares más cálidos y secos del mundo. Pero primero pasamos por una carretera muy bonita y solitaria que nos hizo atravesar la punta sur del Sequoia National Forest por el lago Isabella y más tarde rodear el parque Coso Range Wilderness Area, una zona volcánica del desierto.
Poco a poco íbamos adentrándonos más y más en pleno desierto del Death Valley e hicimos algunas paradas para apreciar la belleza de este Valle de la Muerte, un lugar inhóspito y casi incompatible con la vida, pero que tiene un atractivo indudable para visitarlo, eso sí, llevando agua y un coche con aire acondicionado.
La parte central de valle está al nivel del mar e incluso hay zonas, como Badwater (donde se corre uno de los ultras más duros que hay), que llegan hasta los 85 metros bajo el nivel del mar. Por eso allí, entre que estamos al fondo de uno de los valles más secos que hay y la baja altitud, se dan las mayores temperaturas registradas en toda la Tierra. El record está en unos insoportables 57ºC. Por suerte, nosotros solo vimos en el coche unos frescos 46ºC. La verdad es que era difícil estar mucho rato fuera del coche.
Tras salir de este desierto entrábamos en Nevada y seguimos por zona desértica en dirección a Las Vegas, a donde llegamos al anochecer por una carretera de entrada a la ciudad un poco agobiante por el tráfico.
Tras instalarnos en el hotel Excalibur, salimos a dar una vuelta por la ciudad y cenar algo. Fue una vuelta corta porque la ciudad no nos gustó mucho, la verdad. ¡Ah! Y me jugué un dólar en el casino del hotel, y lo perdí, claro. La Banca siempre gana.

Total de kilómetros en coche: 700 km.
De Lemon Cove a Las Vegas por Death Valley.

De camino al lago Isabella. Numerosos árboles de Josué, los "Joshua trees".

Entrando en Death Valley.


Restos de camiones tostados en el Valle.

Dunas en Death Valley.


Se nota que estamos cerca de la famosa Área 51.

A 46ºC.


Las Vegas.



Adiós a mi dólar.


16 de agosto. De Las Vegas a Valle
Dejamos atrás esa bulliciosa ciudad en mitad de la nada que es Las Vegas e iniciamos nuestro siguiente traslado hacia la localidad de Valle, junto a Grand Canyon, una de las paradas más deseadas del viaje.
Poco después de dejar Las Vegas, la carretera vuelve a ser tranquila en cuanto al tráfico y nos hace atravesar por un bonito paisaje, siempre desértico, por la zona del Lake Mead Recreational Area, otra zona de cañones también creada por el río Colorado, río que iba a estar omnipresente en los dos siguientes días. Aquí ya entrábamos en Arizona.
Después, la carretera nos llevaba hasta Kingman, ya en la famosa Ruta 66 que une las ciudades de Los Angeles, California, con Chicado, Illinois. En nuestro viaje no seguíamos esta bonita ruta, pero sí que la íbamos a tocar en localidades como Kingman, Seligman o Williams para dirigirnos a Grand Canyon, así que hicimos un par de paradas tanto en Kigman como en Seligman, ya que merece la pena ver un poco la importancia de la Ruta 66 en esta parte de los EE.UU. Además, en Selligman y en algunos otros lugares, se ven antiguos coches de los años 50 y 60 aparcados en diferentes zonas, algunos de ellos decorados como los coches de la preciosa película de animación “Cars”. Por cierto, mientras comíamos algo en Selligman vimos un correcaminos, ¡mec, mec!
En Williams ya girábamos hacia el norte para dirigirnos a nuestro destino de este día, Valle, un pequeño pueblo situado ya cerca del South Rim del Grand Canyon.
Tras dejar las cosas en el hotel Grand Canyon Inn, fuimos en coche hasta Tusayan, una localidad más grande y ya muy cercana a la entrada del Parque Nacional del Grand Canyon, y de allí fuimos hasta el aparcamiento del South Rim del Grand Canyon para ver esta maravilla de la naturaleza en el ocaso.
El Grand Canyon es de estos lugares increíbles al que las fotos y los vídeos no hacen justicia. Es inmenso, como la mayor parte de los paisajes de esta zona del país. Estuvimos por allí algo más de una hora admirando el paisaje, sacando fotos y viendo la puesta del sol, que es algo que merece mucho la pena. Uno de los momentos importantes de todo el viaje.
Ya de noche bajamos de nuevo a Tusayan a cenar algo antes de regresar al hotel a dormir.

Total de kilómetros en coche: 490 km.

De Las Vegas a Valle.

En ruta. Carreteras inmensas.

Seligman.





Grand Canyon.













17 de agosto. De Valle a Page
Al día siguiente salí también a correr algo. Entre que ya hacía calor y la altitud (por esta zona del país estás todo el rato cerca de los 2.000 metros de altitud) la verdad es que no corrí demasiado, lo justo para no perder demasiado la forma durante el viaje pensando en los maratones que tengo previsto correr en noviembre y diciembre.
Ya en marcha fuimos por una carretera solitaria y por un paisaje precioso de montaña hacia Flagstaff para seguir después hasta el Cráter del Meteoro, un lugar espectacular que tenía ganas de visitar desde hacía muchos años. En un principio no teníamos previsto verlo en este viaje, pero al comprobar que no estaba demasiado lejos de nuestra ruta, decidí incluirlo y la verdad es que me alegro de haberlo hecho.
Este cráter se formó hace unos 50.000 años por la caída de un meteoro metálico de unos 50 metros de diámetro que dejó este fenomenal agujero en el desierto de unos 1.500 metros de diámetro. El fragmento más grande que se ha encontrado es una roca metálica de menos de un metro que está expuesta en el Centro de Interpretación.
Tras ver esta atracción de la naturaleza, volvimos hacia Flagstaff donde nos acercamos a ver el observatorio astronómico Lowell, uno de los más antiguos del país. Luego volvimos hacia el norte para acercarnos de nuevo al Grand Canyon, donde estuvimos un rato viendo la torre Desert View Watchtower, una torre de piedra de 21 metros de altura que se construyó en los años 30 y que homenajea en cierta forma a las tribus indias que vivían allí antes y a su cultura.
Tras la visita, seguimos viaje para llegar a ver la puesta del sol en Horseshoe Bend, cerca ya de nuestro destino en Page. Por suerte llegamos a tiempo y pudimos admirar este fantástico rincón del río Colorado que hace una curva circular tallada en la roca. Es un lugar muy fotografiado y muy hermoso. Como prueba de ello era la cantidad de gente que estábamos allí viendo esa preciosa puesta de sol.
Después de estos momentos intensos terminamos el viaje en Page, en el hotel Travelhodge Page, donde me di un baño en la piscina antes de ir a cenar a un Steak House.

Total de kilómetros en coche: 530 km.
De Valle a Page, por Meteor Crater y Grand Canyon.

Carrerita por Valle.



Llegando a Meteor Crater.


Impresionante este agujero.

Fragmento del meteoro que causó el cráter hace 50.000 años.

Este sitio fue usado por la NASA para la preparación de sus misiones Apolo.

Estratégico hueco en el muro. Las vistas parecen un póster.

Watchtower. Grand Canyon.




Atardecer en Horseshoe bend.



18 de agosto. De Page a Moab
Cerca de Page se encuentran unos pequeños y estrechos cañones que con el juego de luces y sombras del sol a lo largo del día y el color de la roca arenisca producen un paisaje que merece una visita sí o sí.
El más conocido de estos cañones, cuyas visitas las gestionan diferentes familias de Navajos que son sus dueños, es el Antelope Canyon. Lo malo es que al ser el más conocido también es el que más visitantes acoge cada día. Si a esto le sumamos la estrechez de los cañones y su tamaño reducido, nos encontramos que esas magníficas fotografías que vemos en internet son muy difíciles de sacar porque es casi imposible tomar una foto en la que no haya un grupo de personas en medio.
Por suerte, investigando por internet antes del viaje, encontré que no muy lejos del Antelope Canyon, hay otro cañón, el Canyon X, con un paisaje similar, mucho menos masificado y además a un precio más barato. Así que llegamos allí con la visita ya contratada cerca del mediodía, la mejor hora para ver estos cañones.
Y puedo decir que fue un acierto ya que el grupo en el que íbamos era solo de seis personas con un guía, el navajo Cody, que además es todo un experto en el manejo de las cámaras de fotos. En ciertos lugares nos hacía posar, nos cogía nuestros móviles, hacía los ajustes necesarios y nos sacaba unas fotos espectaculares del cañón y de nosotros. Además, en las fotos que sacábamos nosotros era fácil que no saliera gente para captar la belleza rojiza del lugar.
Tras la visita de casi hora y media iniciamos nuestra ruta hacia Moab pasando por Monument Valley, otro lugar mítico que hay que ver. Es un paisaje que a todos nos resulta familiar ya que es “el paisaje” de las grandes películas del Oeste, como “La diligencia”, de John Ford.
La ruta por la carretera que atraviesa Monument Valley se inicia en Kayenta, un cruce de caminos con poco más que una gasolinera y unas casas. Es de este tipo de lugares muy común en esta parte del país que al verlo en el mapa piensas que va a ser una localidad más o menos grande y que al llegar allí ves que no hay casi nada.
Ya al girar al norte en Kayenta, enseguida entras en Utah y el paisaje empieza a ser el de los Westerns, con esas mesas, montañas planas y escarpadas, que se levantan de la meseta del lugar. En la carretera hay varios puestos de venta de artesanía india, donde puedes comprar cosas muy bonitas.
Fuimos hasta el hotel The View, donde, como su nombre indica, hay unas vistas impresionantes de toda la zona y donde está también el Visitor Center del Navajo Tribal Park, que está gestionado por esta tribu. De hecho, para llegar allí tienes que pagar la entrada al Parque, 20 dólares por coche. Si tienes tiempo, desde allí parten algunas pistas que se pueden recorrer en coche.
Tras un rato sacando fotos y disfrutando del entorno, volvimos a la carretera para seguir hacia la famosa Milla 13, un lugar con unas vistas de las mesas que se nos hace muy familiares, ya que es el punto en el que Forrest Gump termina sus días de corredor de fondo a lo largo del país y decide regresar a su casa en Greenbow, Alabama.
Era la segunda vez en mi vida que pasaba por ese lugar. La anterior fue en 2010 siguiendo la carrera ciclista que va de costa a costa de EE.UU., la Race Across America. Esta vez no me pude resistir y me saqué un vídeo corriendo como Forrest Gump con la camiseta de mi equipo de los Beer Runners Bilbao. Qué gran momento.
Al salir de Monument Valley, ves una roca colgada de un picacho. Se trata del Mexican Hat, el sombrero mejicano, una curiosidad que se caerá cualquier año de estos.
Después ya seguimos hacia el norte para llegar a Moab, nuestro siguiente destino, donde nos alojamos dos noches en el Adventure Inn Moab.

Total de kilómetros en coche: 430 km.
De Page a Moab.

Vistas del Canyon X.









Fotaza de Cody, nuestro guía navajo.

El Canyon X visto desde arriba.


Entrando en Utah por Monument Valley.





La Milla 13. ¡Go, Forrest, Go!

No me pude resistir, ja, ja.


Mexican Hat.

Llegando a Moab.

Willson Arch, cerca de Moab.

(No os perdáis la segunda parte: Canyonlands, Arches, Eclipse en Oregon, Boise, Filadelfia y Nueva York).

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