lunes, 2 de marzo de 2020

¿Por qué llamamos "meta" a la llegada de una carrera?

Cuando era un crío, en EGB, en la Ikastola Lauro tuve un profesor de Lengua y Literatura que me hizo amar las palabras y los libros. Era Angel Zelaieta, un escritor vasco. Si no recuerdo mal, fue él quien nos habló de la etimología de la palabra “meta”, tanto en euskera como en castellano, una palabra que para los que corremos carreras tiene un significado especial, pues alcanzar la meta supone la superación de un reto, de un desafío, aunque muchos la hayan cruzado antes que nosotros.

La meta del Maratón de Nueva York es una de las más deseadas por quienes corremos maratones.

Me acordé el viernes de esta palabra al pasar en bicicleta por un pueblo de la costa vasca y ver una “belar-meta”. “Belar-meta” (o solo “meta”) es la palabra que en euskera designa a esos montones de hierba de forma cónica que se hacen alrededor de un poste alto para que la hierba se seque y sirva de alimento para los animales del caserío. En castellano se llama “almiar”.
¿Y qué relación tiene los que para nosotros es la meta de una carrera y la “belar-meta”? Pues mucha, y la explicación es muy bonita si os gusta conocer el origen de las palabras.
“Meta” viene del griego, meta, en su significado de “más allá” o “después de”, de donde surgen las palabras como metáfora, metafísico o metamorfosis.
Pero al castellano, y en el sentido de final de una carrera, nos viene del latín meta, relacionado con el metrum, medida, y se refiere a lo que marca o delimita un espacio. Por eso “meta”, en el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua (el DRAE) tiene como primera acepción “Término señalado a una carrera”, lo que nos indica dónde debemos dejar de correr, por fin.
En latín, el vocablo “meta” designaba a cualquier objeto de forma cónica, como eran los tres mojones que colocaban en los estadios, en las pistas de las carreras de cuadrigas, y que señalaban el lugar de finalización de la carrera, la meta, en el sentido que le damos a esta palabra.

"The Circus Maximus", de Jean-Leon Gerome. 1876. Con las tres "metas".

Pero en euskera, “meta” (o “belar-meta” –de “belarra”, hierba-), como he dicho, es el nombre que se le da al montón de hierba que se apila en torno a un poste. Y se le llama así porque este montón de hierba tiene la misma forma que las metas que se colocaban en los estadios romanos.
Es curioso cómo en el caso de la palabra “meta” en castellano, esta ha cogido el significado del latín, “final de una carrera”, mientras que en euskera la palabra “meta” ha cogido la forma cónica del objeto que señalaba la meta.
Los aficionados al ciclismo conocerán, sin duda, la marca vasca de ropa de ciclismo “Etxe Ondo”, una marca de gran prestigio. Pues bien. El logo de esta marca lo conforman las iniciales de su nombre, una E y una O, unidas en forma de una “belar-meta”, jugando con la palabra “meta” en euskera, y la meta de una carrera ciclista en castellano. 
Ya sabéis ahora por qué llamamos meta a la meta de las carreras.

"Belar-meta" en Elgoibar.


  
Logo de Etxe Ondo.Una "belar-meta".

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