miércoles, 30 de diciembre de 2015

Doce fotos para el año de mis seis maratones

Bueno. Este 2015 que termina ha sido otro año fantástico en cuanto a viajes, carreras, maratones, experiencias y nuevos amigos. He corrido en muchos lugares espectaculares, como en La Habana, en Varadero, en Washington, en Nueva York, en Bruselas, en Pirineos,... He vivido tantas cosas que no sé ni por dónde empezar a resumirlas, así que lo voy a hacer seleccionando una sola foto por mes y comentando así, un poco por encima, cómo me fue mi vida deportiva en cada uno de los doce meses del año.

Enero
En enero corrí 238 km. Ya estaba en el último mes previo al Maratón de Sevilla y era el mes de más carga de entrenamientos. Ya estaba en forma y salvo una pequeña lesión no tuve ningún contratiempo. Ese mes hice una excursión rápida a Lourdes para estar un día con mis amigos americanos Juan y Linda, que estaban de viaje por Francia. Fue un día muy lluvioso pero muy aprovechado, ya que, además del encuentro con ellos (a los que no tengo muchas ocasiones de ver), de allí salió el germen de lo que sería mi última gran aventura del año. Juan lleva varios años corriendo el Maratón de Washington y este año también lo iba a correr. De manera tonta le comenté que me iba a apuntar al sorteo de dorsales y que si me tocaba iría con él a correrlo. Y me tocó.

Febrero
Mes del Maratón de Sevilla, el primer gran reto del año y el único maratón que iba a correr este año para intentar hacer marca. Sumé 164 km, contando los del maratón. Allí me encontré francamente bien y lo terminé con mi segunda mejor marca personal: 3-42-24. Un mes intenso por esa bonita carrera.

Marzo
Segundo reto del año en el Maratón de Barcelona (4:14:14). Acabé el mes con 186 km y las sensaciones en el segundo maratón del año, solo tres semanas después de correr rápido en Sevilla, fueron las esperadas: cansancio. De todas formas fue una gran experiencia correr en esas condiciones un maratón y aprendí mucho sobre cómo gestionar la fatiga en una carrera y sobre cómo conseguir la motivación cuando el cuerpo pide otra cosa.

Abril
Tercer reto del año. Esta vez en el nuevo Maratón nocturno de Burdeos. Como había descasado más, las sensaciones fueron mucho mejores que en Barcelona y lo terminé en 4:17:09. Fueron otros 190 km en el mes. No son muchos, pero de lo que se trataba entre maratón y maratón era de recuperar lo más posible, no de entrenar.

Mayo
De nuevo un mes de poco kilometraje, 172 km, pero un cuarto maratón en cuatro meses. Esta vez tocó pasar mucho calor en el Maratón de Vitoria para terminar en 4:06:15. Sensaciones dispares. No me encontré demasiado fatigado pero el calor me hizo sufrir. De nuevo una buena experiencia para saber más sobre cómo responde mi cuerpo a las condiciones difíciles y, sobre todo, sobre cómo responde mi cabeza.

Junio
Este mes lo inicié con los últimos kilómetros y un último maratón de la serie de 5 Maratones en 5 meses. Tocó en Laredo, de nuevo con calor. Un maratón duro pese a ser muy llano, ya que se dan cuatro vueltas al mismo circuito y eso es malo para sobrellevarlo psicológicamente. Pero lo logré y con él terminé el reto. A partir de ahí a descansar unas semanas, por lo que en todo el mes solo sumé 99 km.

Julio
El cuerpo necesitaba descansar, así que solo corrí 70 km en julio. Un mes muy importante para mí, ya que durante ese mes salió a la venta mi novela “42,2Muerte en Central Park”, una novela negra con el Maratón de Nueva York de fondo. Varios meses de trabajo escribiéndola y eso me hizo sentir orgulloso cuando ya la gente podía leerla por fin, que es el objetivo de todo escritor. Además, en julio es mi cumpleaños, y esta vez fue un día especial ya que lo celebré con el gran grupo que hemos formado los Beer Runners de Bilbao, que me hicieron un gran regalo.

Agosto
Después del descanso ya empecé a entrenar de nuevo pensado en el Maratón de Washington en octubre, ya que me había tocado el dorsal. Corrí 143 km, algunos de ellos por Cuba, donde estuve una semana de vacaciones. Hermoso país. Para acabar el mes corrí un duro trail de 24 kilómetros con muchísimo calor.

Septiembre
Un mes más normal de entrenamiento, totalizando 227 km y haciendo algunos entrenos de calidad. Lo más destacable del mes fue poder correr con buenas sensaciones la Media Maratón de la Rioja Alavesa. Bonita carrera. 

Octubre
En este mes corrí 192 km y me es difícil elegir una foto del mes, ya que hubo varios días muy grandes para mí. Por un lado corrí el Maratón de Washington (4:12:42) sin forzar demasiado. Era una carrera a la que fui para disfrutar del ambiente, no para correr rápido. Ya solo este viaje fue una aventura en sí misma. Además, tras estar en Washington estuve un par de días en Nueva York y corrí una vez más por Central Park. Otro momento memorable. Pero por ser una actividad diferente, por lo que significa para mí ese puerto y por lo mucho que disfruté, voy a destacar la foto del día que subí el Col du Tourmalet corriendo. Qué gran día.

Noviembre
Solo 96 km, ya que la primera semana la dediqué a correr rápido en una muy calurosa Behobia - San Sebastián y luego ya hice un parón para empezar en diciembre fresco. El día de la Be-SS fue especial, por volver a esa carrera, por sentirme muy bien corriendo rápido y por el gran día que pasé junto a mis compañeros de los Beer Runners de Bilbao. 

Diciembre
Bueno, este mes ha sido el de la vuelta a los entrenamientos. Por ahora solo con el objetivo de sumar kilómetros de base para mi primer gran objetivo de 2016, que será intentar hacer MMP en el Maratón de París el 3 de abril. Con los kilómetros de la San Silvestre de Rekalde sumaré 205 km. Una buena base. De todas formas el día más especial del mes fue el día que subí a ver el amanecer al Gorbea. Un día emotivo para mí por muchos motivos.


Total kilómetros del año: 1.980 km (y otros 1.115 km en bici).

martes, 22 de diciembre de 2015

Gorbea: Solsticio de invierno

Durante unos cuantos años tenía por costumbre subir con unos amigos al Gorbea un sábado a la tarde cercano al día del Solsticio de invierno para ver la puesta del Sol y luego hacer una merienda-cena en el refugio de Arraba. Pero, por diferentes motivos, ya no organizo esa excursión.
Sin embargo, no quería despedir este año sin subir al Gorbea, y ya desde hace unas semanas decidí que este año iría yo solo temprano un día para ver amanecer, en lugar de ver el ocaso.
En principio programé esta excursión para el domingo pasado, pero me lié con la alarma del teléfono y me dormí. Bueno, aproveché el domingo para correr un par de horas por los montes de Urkiola, otro de mis lugares favoritos, y aplacé la excursión a hoy martes, que me encajaba bien por el trabajo y, además, justo coincide con el día del Solsticio de invierno, que ha sido esta mañana a las 5:48, hora oficial.

Así que he madrugado, he llegado a Pagomakurre a las 6:30 de la mañana, donde me he asustado bastante por el fortísimo viento que había, y he empezado a subir de noche, hacia las 7 de la mañana, medio corriendo medio andando hacia la Cruz.
Hasta Arraba el viento era insoportable, y temía que no iba a poder llegar arriba. Luego, desde Egiriñao para arriba, al estar esa zona más resguardada del viento sur, he ido más cómodo y además, ya he podido apagar la luz de la frontal que he llevado. El cielo estaba despejado y la temperatura no era demasiado fría. De todas formas, antes de llegar a la Cruz me he parado a ponerme más ropa, ya que sabía que arriba iba a ser imposible hacerlo.
Y es que, con este viento sur tan fuerte, arriba era difícil casi el estar de pie. De todas formas he aguantado unos cuantos minutos ya que quería sacar unas fotos y además he llevado conmigo un par de fotos de mi amigo Félix, con quien he estado muchas veces en el Gorbea, para subirle conmigo una vez más.
Y así, entre las fotos y el admirar el amanecer precioso que he vivido, se me han congelado las manos en ese rato que he estado arriba (cosa muy habitual en mí, ya que sufro de Reynaud y enseguida se me quedan los dedos blancos sin circulación). Como el monte está muy seco, he bajado corriendo para ver si me calentaba algo, pero he pasado unos minutos muy malos con fuerte dolor en los dedos de las manos según volvía a circular la sangre por ellos.
Pero ha merecido la pena el madrugón y el sufrimiento en las manos ya que he disfrutado de un bonito amanecer y me ha gustado subir las fotos de Félix hasta allí arriba, ahora que él ya no puede.























jueves, 17 de diciembre de 2015

Viajar y correr

Correr es una actividad sencilla que se puede practicar a cualquier hora del día y haga el tiempo que haga. Hay otros deportes que necesitan más condicionamientos para poder hacerlos. Por ejemplo, los deportes de equipo necesitan que varias personas coincidan en su tiempo libre, o para montar en bici es necesario tener una bicicleta disponible y que haga buen tiempo y sea de día (aunque es verdad que con el equipo adecuado hay gente que entrena de noche y con mal tiempo, pero no es lo normal).
Pero para correr, con unas zapatillas y algo de ropa podemos aprovechar un rato libre en cualquier momento y lugar para correr un poco, y no importa que sea de noche o que está jarreando.
Por eso casi todos los que disfrutamos corriendo aprovechamos cualquier viaje para meter en la maleta las zapatillas y algo de ropa de correr y disfrutamos corriendo unos kilómetros mientras descubrimos nuevos lugares. Es una forma agradable de ver y conocer nuevos lugares y de hacer unos kilómetros de entrenamiento fáciles.
El martes tuve que ir a Bruselas para una reunión de trabajo que tenía el miércoles por la mañana. Por los horarios de los vuelos me quedaba toda la tarde del martes libre así que me llevé las zapatillas y la ropa de correr, miré en Goggle Maps para ver cómo podía ir desde mi hotel hasta el Atomium y hacia allí que me lancé con un chubasquero y un mapa en la mano.
No pude disfrutar mucho de las vistas de la ciudad, ya que en esta época del año para las 16:30 ya es de noche, y además me llovió un poco, pero logré llegar hasta el Atomium y hacerme una foto allí con mi camiseta viajera de los Beer Runners de Bilbao (que en los pocos meses desde que la tengo ya la he sacado a correr en Washington, Nueva York y ahora en Bruselas).
También me saqué una foto junto al nombre de la Avenue du Marathon, calle que descubrí por casualidad en Google Maps y que está muy cerca del Atomium, junto al Estadio Heysel. Parecía que era una avenida que me estaba esperando, jeje.
En fin. Un viaje rápido a una ciudad, una buena carrera, algo de turismo,... Qué más podemos pedir.
Sigamos corriendo.
El Atomium de noche.


Mi Avenida.


250 cervezas belgas.

Bonita la Grand Place.

El parlamento europeo, desde el lugar de mi reunión.

El Manneken Pis.


Galerías de la Reina.


Árbol de Navidad del aeropuerto de Bruselas.