¡Ay! ¡Joder! ¡Qué hostia me acabo de pegar! (Perdón por los tacos, pero es lo que me sale cuando me doy una leche como la que me acabo de pegar con la puerta del hotel).
El equipo disfrutando en los primeros kilómetros.
Esto es lo que me vino a la mente el sábado por la tarde cuando salía del hotel de San Sebastián para ir a cenar algo para terminar de cargar los depósitos para el maratón del domingo. Y es que, además de otro golpe fuerte en la cabeza que me había dado un rato antes en el baño del hotel (o quizás debido a ese golpe que me dejó un poco grogui), al salir por la puerta calculé mal y mientras con la mano izquierda abría fuerte la puerta hacia mí, en dirección contraria, y más o menos a la misma velocidad, mi cabeza se dirigía rauda hacia la calle. Total que, como mandan las leyes de la física, las velocidades se sumaron y el contacto entre mi ceja izquierda y el canto afilado de la puerta metálica fue más bien tirando a brutal.
Un momento de confusión mental, un dolor insoportable, sangre manando de la herida, un blanco pañuelo de tela tornándose rojo por momentos,… Subí de nuevo a la habitación un poco confuso por el dolor y el impacto. Me limpié la sangre y me tumbé un momento. De la recepción llamaron a un médico y me dijeron que me acercara al Ambulatorio que estaba a 100 metros del hotel.
Allí, una rápida inspección y dos puntos que me pusieron en la ceja. Eso sí, con anestesia, pese a que les dije que los de Bilbao no la necesitamos. Tras un corto reposo, ya fui a cenar y me tomé un ibuprofeno. Preparé las cosas y a dormir. Dos puntos no me iban a impedir correr el maratón. Además, aunque ya apenas salga en bici, sigo siendo ciclista y siempre se ha dicho que los ciclistas estamos hechos de otra pasta. Si me hubieran cortado una pierna pues igual me hubiera planteado no salir, pero por un dolor de cabeza y una heridita de nada…
Ya estoy en la consigna para dejar mi mochila. Me junto con Gabi y con Garbi, que van a hacer el Medio Maratón, y vamos para la salida a tomar un café. Antes de salir saludo al speaker Juan Mari Guajardo y me reúno con Gabi y Garbi que están ya también con Marta. Gabi lleva ya un montón de medios maratones, pero para ellas es el primero. Somos cuatro Beer Runners de Bilbao, más Egoitz, el marido de Marta, que sale más adelante en su primer maratón para bajar de 3:30. Egoitz está fuerte (acabó en 3:13).
Dan la salida. Mi intención es ir tranquilo acompañándoles para pasar la media en torno a las dos horas. Desde que terminé en
Berlín con malas sensaciones por haber acelerado antes de tiempo, me dije que tenía que correr pronto otro maratón para terminar fuerte y disfrutando del correr. Así que me apunté a San Sebastián.
No llevo objetivo de tiempo. Sé que andaré por las cuatro horas sin forzar mucho. Una tirada larga pero con público. Ésa es la idea. Solo disfrutar de correr mucho tiempo seguido. Soy corredor de fondo, un “
long distance runner” que dirían en inglés. Y eso es lo que más placer me da. Como cuando andaba en bici, que me gustaban las salidas largas, de muchos kilómetros y muchos puertos.
Van pasando los kilómetros y todo va bien. Hace fresco, incluso frío para mí (máxima temperatura 11ºC) que soy un friolero. Así que me he puesto una camiseta térmica fina de manga larga debajo de la de correr, además del buff y guantes. No me sobra nada en toda la mañana. Eso sí, por lo menos no llueve, como en mis anteriores participaciones en San Sebastián.
Vamos los cuatro juntos al principio y entre Gabi y yo no paramos de decir chorradas (sobre todo yo). Vaya dos. Más adelante Gabi y Garbi se quedan un poco atrás. Garbi lleva unos días con una lesión y no fuerza. Hace bien. Sigo con Marta, que va muy bien, y la acompaño hasta la meta de su primer Medio Maratón, que es la primera vuelta para mí. Allí le dejo el chubasquero con el que he salido hasta que me he calentado un poco y el buff. Le doy la enhorabuena por su carrera y salgo de Anoeta para empezar la segunda vuelta. Poco después de salir me cruzo con Gabi y Garbi que ya están terminando.
Hasta aquí he corrido muy tranquilo, siguiendo el plan. Pulsaciones bajas (por debajo del umbral todo el rato) y comiendo. Lo ideal para empezar la segunda mitad entero. Al final hemos ido un poco más lento de lo previsto, pues paso el km 21,1 en 2:02:01. No importa. Calculo que puedo bajar al final de las 4 horas, pues me noto muy bien y sin ninguna fatiga ni molestia, pese a lo irregular de mis
entrenamientos desde Berlín.
Ahora empiezo a correr a un ritmo un poco más alegre, pero todo el rato manteniendo el pulso bajo control, para que no me ocurra como en Berlín. Hago la primera parte del circuito y ya, hacia el km 30, veo que puedo acelerar más. Sigo comiendo y bebiendo todo el rato y dejo que el pulso suba un poco más.
La liebre que lleva a los de 4 horas me lleva ventaja, pero no veo complicado el pillarla más adelante. Incluso paro un momento para cambiar de agua al canario cuando la veo al final de una recta. En el km 32 le doy alcance. Lleva a un buen pelotón detrás. Saludo a la liebre (que es el hijo de un amigo y que va en una bici eléctrica marcando la velocidad) y tiro para adelante. Me noto muy fuerte y pongo un ritmo rápido pero mantenible.
En el giro que ya nos conduce de nuevo hacia la meta hay un montón de público, como siempre. Es la parte que más me gusta del Maratón de San Sebastián. Llevo adelantando a corredores desde el km 25 más o menos sin parar (en el km 15 iba en el puesto 2.400 y en meta hago el 1.948) y disfruto como un enano de la sensación de correr rápido con más de 35 km en las piernas. Llego ya a Anoeta y acelero aún más. Entro al Estadio y doy el último giro triunfal levantando las manos. Paro el crono en un tiempo oficial de 3:54:55. No está mal para lo que he
podido entrenar. De los golpes en la cabeza ni me acuerdo. No he tenido el más mínimo problema físico en la carrera. Solo un poco de dolor de flato en los últimos 500 metros por acelerar un poco más de la cuenta.
Por fin vuelvo a sentir lo que es terminar un maratón entero. Este año ni en París ni en Berlín lo he podido hacer. Ahora sí. Soy feliz de nuevo.
Comparativa Berlín y San Sebastián
Si vemos los datos del tiempo final, en Berlín terminé en 3:49:09 y en San Sebastián, dos meses después, he hecho 3:54:55. Pero he corrido muchísimo mejor en SS que en Berlín. Veamos.
En Berlín estaba en muchísima mejor forma que ahora. Hasta el km 30 iba para poder hacer quizás mi MMP (sub 3:39). Sin embargo acabé en 3:49 casi arrastrándome desde el km 35.
Pongo aquí la comparativa de tiempos:
En Berlín corrí la segunda mitad 7:49 minutos más lento que la primera.
En San Sebastián la segunda mitad la he corrido 9:05 minutos más rápido que la primera.
En Berlín del km 40 a meta fui a casi 6 min/km y con pésimas sensaciones.
En San Sebastián del km 40 a meta fui a 5:05 min/km y gozando.
Según el Garmin el km más rápido en SS fue el km 41 a 4:45 min/km.
Y aquí pongo la diferencia de las gráficas del pulso:
En Berlín fui un poco acelerado, sobre todo desde el km 21. Alcancé y sobrepasé demasiado pronto el pulso máximo mantenible, y claro, no lo pude aguantar. Pulso medio de la carrera de 145 ppm (umbral en 137 ppm). Si llego a seguir mi plan de fiarme solo del pulso y no empeñarme en seguir un ritmo de velocidad, no solo hubiese podido hacer quizás mi MMP, sino que hubiera disfrutado mucho más de la carrera.
En San Sebastián el pulso medio ha sido justo el de mi umbral de entonces, 137 ppm. Pero como veis en la gráfica en ningún momento, salvo al final, he subido demasiado el pulso, y esa ha sido la clave para terminar muy fuerte.
Como veis, por lo menos para mí, el pulso es el dato fundamental en un maratón. Si sabes cuál es tu umbral puedes establecer hasta qué pulsaciones puedes correr como máximo en cada tramo del maratón. Si te pasas antes de tiempo, como lo hice en Berlín, lo pagas al final. Lo pagas con una buena pérdida de minutos, y lo pagas en la fatiga que vas a tener tras el maratón, con una recuperación mucho más lenta.
El lunes por la mañana, tras San Sebastián, además de que pude bajar corriendo las escaleras del Metro, mi pulso por la mañana fue de 46 ppm. Ni rastro de fatiga.
La organización en San Sebastián
· La Feria en San Sebastián es muy pobre. No hay apenas ropa de deporte, ni una marca de zapatillas.
· En la entrega de dorsales, por lo menos cuando fui yo el sábado por la tarde, había una cola considerable, y luego otra para recoger la camiseta. Ni en Berlín, ni en París, ni en NY, con muchísima más gente, he tardado tanto en recoger el dorsal. Deberían poner más mostradores clasificados por número de dorsal, no cinco o seis mostradores para todos.
· La animación del público en la carrera es buena, salvo en las zonas del circuito que se alejan del centro. Eché en falta música, como en otros maratones. Solo había en dos o tres sitios. No tiene nada que ver con la Behobia (que es una pasada).
· Los avituallamientos están bien y hay muchos. El agua nos la daban en botellas a la mano (como en el Maratón de París), lo que para beber es más cómodo (aunque se desperdicia mucha más agua que si la dan en vasos, como en Berlín). Salvo en algunos puntos, la mayoría de voluntarios nos daban las botellas cerradas, y eso a veces es engorroso para abrirlas. Algunos se daban cuenta y te las daban con el tapón ya medio suelto y se agradecía.
· El nuevo recorrido a dos vueltas está bien. Es muy llano, pero había una cuesta empinada en un túnel que en el circuito anterior no había. Creo que la podrían evitar dando el giro antes de llegar a ese túnel y alargar por la otra parte del circuito, por la zona de Universidades.
Bueno. Ahora ya doy por terminado el año deportivo. En diciembre descansaré. Un poco de monte, algo de correr y gimnasio, pero quiero recuperar bien para empezar el 2017 fuerte, ya que tengo retos importantes en mente. Ya os contaré.
Cuando terminé en Berlín dije que no me iba a quitar la pulsera que nos pusieron hasta que no volviera a sentir la alegría de terminar un maratón disfrutando. Tras San Sebastián lo he podido hacer.