lunes, 28 de junio de 2021

Desde Ubidea a Bilbao, de noche y pasando por el Gorbea

El año pasado, tras las semanas duras del confinamiento de primavera, hice dos rutas nocturnas por el Gorbea, una yo solo (desde Zeanuri a Ubidea) y otra en grupo (desde Murgia a Otxandio).

Este año, como estoy inscrito a dos ultras de montaña (la Buts Gasteiz – Iruña, el 23 de julio, y la Hiru Haundiak, el 9 de octubre), quería hacer alguna ruta larga de noche para ir entrenando, tanto a nivel físico como mental.

Tras barajar varias ideas, al final me decidí por hacer una ruta desde Ubidea hasta Bilbao pasando por la Cruz del Gorbea, siguiendo el mismo recorrido que hice en mis dos Gorbea Beat the Sun de 2016 y 2019. La ruta seguida es la que yo llamo “Gorbea-Bilbao para vagos” ya que cuando la diseñé, el objetivo era ir desde mi casa a la Cruz por monte, pero por la ruta menos dura. Hay quienes van desde Bilbao al Gorbea subiendo antes al Ganekogorta y otras cimas, pero yo busqué la forma de ir esquivando cimas, en vez de buscándolas. Así, el recorrido entre Bilbao y la Cruz bordea el Pagasarri y el Pastorekorta, y luego, en el cordal entre Untzueta y Bikotz gane, también va esquivando las cimas más complicadas del propio Untzueta y del Garaigorta, y otras más fáciles como Aizbelaga, Arriozurigana, Axpuru, o luego el Otzagarai, ya en el descenso del Untzueta a Ugao.

Para esta ocasión, en vez de ir de Bilbao a la Cruz (como es más clásico), me lo planteé al revés, con lo que al terminar podía ir directamente a la ducha y al sofá, en lugar de tener que esperar al autobús y luego hacer un pesado recorrido de hora y media desde Ubidea a Bilbao.

A la excursión se sumaron Inma y Marcos, de los Beer Runners, y José y Borja, de Munay (Borja también es Beer Runners). Cinco integrantes de un equipo muy majo para pasar bien la noche y parte de la mañana.

Así que, el viernes 25 cogimos el último autobús a Ubidea, a las 20:45, y llegamos allí a las 22:15. Para nuestra sorpresa (y alegría, que ya hace falta) encontramos que el pueblo (muy pequeño) tenía un ambiente festivo, con txosna incluida. Nosotros solo cenamos lo que llevábamos, luego tomamos unos cafés y cola-caos, y casi a las 11 de la noche empezamos a caminar.

Los primeros kilómetros son muy suaves por una pista fácil. Allí, José nos quiso enseñar cuál debe ser el ritmo que un ultra montañero debe poner en las zonas más fáciles. Por suerte para nosotros, enseguida se acopló más a nuestro ritmo que nosotros al suyo, je, je.

Antes de salir.

Tras ocho kilómetros, ya llegamos a la zona de Arimekorta, y el cielo que hasta entonces estaba cubierto, ya se abrió al subir y pudimos empezar a disfrutar de la Luna un día después de su plenilunio (para disfrutar de la noche en la montaña es mejor ir con buena Luna). A partir de aquí ya empieza una subida dura de tres kilómetros hasta el collado y luego hasta la Cruz, con unos 600 metros de desnivel a salvar en ese tramo.





Aldamin por la noche.

La noche era agradable y poco a poco fuimos acercándonos a una muy concurrida Cruz, ya que otro grupo de seis montañeros bajaba cuando nosotros subíamos, y arriba había tres tiendas de campaña, de las que salía el rugido inconfundible de un oso pardo (aunque no negaré que podría ser alguien roncando, vete a saber).



Tras un rato arriba, intentando sacar algunas fotos aprovechables, ya empezamos a bajar. El tiempo era muy bueno, con poco viento y temperatura suave. Tras una paradita en la fuente de Egiriñao, pasamos el paso de Aldape y atravesamos Arraba junto a las yeguas y sus potros jóvenes. Después llegamos a Pagomakurre (con el aparcamiento lleno de coches, para nuestra sorpresa), donde hicimos un pequeño alto para comer algo y coger agua. Llevábamos 17 kilómetros y unas cuatro horas de marcha.

Desde Pagomakurre, proseguimos el descenso hacia Zeanuri, hasta coger un cruce a la izquierda para salir a la carretera en Bikotz Gane, tras un pequeño affaire con una yegua no muy contenta porque habíamos asustado a su potrillo.

Entre Bikotz Gane y el monte Untzueta hay una zona de casi ocho kilómetros con algún paso algo complicado, sobre todo de noche. El sendero que rodea el Garaigorta es muy estrecho, apenas se adivina a veces entre los helechos, las zarzas y las ortigas, y esconde piedras traicioneras. Estaba muy húmedo y terminamos con los pies calados del agua que se recogía en la vegetación, pero salimos indemnes de ese paso.

Después, con gran variedad de paisajes y arbolado, fuimos por el cordal que culmina en el Untzueta mientras el Sol hacía su aparición por todo lo alto. Se ve que le gusta hacerse notar algunos días, y este sábado era uno de ellos. Salió a lo grande.










El tramo final que sube a Untzueta es una subida rocosa en la que el sendero se hace incómodo y un poco peligroso a veces. Con la ayuda de las manos, fuimos salvando cuantas dificultades intentaban salir a nuestro paso y, por fin, estábamos en la cima del Untzueta (km 32). Mi ruta bordea la última parte, pero en esta ocasión merecía la pena llegar arriba.

En esta cima, como explica una estela, desde el s. XII hasta el s. XIV hubo un castillo para la defensa del camino que el Reino de Navarra (que llegaba hasta aquí) usaba para llevar mercancías desde la costa por estos valles. Los señores de Bizkaia lo conquistaron en 1200 y fue el propio señor de Bizkaia quien ordenó su demolición en 1357.














Tras un descenso, con algún resbalón, hasta Ugao, solo nos quedaba una dura subida de tres kilómetros hasta Pastorekorta (bueno, Inma y yo seguimos mi track y rodeamos su cima, pero Marcos, Borja y José se atrevieron con la última rampa de subida y la rampa de bajada). Luego un poco de llaneo antes de bajar ya hasta Bilbao.

En fin. Una preciosa experiencia de 52 kilómetros y de unas 11 horas y media (alguna más contando paradas). Llegamos cansados y con sueño, algo lógico, pero muy contentos. Espero repetir más veces.


Track:

miércoles, 23 de junio de 2021

Y un libro nuevo "Correr más que maratones. De Washington D.C. a las Islas Svalbard"

En 2019 la editorial Arcopress me publicó "Correr maratones. De Nueva York a la cima del Stelvio", en el que hablaba de mis primeros 25 maratones, entre otras muchas cosas del correr.

De los textos que tenía preparados para ese libro, muchos quedaron fuera por falta de espacio. Y como desde su publicación hasta hoy he sumado algunos maratones más (amén de otras carreras interesantes), he decidido que ya era hora de recopilar todo esto en un nuevo libro.

Como quiera que publicar con una editorial tradicional es lento y muy difícil (además de que el autor pierde el control de todo lo que viene tras la publicación), he optado, como con otros de mis libros, por la autoedición. Y para esto, creo que Amazon es la empresa que más fácil nos lo pone a los autores.

Así que, desde hace unas semanas ya está disponible en Amazon para ebook y en papel mi nuevo libro: "Correr más que maratones. De Washington D.C. a las Islas Svalbard".


 

Espero que lo leáis y que os guste.

 

El contenido del libro es este:

 

Introducción

 

PRIMERA PARTE: Más cosas del correr

Lo que me aporta correr

Corre y deja correr

Hoy corro. Solo corro. Corro solo

Elegir tu primer maratón

Cómo cagarla en un maratón

Encontrar la motivación para seguir

El pulso como indicativo de la recuperación

Correr por vatios: un ejemplo práctico

Cómo gestionar la ansiedad previa al maratón

Mi entrenamiento invisible

Casualidades

Correr por un motivo: ayudar

Qué maratones me gustaría correr

Mi blog El sueño de Nueva York

Consejos para correr por carretera con seguridad

No mata la bala, mata la velocidad

Yo sí pago por correr

Estadísticas maratonianas

La comunidad del maratón

Coleccionistas de maratones. Recolectores de experiencias y de sueños

Qué es más duro, el monte o el asfalto, subir o llanear: el Running Stress Score

¿Por qué llamamos “meta” a la llegada de una carrera?

Un maratoniano en tiempos de confinamiento

Cuanto más lento corras, más error acumulas en la distancia del GPS

No, Filípides no corrió 42 kilómetros y después murió

 

SEGUNDA PARTE: Más maratones

Maratón de Milán: Rozando el ritmo ideal, pero… (6-04-19)

Corriendo en el reino del oso polar: Spitsbergen Marathon’19 (1-06-19)

18º Maratón del Río Boedo. Un maratón único. (18-08-19)

I Maratón de Landa (24-10-20)

Maratón Zegama Aizkorri (por mi cuenta) (5-04-21)

 

TERCERA PARTE: Otras carreras y más

Medio Maratón de la Rioja Alavesa: con olor a vino bajo el sol (27/09/2015)

I Subida al Tourmalet corriendo (11/10/2015)

II subida al Tourmalet corriendo (21-07-2019)

Trail Lezamako Mugetatik (30-08-2015)

Behobia-San Sebastián (8/11/2015)

Medio Maratón de Santander (6/03/2016)

Wings for Life World Run (8/05/2016)

Wings for Life World Run (7/05/2017)

Medio Maratón de Santoña (29/05/2016)

II Subida a los Lagos de Covadonga (5/06/2016)

Gorbea Beat the Sun, o cómo los sueños dan dolor de piernas (29/06/2016)

Gorbea Beat the Sun (2º Acto) (22-06-19)

Medio Maratón del Bajo Pas (4/09/2016)

Apuko Igoera (19-02-2017)

Azkoitia-Azpeitia (1/04/17)

Gornergrat Zermatt Ultramarathon: una carrera, un viaje, una aventura (1/07/2017)

I Medio Maratón de Irun (25-02-2018)

De Bilbao a Lekeitio corriendo (56,8 kilómetros). Jugando a ser ultrarunner (7/07/2018)

Jugando a ser ultrarunner, 2ª parte. Bilbao-Lekeitio. 57 años, 57 kilómetros (29-07-20)

Gernika-Bilbao (7/10/2018)

Cross Zornotza: mi primer cross (6/01/2019)

Duatlón de Galizano (Cantabria). Errores de novato. (24-2-2019)

Medio Maratón Puente Bizkaia (19-05-19)

“Txipiroi” Trail (6-07-19)

Subida al Pico Veleta (4-08-19)

50k del Marine Corps Marathon. Un paso más allá (27-10-2019)

Duatlón Gorbea “by my own means” (11-09-2020)

I Duatlón Powerman Butrón (27-09-2020)

Otso25k Andorra. Subida a Envalira corriendo (11-10-2020)

I Duatlón largo de Zuia. DNF. (8-05-2021)

EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

OTROS LIBROS DEL AUTOR


lunes, 10 de mayo de 2021

I Duatlón de media distancia de Zuia. DNF.

En 2020, tras la experiencia en 2019 en el duatlón de Galizano, decidí federarme en Triatlón para correr los duatlones de principios de año del País Vasco. La idea era la de disfrutar de la competición, y a la vez fortalecer a nivel muscular de cara a los maratones que tenía previsto correr ese año.

Aunque no acabé la carrera, al menos tengo buenas fotos, je, je.

Pero, debido a la pandemia, finalmente solo pude correr tres duatlones oficiales antes del confinamiento de marzo. Luego hice mi Powerman particular en septiembre, pero no pude correr más duatlones oficiales.

De cara a 2021 la cosa volvía a pintar mal, pero como en el precalendario de carreras parecía que se iban a disputar algunas carreras, me volví a federar.

El 24 de abril pude correr el Duatlón Sprint de Oñati, pero no llegué bien preparado y una salida muy rápida, a pesar de ser en formato contrarreloj (por lo que me lo podía haber tomado con más calma), hizo que optara por retirarme al comienzo del tercer sector. Iba todo el rato asfixiado y con muy malas sensaciones. Es lo que hay cuando no entrenas para correr rápido. Además, cuatro semanas antes me había metido la paliza de monte del maratón Zegama-Aizkorri, o sea, que mi preparación para carreras cortas y rápidas era pésima.

Dos semanas después, tenía el segundo duatlón del año. Los demás los habían trasladado para después del verano.

Este nuevo duatlón era en la localidad alavesa de Zuia, bajo mi Gorbea querido, y era un duatlón de media distancia, parecido al Powerman Butrón que había hecho en septiembre de 2020 por mi cuenta. En Zuia teníamos que completar 14 kilómetros corriendo, 64 kilómetros en bici, y otros 7 kilómetros corriendo. No sabía muy bien cómo me iba a encontrar, tras el desastre de Oñati y un par de semanas entre medio en las que no me encontré demasiado bien, por lo que lo más que pude hacer fue descansar.

Mi principal temor era no pasar el corte del primer sector, que era un poco exigente para mi nivel en esas semanas. Pero bueno, salir saldría, y a verlas venir luego.

En principio, para corredores de fondo como yo, son más agradecidos los duatlones largos, porque puedes salir regulando un poco más el ritmo, no como en los duatlones sprint, que hay que volar en el primer sector de cinco kilómetros para no quedar fuera de tiempo antes de llegar al ciclismo.

Pero, como mi estado físico era más bien malo, tenía muchas dudas. Los números no suelen mentir, y el último día que hice unas series de un kilómetro tres días antes de la carrera, el ritmo en las mismas fue muy malo. Ni siquiera bajaba de 5 min/km a unas pulsaciones altas. Y mi pulso en reposo por la mañana, que cuando estoy bien ronda las 44 ppm, estaba esos días por encima de 50 ppm. Así que, pocos milagros esperaba.

Me acordaba de una frase que suele decir mi médico deportivo: “si no has entrenado, no compitas”, y tenía que haberle hecho caso.

Pero bueno, fui a Zuia.

El día era el peor que podemos desear para una carrera larga por la tarde. Una temperatura muy alta (29ºC marcaba en la meta a media tarde) y un viento sur seco y desagradable que te secaba el cuerpo sin misericordia.

Tras recoger el dorsal, comí, preparé las cosas y las dejé en los boxes. Luego tomé un café y ya fuimos a la salida a esperar. Primero salían las chicas y quince minutos después los chicos en grupos de treinta cada medio minuto. Yo salí con Borja en el anteúltimo grupo.

Justo antes de la salida me di cuenta de que no me había colocado el sensor del Stryd, en el que confiaba para mantener unos vatios regulados en la carrera a pie, y así obligarme a no forzar. Como nada más empezar a correr pasaba junto a mi coche, me detuve y rebusqué un momento por la mochila para coger el sensor, pero como no lo encontré a la primera, y ya habían pasado los del último grupo, cerré el coche y seguí corriendo. Ahora ya solo podía regularme por el pulso y las sensaciones, y ambos datos, pese a ir el último y muy lento, me gritaban que bajara el ritmo. Pero, ¿cómo vas a bajar más el ritmo si vas a 6 min/km y con las bicis de cierre de carrera por detrás todo el rato?

Para colmo, y tal vez porque comí demasiado, o demasiado tarde, al empezar a correr, ya vi que tenía el estómago muy pesado. Empecé a eructar e iba muy incómodo. Me iban a tocar 14 kilómetros de sufrimiento, físico y mental.

El circuito, es cierto, era muy bonito, con algunos tramos de trail. Pero no era nada llano y eso multiplicaba la sensación de asfixia que llevaba. No dejaba de pensar en retirarme y en que no iba a pasar el corte que estaba en 1:25.

En los dos avituallamientos que había bebí agua y me refresqué, pero la sensación de alivio solo duraba unos minutos, porque enseguida estaba con la boca pastosa de nuevo. Calor y sequedad son una combinación fatal para competir.

Justo antes de llegar al pueblo para coger la bici, decidí parar un momento a hacer un pis, porque así iba a perder menos tiempo que si lo dejaba para el sector de bici.

Finalmente, con un tiempo de 1:26 llegué a la bici, me cambié las zapatillas, me puse el casco y los guantes, bebí algo, y empecé a pedalear.

Por lo menos no me habían echado de carrera.

Como, por culpa del malestar de estómago, no había tomado el gel que tenía previsto en el kilómetro 10 de la carrera a pie, al empezar en la bici vi que tenía las piernas más vacías que lo conveniente. Intenté ir suave en la primera parte llana, y al llegar al primer repecho muy duro que había, tuve que meter todo el desarrollo que tenía para poder subir. Malas sensaciones. Veía que no iba a poder ir rápido en la bici en ningún sitio, salvo en las bajadas.

Justo antes de coronar el repecho, me dio un tirón en el gemelo de la pierna izquierda. Me detuve en el avituallamiento y decidí darme la vuelta y retirarme. Pero, ante los ánimos de los del avituallamiento, y como ahora venía una bajada rápida y cómoda, al final decidí seguir.

En la bajada ya tomé el gel que tenía que haber comido antes, y con las premuras se me salió la mitad y dejé pringadas y pegajosas la bici y mi pierna derecha. Me limpié un poco con agua y seguí bajando a casi 75 km/h por una carretera ancha y segura.

Pero, enseguida cogíamos un cruce a la izquierda y en la siguiente subida me dio otro tirón, esta vez en el gemelo derecho. Se acabó. Estaba claro que no iba a poder hacer el sector ciclista en esas condiciones. Al llegar al siguiente cruce, cogí un atajo y puso rumbo a Zuia, ya retirado.

En Zuia estuve un rato esperando para ver pasar a Borja y a Koro. Por fin llegaron y comenzaron la segunda vuelta. Más tarde me enteré de que a ellos, y a otros muchos, los jueces (o la Ertzaintza) les obligaron a dejar la carrera cuando aún, en teoría, estaban dentro de los tiempos de corte. También me enteré que en la entrada a boxes cerraron el control a las 18:15, cuando en la guía del corredor ponía que ese corte era a las 18:30.

En fin. Un mal sabor de boca tras una carrera que nos había hecho mucha ilusión. Lo siento sobre todo por Borja y Koro, que podrían hacer terminado.

Otro de mis amigos, Gontzal Bilbao, terminó entre en el puesto 31, y eso que también tuvo que caminar algo en el tercer sector por calambres. Fue un día muy duro para todo el mundo.

En fin. Dos duatlones en 2021 y dos retiradas. Como le dije a Vero, la “presi” de nuestro club, el Munay Kirol Taldea, esta tal vez había sido mi última carrera como duatleta. Es difícil compaginar los entrenamientos para correr maratones y pruebas de fondo, con poder correr a ritmos rápidos poco tiempo.
Recorrido muy bonito, hay que reconocerlo.

Koro.

Borja.





martes, 6 de abril de 2021

Maratón Zegama Aizkorri (por mi cuenta)

Hacía tiempo que quería hacer el recorrido del maratón de montaña Zegama-Aizkorri, uno de los maratones de trail más prestigiosos del mundo, donde Kilian Jornet ha vencido nada menos que en 9 ocasiones, ahí es nada. Así que este año, ya que apenas hay carreras oficiales, he decidido hacer este maratón y el ultra Hiru Haundiak (101 km) por mi cuenta. Para Zegama me decidí por este mes de abril, y la Hiru Haundiak en principio me lo he anotado para el mes de junio, con los días más largos del año.

En la cima del Aketegi, punto más alto del recorrido.

Viendo los pronósticos del tiempo, al final fue ayer lunes (Lunes de Pascua) el día elegido. No estoy en buena forma, que se diga, y además me ha coincidido esta semana uno de los brotes que me regala mi espondilitis, con dolor de espalda y días de especial sensación de fatiga. El martes pasado hice una ruta en bici que me dejó muy cansado, así que casi todos los días previos lo único que he hecho ha sido descansar. Por suerte, el domingo ya me encontraba mejor y esperaba tener un buen día el lunes por los montes de Zegama.

Un buen madrugón y a las 8:50 empecé a subir desde Zegama hacia el puerto de Otzaurte, a donde llegas tras los primeros 7 km del recorrido. Me sorprendió la dureza de los 4 primeros kilómetros. Una salida bestial para un maratón tan duro. Ya sufres desde el inicio. Tras pasar Otzaurte, empiezas un rodeo por Arkaungaina y Unamendi, con unos prados preciosos. Luego viene un descenso muy abrupto, pasas un puentecito para salvar un arroyo, y vuelve a endurecerse el recorrido para ir subiendo hacia la primera cima del día, el Aratz.

La primera parte de la subida no me pareció especialmente dura, pero la vista del Aratz ya te deja claro que la subida final va a ser dura. Sobre todo me sorprendió el terreno, porque atraviesas una zona de bosque y rocas con varias dolinas que te hacen subir zonas muy empinadas y técnicas. Eso sí, el recorrido está perfectamente marcado todo el año por la organización de la carrera, y es bastante fácil seguir las marcas de punto amarillo. Luego ya sales a una zona más aérea para coronar el Aratz. Solo llevaba 16 km y ya estaba muy cansado. Arriba hacía viento y me tuve que poner hasta el plumífero. Además, se me quedaron las manos congeladas, menos mal que llevé ropa de abrigo. Por suerte fue la única zona de todo el día en la que pasé frío. En Zegama al salir hacía solo 3ºC, pero el tiempo fue muy bueno todo el día.

De Aratz se baja hacia el túnel de San Adrián (km 19,5), un paso espectacular por la roca con la ermita en medio. Sin duda, uno de los puntos más icónicos del recorrido. En las bajadas procuré trotar donde podía, pero en general, todo el circuito es de un terreno complicado para correr cómodo, ya que o la pendiente es grande o hay mucha piedra y rocas. Los corredores que no somos muy fuertes ni muy hábiles en las bajadas no tenemos mucho margen para correr demasiado.

Tras el paso por San Adrián, cogí agua en una fuente, ya que me había bebido toda la que llevaba. No me suele gustar coger agua de fuentes en el monte, por el riesgo de que te puedes intoxicar, pero no me quedaba otra y me arriesgué.

Poco después, junto a la ermita de Sancti Spiritu, empieza el tramo más duro de la carrera, donde se concentran, sobre todo al final, la mayor parte de los espectadores que hacen de la Zegama la carrera que es, con multitud de público a lo largo del recorrido, a modo de lo que se ve en los grandes puertos del Tour de Francia.

Son unos 2,5 km con más de 500 metros de desnivel a salvar de aquí a la cima del Aizkorri. Muy empinados y por terreno rocoso. Hay una zona en la que el sendero hace unas eses para ganar altitud en la que sufrí más. Luego ya vas por zona más aérea bordeando el cresterío de la montaña y ya casi arriba ves por primera vez la ermita del Santo Cristo que hay junto a la cumbre, lo que me dio ánimos nuevos para llegar, por fin, a ese punto desde donde, ingenuo de mí, pensaba que ya venía lo más fácil.

Arriba había mucha gente. El Aizkorri (km 22,2), como el Gorbea, es un monte muy popular. Saqué unas fotos y paré un rato a comer algo y llamar a casa. Luego yo pensaba que enseguida empezaría la bajada hacia los llanos de Urbia, que ya había hecho lo más difícil. Pero al reanudar el recorrido me encontré que al de poco me apartaba del camino normal para seguir el cresterío hacia el Aketegi, el monte vecino del Aizkorri y que es la cima más alta de la Comunidad Autónoma de Euskadi, bueno no la primera cima, que alcancé enseguida, sino la siguiente, también conocida como Aitxuri (km 23,3). En esta zona el progresar es lento, ya que incluso hay que hacer alguna trepada con la ayuda de las manos. Después, por suerte, el recorrido ya no sube la siguiente cima, Iraule, sino que baja por una senda de hierba y piedras muy empinada hasta Urbia.

Ya en Urbia (km 25) el circuito da una vuelta de unos 5 kilómetros, más o menos llanos, que yo pensaba que serían fáciles. Pero aquí no hay nada fácil y buena parte de esta vuelta es por un terreno que me recordaba mucho a Itxina, en el Gorbea, y que no es nada cómodo para correr, porque es de rocas y con bastante sube y baja.

Por fin llegué al bar (km 29,3) que hay en Urbia y me detuve a por agua, ya no me quedaba nada, y me tomé una cerveza y comí algo. Empezaba a estar algo preocupado porque según mi Garmin iba a acabar más tarde de la 8 y media, por lo que de tener algún percance se me podía hacer de noche, y no llevaba linterna. Por suerte, en la última parte pude trotar más tiempo y terminé a las 8.

Para salir de Urbia me quedaba una subida de un kilómetro hasta un collado que deja a la derecha el Andreaitz (km 30,5). Se me hizo muy duro el ascenso, porque ya notaba mucho el cansancio. Luego la primera parte de la bajada es complicada, aunque luego se alternan zonas fáciles donde fui trotando mientras podía con alguna zona más técnica o con demasiada pendiente como para correr cómodo.

Ya por fin llegué al asfalto final, muy empinado y terminé, como he dicho, a las 8 de la tarde, con tiempo justo para llegar a casa antes del toque de queda nocturno de estos extraños meses.

En resumen, un recorrido muy duro y muy técnico poco apto para corredores como yo, limitados físicamente y sin mucha habilidad para movernos rápido en este terreno. Algunos amigos quieren hacerlo en junio, pero no sé si tengo ganas de volver a sufrirlo. Algún año me he apuntado al sorteo para ver si me toca un dorsal para correr la Zegama oficial, pero después de lo de ayer, no creo que ni siquiera me apunte. Me resultó un día de gran dureza. El recorrido es precioso, eso sí, pero no lo disfruté apenas.

Me parece de otro planeta que el record esté en unas 3 horas y 40 minutos. Yo en ese tiempo estaba aún por el Aratz. Hay que ser muy fuerte físicamente para correr en las subidas del inicio y ser muy hábil para pasar todo el cresterío con velocidad.

Sin contar las paradas para sacar fotos y para comer, tardé 9:30 horas. Con todo incluido me voy a las 11 horas y cuarto.

Os dejo el track y unas fotos. 


Primeras rampas. Duro desde el inicio.

Sierra de Aizkorri.

Túnel de San Adrián.

A la izquierda el Aratz y a la derecha Aizkorri. En medio el túnel de San Adrián.

Zonas difíciles para subir al Aratz.

Casi arriba.

Aquí hacía frío.

Aratz. Al fondo el Aizkorri.

Antiguo camino hacia San Adrián.


Túnel de San Adrián.

Ermita de Sancti Spiritu.

Llegando a Aizkorri.

Últimos metros.


Ermita del Santo Cristo.

Cumbre de Aizkorri.

Primera cumbre de Aketegi.


Segunda cumbre de Aketegi, a 1 551 m.

Desde allí arriba se baja a Urbia de golpe.

Urbia.

Recuperando en Urbia.

Ya casi en Zegama, vista de la sierra de Aizkorri.