lunes, 4 de junio de 2018

Running up the Tourmalet

A dos semanas de mi cita en Italia con el Maratón del Stelvio, este fin de semana pasado me he acercado a los Pirineos, al Col del Tourmalet, para hacer un último entrenamiento en cuesta y para presenciar, como hice en 2014, la colocación de la estatua del Gigante del Tourmalet, esa bajo la cual se fotografían miles de cicloturistas cada verano en uno de los escenarios más míticos del ciclismo.

Antes de la última curva en el Tourmalet, por la vertiente de Luz.

Esta escultura forma parte de la obra “La Grande Boucle” que está erigida en el Área de Servicio “Les Pyrénées”, en el km 129 de la autopista Bayona Toulouse, cerca de Pau.

"La Grande Boucle".

Esta obra de arte es un homenaje al paso del Tour de Francia por los Pirineos y a los héroes que han escrito su leyenda. A su alrededor hay una serie de murales que van mostrando diversas hazañas de los ciclistas del Tour en esta cordillera. La escultura “El Gigante del Tourmalet” (la de la cima del puerto) es la novena figura de ciclista que complementa esta obra del francés Jean-Bernard Métais.
La traducción del texto íntegro de la placa que hay en la cima del Tourmalet junto a la escultura dice: “El Gigante del Tourmalet. 9º personaje de la obra monumental ‘La Grande Boucle’ realizada por el escultor Jean-Bernard Métais, en el Área de los Pirineos (A 64). Esta escultura conmemora el primer paso del Tour de Francia por el Col del Tourmalet en 1910. Con el Tourmalet (2 115 m), el Tour entró en una nueva era: ‘la Alta Montaña’ donde se han escrito las más gloriosas páginas de su historia. El 21 de julio de 1910, Octave Lapize fue el primer corredor del Tour de Francia en franquear el Col del Tourmalet. Él gana la etapa Luchón Bayona (326 km) en 14h 10m. El Gigante del Tourmalet es el homenaje de los Altos Pirineos a los Gigantes de la Ruta, para que viva la leyenda del Tour de Francia”.
Junto a esta placa, hay otra en la que se menciona al ganador de la etapa Luchón-Bayona del 21 de julio de 1910, Octave Lapize, ya que mucha gente llama "Octave" al gigante. Lapize, como he dicho, ganó aquella etapa mítica, ya que fue la primera vez que el Tour de Francia programaba una etapa de alta montaña. Además, Octave Lapize fue el ganador final de aquel Tour. Aunque también pasó a la historia del ciclismo ese mismo día otro corredor, Gustave Garrigou, ya que él fue el único ciclista que logró coronar el Tourmalet sin echar pie a tierra.
Cuando pusieron la estatua por primera vez, en 1999, pensaron dejarla allí todo el año, pero luego decidieron que en invierno era mejor guardarla. Por lo tanto, cada primer sábado de junio se organiza un festejo cicloturista alrededor de la subida de la estatua al puerto. Luego, en septiembre o en octubre, se la vuelva a bajar a su cuartel de invierno, en el hotel de Bagnères-de-Bigorre en el que el campeón francés, Laurent Fignon, fallecido en 2010, tenía su centro de entrenamiento para ciclistas.
Como homenaje a Fignon, desde 1910 hay un tramo de la carretera vieja del puerto que está cerrado al tráfico y solo es posible subirlo en bicicleta (o corriendo, je, je).

Corriendo por un puerto de leyenda
Ya en 2015 cumplí el sueño de subir el Tourmalet corriendo. Este año no era mi intención subirlo entero corriendo. Mi plan era subir solo la mitad.
Llegamos el viernes por la tarde y tras dejar las cosas en el hotel de Luz-Saint-Sauveur, subimos al puerto a última hora de la tarde. Estaba muy solitario y espectacular.
El sábado, mientras mi hijo subía en bici el puerto, yo subí con el coche y luego bajé corriendo hasta el cruce de la Vía Fignon por donde subí de nuevo hasta la cima. En total me salieron 17 km en unas dos horas, sin contar las paradas para las fotos. Después, disfrutamos del festejo de la cima en un ambiente muy bonito.
Por la tarde, bajo la tormenta, hicimos una pequeña excursión en coche por Cauterets y Pont d'Espagne.
El domingo por la mañana, con buen tiempo, fuimos a Gavarnie y allí hice un pequeño entrenamiento de trail de 8 km hasta la cascada del Circo de Gavarnie, un lugar espectacular que nunca me canso de visitar.
En fin. Como podéis ver en las fotos, ha sido un fin de semana genial. Ahora me toca descansar las dos semanas que me restan para llegar lo mejor posible al Stelvio, otro puerto que ya subí en bicicleta en 2012 y que es una de las carreteras más bonitas del mundo.


El Tourmalet, solitario el viernes al atardecer.


Por muchas veces que haya estado aquí arriba, siempre me sorprende.


El sábado por la mañana, antes del festejo y antes de empezar a correr cuesta abajo.

Y mientras yo bajaba, mi hijo Alex subía.


El gigante, llegando a su lugar de veraneo.

A punto para ser colocado en su sitio.

Una foto más con el gigante.

La placa de la derecha es la que explica el porqué de esta estatua. La de la izquierda, más reciente, rinde homenaje a Octave Lapize, ganador del Tour 2010 y de esa primera etapa de alta montaña.

Subir el puerto corriendo te permite apreciar detalles que en bici no ves, como esta pequeña cascada.

La curva del jardín botánico, en la Vía Fignon.



Detalles del restaurante de la cima.



Arroyo en Gavarnie.

Llegando al pueblo de Gavarnie.

Desde el pueblo hay un bonito recorrido de 4,5 km hasta la cascada.



Detalle de un reloj de sol en Gavarnie, casi en el Meridiano de Greenwich.







Fotón de Alex.


martes, 22 de mayo de 2018

Cuesta arriba

Tras un mes de abril a medio gas para recuperar de la ligera anemia y del cansancio que estaba teniendo después del Maratón de Barcelona, este mes de mayo parece que todo me está funcionando bien, en lo que a entrenamientos y sensaciones se refiere.
El 16 de junio tengo la gran cita del Stelvio Marathon, un maratón de montaña muy exigente, pues tras los primeros 17 kilómetros de llano por el valle, el recorrido sube casi sin descanso (salvo tres kilómetros de bajada) desde los 900 metros hasta los 2.757 metros de altitud de la cima del puerto del Stelvio. Una carrera que me motiva mucho, pero que me exige llegar con una preparación adecuada para disfrutarla y no sufrir demasiado.
A correr en altitud (uno de los problemas de esta carrera) no puedo entrenar viviendo en Bilbao, pero lo que sí puedo hacer es correr monte arriba unas cuantas veces. Por eso, desde que a finales de abril retomé con ganas los entrenamientos, estoy metiendo un día a la semana entrenamientos de trail running subiendo montes, y también algunos días de series en cuesta de unos diez minutos de duración. Todo sea por acostumbrar al cuerpo a correr cuesta arriba.
Entre los entrenamientos que he hecho este mes de mayo he metido las subidas a los montes Ganekogorta, Kolitza y Untzeta. Además, este pasado domingo hice una ruta de 22 kilómetros en la que incluí la subida al puerto de Orduña por la carretera. Y para esta semana y la que viene, las últimas de trabajo intenso, espero hacer otra ruta parecida a la de Orduña pero con el puerto de Urkiola, y otra subida por el Tourmalet, si el fin de semana del 2 de junio hace buen tiempo en Pirineos, ya que ese día hay un festejo con la colocación de la estatua del Gigante del Tourmalet, que abre la temporada ciclista de los puertos pirenaicos.
En fin. Que estoy bien motivado para el gran día que espero pasar en el Stelvio.
 Ganekogorta.
 Kolitza.





 Untzeta.


 Orduña. Hasta allí hay que subir.


 Puerto precioso, con hermosas curvas de herradura, casi como las del Stelvio.

 El Pico del Fraile.

 Por allá sube la carretera.
 La Virgen que preside el valle.
 Bajada preciosa por el bosque.

martes, 15 de mayo de 2018

Momentos mágicos del running (2)


Salir a correr un día cubierto y que empiece a llover justo cuando terminas.
Empezar a entrenar tras una lesión y no notar ningún dolor.
Que te toque un dorsal para una carrera.
Correr viendo amanecer.
Que el público te anime cuando estás flojeando.
Eliud Kipchoge casi bajando de las dos horas.
Correr viendo anochecer.
Que se te acabe la batería del reloj justo al terminar la tirada larga.
Correr en una isla.
Terminar bien un maratón al que no has llegado muy bien.
Apuntarte a la lotería de Londres y creer que te puede tocar un dorsal.
Kawauchi ganando Boston.
Verte en una foto en la revista de un maratón.
Planificar las carreras del próximo año.
Volver a una gran carrera muchos años después.
Que tu hijo te diga que quiere empezar a correr.
Martín Fiz ganando su sexto Major.
Retirar, con pena, unas zapatillas para estrenar otras.
Grabarte tu nombre en una camiseta para que te animen por tu nombre en el extranjero.
Que te animen por tu nombre en el extranjero.
Que pronuncien bien tu nombre al animarte en el extranjero.
Tener un día libre inesperado y poder salir a entrenar.
Descubrir una ruta nueva para correr.
Terminar de entrenar y tener todo el día por delante.
Entrenar para terminar bien el día.
Batir tu record semanal de kilómetros (y sentirte el rey del mundo).
Llegar al cartel del Km 40 y seguir con fuerzas.
Tomar un café antes de un maratón.
Comer un bocadillo con una cerveza después de un maratón.
Correr los primeros doscientos metros de un maratón y escuchar a alguien decir que ya solo quedan 42 km.
Correr los primeros 42 km de un maratón y sufrir para correr doscientos metros más.
Pasear por la ciudad donde vas a correr un maratón y ver en las calles la línea azul pintada.