domingo, 13 de septiembre de 2020

Duatlón Gorbea "by my own means"

Durante este verano he entrenado bastante sin un objetivo concreto a corto plazo (aunque estoy inscrito a dos buenas carreras -ya os contaré si al final se hacen y las puedo correr-), pero sí con motivación. Y para aprovechar estos entrenos, además de esas dos carreras que os comento, me he preparado dos buenos objetivos "made by Javi Sánchez".

Una vez más en la Cruz.

Uno de ellos lo he hecho este pasado viernes, y el próximo, si el tiempo me acompaña, será el sábado 26 de septiembre. Los dos consisten en un duatlón, pero de características muy diferentes entre sí y también distintos a los duatlones sprint que corrí en febrero y marzo.

El del viernes pasado lo bauticé "Gorbea by my own means", esto es, "Gorbea por mis medios", y consistía en ir desde mi casa de Bilbao a la Cruz del Gorbea sin emplear vehículos a motor, esto es, en bici una parte y a pie después.

Ya he ido tres veces desde casa por el monte hasta la Cruz. Incluso una vez hice el camino ida y vuelta en el día en mi reto "Gorbea beat the sun". Pero no quería pasar de nuevo tantas horas por un camino que ya conozco bien, así que se me ocurrió lo de hacer un tramo en bici y el otro corriendo/caminando.

El jueves fui en coche a Pagomakurre y regresé a casa en bici y el viernes por la tarde salí de casa en bici hasta Pagomakurre, donde me cambié y seguí hasta la Cruz a donde llegué poco antes de la puesta del Sol. Como es evidente, me encanta ver la puesta del Sol desde ese lugar que para mí es muy especial y me trae buenos recuerdos.

Os cuento aquí con un poco más de detalle la aventurilla.

Empecé a pedalear hacia las 16:30 del viernes. Llevé la bici de gravel para tener un desarrollo cómodo para la dura subida desde Zeanuri hasta Pagomakurre (teneís aquí la altimetría). Esta bici me penaliza un poco en el llano, por las ruedas y el peso, frente a la bici de carretera, pero iba a subir más cómodo.

Llegando a Igorre, ya se ve el Gorbea al fondo.

No fui a tope, pero sí que fui apretando todo el rato. Hacía calor, así que me pegué una buena sudada. Llegué a Zeanuri a una media de 25,3 km/h, que no está mal pues el terreno pica para arriba, fui con la de gravel y está incluído el callejeo por Bilbao y la subida a Begoña. En Artea me paré un momento a tomar un gel y a coger agua.

La subida a Pagomakurre la afronté con ganas. A medida que ganaba altura se notaba que la temperatura descendía, pero sudaba a chorros. En las rampas más duras intenté seguir apretando. Iba en carrera, je, je.

Ya casi en Pagomakurre se ve al fondo Itxina.

Llegué a Pagomakurre 2:12 minutos después de salir de casa, y tardé 59 minutos en subir los casi 9 km del puerto. No está mal para mí, sobre todo teniendo en cuenta que tenía que guardar algo para la subida a la Cruz.

Ya en el coche tomé otro gel, bebí, me cambié de ropa, cogí los bastones y el chaleco con algo de ropa de abrigo, agua y dos geles y empecé a correr hacia mi montaña. Llegué a Arrabakoate en 22 minutos, atravesé Arraba corriendo a tramos, crucé el paso de Aldape, bajé trotando a Egiriñao, me paré en la fuente a beber y reponer la botella, y seguí hasta la cima a donde llegué en 1:20. Creo que es la vez que menos he tardado en subir, y eso que me desvié un poco para ver el menhir de Zastegi.

Camino a Arraba.

Atravesando Arraba.

Al fondo Aldamin y Gorbea.

Menhir de Zastegi.

Lekanda al fondo.

Lekanda y Aldamin.


Arriba la tarde estaba preciosa. Me abrigué y estuve un rato sacando fotos y disfrutando de poder estar allí arriba a esas horas. Había dos pastores con dos rebaños de ovejas y una pareja. Cuando se puso el Sol empecé a bajar y llegué al coche 1:12 minutos después.












Una experiencia muy bonita que me sirve para mantener la motivación en este año tan raro que nos está tocando vivir. Ahora a descansar y a pensar en el reto del día 26 y en las carreras que vienen en octubre y noviembre.

 

viernes, 31 de julio de 2020

Jugando a ser ultrarunner, 2ª parte. Bilbao Lekeitio. 57 años, 57 km.

En julio de 2018 realicé uno de esos retos “made by Javi Sánchez” que se me ocurren de vez en cuando. En esa ocasión fue el de ir corriendo desde Bilbao hasta Lekeitio, casi 57 km subiendo los altos de Autzagane y el Balcón de Bizkaia. Fue un día de calor y acabé sufriendo bastante pero llegué a Lekeitio con la satisfacción del logro conseguido.

Este año, durante el confinamiento primaveral, como muchas otras personas, no hacía sino soñar con lo que haría en cuanto estuviéramos libres de nuevo. Y así planeé el ir al Gorbea de noche (cosa que he hecho dos veces), y entre otras ocurrencias me vino a la cabeza celebrar el día de mi 57º cumpleaños repitiendo la ruta entre Bilbao y Lekeitio pero alargando los metros necesarios para redondear el recorrido a 57 km, un km por año.
Pero la semana pasada, justo unos pocos días antes de mi cumpleaños, una inoportuna lumbalgia me dejó sin poder correr durante unos días, por lo que he tenido que aplazar el plan hasta este pasado miércoles, día 29 de julio, cuando ya me encontraba bien y además el pronóstico del tiempo era bueno, sin demasiado calor.
Así que, tras comer y cenar pasta y arroz el martes para cargar el depósito, el miércoles madrugué un poco, desayuné bien y me preparé con calma. Luego bajé en metro al ayuntamiento (no era cuestión de cansarse más de la cuenta) y a las 9 de la mañana empecé a correr, bueno, mejor dicho a caminar porque de entrada subí desde la Plaza del Gas a Begoña por el Parque de Etxebarria, donde hay una cuesta bastante considerable que era mejor hacer andando. Luego, ya arriba, empecé a correr, muy despacio de camino a Amorebieta por la carretera.
Hasta pasado el cruce de Erletxes se puede correr casi todo el rato por acera con seguridad, luego fui por el arcén izquierdo con cuidado hasta el cruce de Boroa, donde ya hay acera de nuevo hasta Amorebieta. Desde Bilbao hasta aquí es el tramo más feo del recorrido (y más peligroso por el tráfico), pero fui bien. Entre la acera y el arcén en una zona de largas rectas que se ve bien el tráfico, tampoco tuve ningún problema, pese a que era un día entre semana, cuando siempre hay más tráfico de camiones.
Hasta Amorebieta hice paradas en todas las fuentes que hay (Etxebarri y Galdakao). En Erletxes paré a tomarme un gel y una lata de Aquarius que compré en la máquina de un bar. Ya en Amorebieta entré a un bar y me tomé un pincho de tortilla y una cocacola antes de comenzar a subir (caminando casi toda la subida) a Autzagane por el bidegorri que evita la carretera. Iba bastante bien, con la moral alta y el cuerpo a gusto.
Me saqué la foto en el cartel del Alto de Autzagane y bajé sin más problema corriendo a gusto hasta Zugaztieta, donde me esperaba otra fuente previa a subir el Balcón. Pero al llegar allí descubrí, con preocupación, que la fuente no funcionaba, lo que era un problema porque tenía que tomarme un gel y media barrita y no había más fuentes hasta Urrutxua, tras una larga subida de 5,2 km. Por suerte vi que en el caserío del cruce había un señor regando las flores. Le comenté lo de la fuente y me ofreció un vaso de agua. Menos mal.
Tras el descanso y el avituallamiento, empecé la subida a Urrutxua y al Balcón de Bizkaia. Hace dos años la hice entera caminando y con calor. Esta vez pude alternar el correr y con el andar y la temperatura era mejor, así que llegué a la fuente del cruce de Urrutxua más rápido y más entero que en 2018. En la fuente tomé otro gel, comí media barrita, bebí bien y seguí hacia el Balcón con algunas bajadas y llanos que se intercalan en la subida hasta ese precioso mirador de Bizkaia.
Ya en la cima, una nueva foto y a correr con tranquilidad cuesta abajo hasta Munitibar. Ya estaba en al valle del Lea que me conduciría hasta mi meta en Lekeitio.
En Munitibar hice otro avituallamiento sólido en un bar. Un bocadillito de lomo, un poco de bizcocho y una cocacola. Ya solo me quedaban 18 km descendentes con varios repechos. En 2018 este tramo se me hizo muy duro por el calor y la fatiga y tuve que caminar en bastantes tramos. Este año estaba mucho más entero y pude correr casi todo el rato salvo en los repechos, que los hice andando. Paré a beber en Aulestia, Gizaburuaga (donde tomé un último gel) y en Oleta, y llegué a Lekeitio mucho mejor que hace dos años. Me saqué la foto junto al ayuntamiento y luego seguí corriendo por el puerto hacia el rompeolas hasta que el reloj me marcó los 57 km. Reto conseguido. Muy satisfecho y además casi 20 minutos menos que hace dos años, cuando estaba más en forma que ahora.
En total tardé 6:23:16 sin las paradas y 7:37 contando todas las paradas (6:41:15 y 7:44 hace dos años). El ritmo medio de este año ha sido de 6:43 min/km, mientras que en 2018 me salió un ritmo medio de 7:03 min/km. Hasta Zugaztieta he ido casi al mismo ritmo que en 2018, pero en la subida a Urrutxua y desde Munitibar a Lekeitio este año he ido mucho mejor y más rápido.
En resumen, muy satisfecho con esta tirada de ultrarunner y una buena forma de celebrar mis 57 años, que ya empiezan a ser unos cuantos.


2020
2018

Kms
Tiempo
Kms
Tiempo
Bilbao (Ayto.) – Amorebieta
19,6
2:01
19,6
2:02
Amorebieta – Autzagane
3,2
27
3,2
25
Autzagane – Zugaztieta
3,2
19
3,2
19
Zugaztieta – Urrutxua
5,2
44
5,2
47
Urrutxua – Balcón
3,2
25
3,2
25
Balcón – Munitibar
4,4
27
4,4
28
Munitibar – Aulestia
5,5
35
5,5
40
Aulestia – Gizaburuaga
5,2
35
5,2
40
Gizaburuaga – Lekeitio (Ayto.)
7,1
48
6,8
52
Total
56,6
6:23
56,3
6:41
 Nota: Entre Gizaburuaga y Lekeitio este año he tomado un pequeño desvío por un camino alargando en 300 metros la ruta para evitar una subida.

Perfil de la ruta.







martes, 28 de julio de 2020

Cuanto más lento vayas, más error acumulas en la distancia del GPS

Hace ya un tiempo traté de explicar en este blog por qué nuestro reloj con GPS nos marca siempre más distancia que la que tiene la carrera en la que hemos tomado parte (y cuanto más larga más diferencia).
Como resumen os recuerdo que principalmente es porque los puntos que va uniendo nuestro reloj para completar el track que hemos corrido no son puntos que coinciden siempre con la situacion de nuestro reloj, o sea, de nuestra muñeca, sino que cada vez que el reloj suma un punto más al recorrido que vamos haciendo, ese punto está dentro de una esfera de varios metros de radio (con centro en el reloj), por lo que aunque corramos perfectamente en línea recta, el rastro de puntos que va dejando nuestro reloj es una línea quebrada, por lo que siempre será más larga que la línea recta. Y cuanto más lento vayamos, más líneas quebradas tendrá ese trazado que dibuja nuestro reloj. En las curvas, dependiendo del trazado, esta línea puede en ocasiones ser más corta que nuestra trazada real (como os comento al final del artículo).
Lo explico mejor con este dibujo:

En el trazado A, aparece el recorrido real que haremos si corremos de un punto rojo al otro, en este caso suponemos una recta de 500 metros.
En el trazado B, corremos despacio entre los dos puntos rojos siguiendo la línea recta negra, pero el reloj, cada x tiempo (un segundo normalmente) guarda un punto del trazado (en verde). Como ese punto está dentro de una esfera que puede tener un radio grande dependiendo de las características del entorno (edificios que hacen que la señal rebote, por ejemplo) o de la calidad de la visibilidad de los satélites, el track que guarda el reloj no coincide exactamente con el trazado por el que corremos. Por lo tanto, el trazado se rellena con los puntos verdes que no están alineados, por lo que la recta de 500 metros se transforma en un track de 508 metros (por ejemplo) sobre una línea quebrada.
En el trazado C, hacemos el mismo recorrido pero a una mayor velocidad, así que los puntos se estiran porque cada x tiempo completamos una mayor distancia. Por eso en este caso una recta de 500 metros se transforma en un track de 502 metros (por ejemplo) sobre otra línea quebrada que se parece más a la línea recta que en el caso B.
Todo esto hace que cuando vamos muy despacio el recorrido final que nos marca el reloj es bastante mayor que el recorrido real que hemos hecho. Esto pasa mucho cuando caminamos por el monte, donde la velocidad es muy baja en bastantes tramos debido a la pendiente o a la dificultad técnica del terreno. Corriendo rápido en asfalto llano el error será menor, pero apreciable si la distancia es grande, cosa que comprobamos casi siempre al correr un maratón con la distancia homologada (por lo tanto bien medida), ya que nuestro reloj nos dirá que hemos corrido más que 42,2 km (bastante más en muchos casos).

Si vamos en bicicleta, como la velocidad es mucho más alta que corriendo, el reloj suele ser más preciso, salvo cuando subimos un puerto duro y nuestra velocidad es baja. En este caso si hacemos un recorrido de subida y bajada en un puerto duro, notaremos que la distancia que marca el reloj subiendo es algo mayor que la que marca en la bajada, pese a ir por la misma carretera.

En esta imagen vemos un tramo de la subida del Tourmalet, con los tracks de subida y bajada. El trazado que señalo con la flecha negra es el de subida, y se aprecia que no sigue tan bien la línea de la carretera como lo hace el de la bajada (flecha verde) y por lo tanto se alarga un poco más la distancia de la subida que la de la bajada. Eso es porque por ahí subí mucho más lento que cuando bajé, obviamente, por lo que el track de la bajada es más fiel a la realidad que el de la subida, que, como digo, alarga el recorrido.
Sin embargo, en las dos curvas de herradura de la derecha, vemos cómo al bajar rápido el track se "come" un trocito del trazado real, por lo que en esa curva hemos "acortado" la ruta. Esto hay que tenerlo también en cuenta en cualquier recorrido muy revirado, ya sea en bici, corriendo o caminando.
También se aprecia bien este tipo de error del GPS (o de cualquier otro sistema satelitario) cuando nos detenemos, ya que si no pulsamos el botón de pausa en el reloj, este sigue grabando y aunque estemos parados va sumando distancia ya que cada segundo el punto del track se va moviendo un poco a nuestro alrededor. Si estando en un sitio quietos empezáis a grabar con el reloj, al de unos minutos os dirá que habéis hecho unos cuantos metros.

En esta imagen de mi Maratón del Stelvio se ve un curioso bucle en forma de ocho que grabó el reloj, cuando en realidad yo estaba quieto al terminar una bajada para hacer un pis y comer algo antes de empezar a subir. No son muchos metros pero todo suma.


domingo, 19 de julio de 2020

Un Gorbea nocturno en grupo

En la última entrada que hice al blog, hace unas semanas, os narraba mi gran experiencia subiendo al Gorbea yo solo en una noche de Luna llena. Pues bien, como quería repetir la aventura, pero con un grupo de amigos de los Beer Runners Bilbao que me mostraron su interés en vivirla, volví a planear otra ruta por la noche al Gorbea, pero esta vez desde Murgia, siguiendo la primera parte del recorrido de la ultra "Hiru Haundiak" (marcha-carrera de 101 km en 24 horas con las cimas de Gorbea, Anboto y Aitzkorri, que me gustaría hacer el año que viene).
De camino a la Cruz.

Esta era mi idea original en junio. Pero como en la fecha que la hice con Luna llena, y por mor del confinamiento y la "desescalada", no podía pasar a Álava, cambié el inicio a Zeanuri, mucho más duro que por Murgia.
Esta vez, por suerte, ya tenemos más libertad para movernos y no había inconveniente en salir desde Murgia. Como éramos nueve los que al final nos animamos, con los coches ya no dependíamos de los autobuses, lo que nos daba más autonomía. El único "pero" era que el día de la Luna llena de julio yo no podía ir, y al siguiente viernes el mal tiempo nos obligó a aplazar una semana más el proyecto.  Por eso, al final lo hemos hecho en una noche sin Luna, lo que al ir en completa oscuridad nos ha impedido disfrutar de la espectacularidad del paisaje nocturno iluminado por la Luna tal y como sí lo pude hacer en junio. Por otra parte, la negrura de una noche en el monte nos aporta esa sensación de temor a la grandeza de la naturaleza y la insignificancia que el ser humano es ante ella. Eso sí, al ir nueve personas, el miedo desaparece pues el grupo nos protege y nos cuida y nos da seguridad. No en vano somos animales sociales y necesitamos del grupo para sentirnos bien, y eso lo dice alguien que disfruta mucho, pero mucho, de la soledad.
Bueno, al grano, que me enrrollo.
Tras los aplazamientos, intercambio de mensajes, altas y bajas, finalmente la expedición quedó fijada para la noche del viernes al sábado, con Luna casi nueva (o sea, una noche negra) y con el cometa Neowise sobre el horizonte tras el anochecer. Me acompañaban Vero y Sandra, que se apuntan a todo; Inma, que ya está recuperada de una larga lesión; Rober, que es un valiente y se apuntó casi sin saber ni a qué; Mario, que venía de entrenar unos días por los Pirineos; Itzi, que está viendo que es capaz de mucho más de lo que cree; y Marcos y Momo, que se sumaron a última hora para alegría de todos.
Después de un traslado en coche, con la logística preparada, y ya cenados, empezamos a andar sobre las 10:30 saliendo de Murgia por la ruta más sencilla para subir al Gorbea, una subida tendida de unos 13 km que evita las rampas fuertes características de cualquier ascensión al Gorbea desde Bizkaia o desde otros lugares.
La noche prometía ser agradable, pero hacía algo de viento ya ahí abajo, lo que presagiaba un vendabal en la expuesta Cruz a casi 1500 metros, como así fue.
Fuimos siguiendo el track de la Hiru Haundiak sin problemas, ganando altura poco a poco. Al de una hora más o menos de la salida, algo llamó mi atención en el cielo. Y allí, tras unos árboles y no muy alto en el horizonte, mirando al NNW, apenas visible, estaba el cometa Neowise, descubierto este año y que ya se está alejando del Sol en una órbita de casi 7.000 años. Su cola no es muy larga, y como está algo difusa bajo la bóveda celeste, el ojo lo captaba mejor no mirándolo directamente, ya que la retina de nuestros ojos es más sensible en los costados que en el centro y los objetos poco brillantes se ven mejor desviando un poco la vista (lo que aprendí leyendo Cosmos, el famoso libro de Carl Sagan). Fue un momento de subidón, porque aunque sabía de la posibilidad de ver el cometa, luego podía pasar que las nubes, la vegetación o la orografía del terreno, nos lo impidieran. Fuimos muy afortunados.
El cometa Neowise. No se veía así de bien a simple vista, pero fue muy bonito.

Tras unos minutos disfrutando de esa experiencia cósmica, seguimos subiendo tranquilos. No teníamos prisa.
Ya a unos 1.100 metros de altitud, la niebla empezó a rodearnos y el viento arreciaba. Tenía mala pinta la cosa de cara a disfrutar un rato en la cima. Los últimos metros los hicimos envueltos en la oscuridad de la noche y de la niebla. Ya teníamos que estar en la Cruz cuando apareció algo blanco frente a nosotros. Como no se veía ni rastro de la Cruz, pensé que sería la mesa de orientación que hay en la cima, aunque antes de llegar a ella teníamos que haber visto la Cruz, y entonces me di cuenta de que era la figura de la Virgen de Begoña a la que protege la alta Cruz del Gorbea, y vi las negras patas de la misma que hasta entonces se habían camuflado bajo el manto oscuro de la noche. Eran las dos y dos minutos de la madrugada. Más o menos la misma hora a la que llegué allí en junio.
Estando bajo la misma Cruz no se veía ni una tercera parte de ella. La niebla era espesa y el viento desagradable, un viento que hacía caer gotas de agua de la Cruz y parecía que empezaba a llover. Así que tan solo pudimos estar un instante arriba. Lo justo para abrigarnos lo que podíamos, y sacar algunas fotos en las que casi no se ve nada.
Pero eso sí, como en la meta de los maratones, estábamos contentos y felices de estar allí. Para Vero era su primera vez en la cima. Ya tiene como recuerdo una primera ascensión épica a la cumbre más alta de Bizkaia y Álava, de noche y bajo la niebla. No creo que mucha gente pueda decir lo mismo. ¡Enhorabuena, neska!
Iniciamos en seguida el descenso hacia un invisible collado de Aldamin, caminando con cuidado sobre la hierba mojada por la niebla en esa zona tan empinada y que tanto cuesta subir y después seguimos el descenso por el barranco de Dulau, ya más resguardados del viento. Al final de la bajada más dura nos detuvimos en Arimekorta para comer algo junto a un refugio.
Tras el descanso ya tomamos la pista que por un camino cómodo nos llevó hasta Ubide para desde allí tomar un sendero que nos condujo por una subida y un paseo muy bonito hasta nuestra meta en Otxandio, a donde llegamos poco después de las 7 de la mañana. En total empleamos 8:45 horas en hacer el recorrido, de las que en movimiento fueron 6:50 horas. En la Hiru Haudiak te dan 6 horas para pasar el control de Otxandio, pero allí vas caminando rápido o trotando, con el camino bien señalizado, con gente y con apenas paradas. No era esa nuestra idea para esta noche.
Según mi Garmin anduvimos unos 30 km, y en el track oficial de la prueba hasta Otxandio son 28,5 km. Seguramente mi Garmin midió de más porque el GPS siempre mide más, sobre todo cuando vas muy lento, como en este caso. Así que seguramente los 28,5 km oficiales son más fiables.

Diferencia entre ir de noche solo o en grupo
Tras estas dos últimas subidas al Gorbea por la noche, puedo decir que la principal diferencia ha estado en la fase de la Luna. Caminar por el monte de noche con Luna llena es bastante fácil, pues la visibilidad es bastante buena y en caminos fáciles puedes apagar la luz de la linterna tranquilamente. Respecto a ir solo, si bien es cierto que en caso de una emergencia es más arriesgado, la verdad es que el Gorbea no es un monte peligroso y si vas de noche con buen tiempo, ropa adecuada a la temperatura, una buena luz y por una ruta que ya conozcas, no deberías tener ningún problema. Luego, por supuesto, depende de cada uno, de su personalidad y de la confianza que tenga en sus posibilidades. Cada persona sabrá si se ve capaz de pasar la noche sola en el monte o no.
Yo, como queda claro en la crónica de mi subida en solitario y en esta en grupo, he disfrutado mucho en ambas experiencias. Quería hacer una noche solo por el monte, porque me apetecía y también como un test para cuando participe en la Hiru Haundiak o en otro ultra donde quepa la posibilidad de tener que caminar varias horas sin compañía por el monte. Creo que fue un buen test y lo pasé con sobresaliente el mes pasado. Y también me apetecía ir con un grupo para dar la oportunidad a quienes no se atreven a hacerlo en solitario de vivir esta agradable y diferente sensación de estar por la noche en medio de la naturaleza. Me gusta hacer de guía y mostrar a los demás lo que a mí me apasiona para que lo difruten tanto como lo hago yo. Espero haberlo logrado. Muchas gracias a todos por dejarme acompañaros.

La ruta



Una parada. Al fondo las luces de Vitoria-Gasteiz.


Esto es todo lo que se veía en la Cruz.

La Virgen de Begoña.


Una amiga en el camino. Vimos muy pocos animales.




Ya llegando a Otxandio con las primeras luces del alba.


Reto conseguido.

lunes, 8 de junio de 2020

Un Gorbea nocturno y solitario

La noche del viernes al sábado pasado hice una de esas actividades que se salen un poco de la norma y que tanto me gustan. Son este tipo de cosas que, según algunos de mis amigos, solo se me ocurren a mí, pero no es cierto, hay mucho pirado suelto por ahí, no soy el único.

Ya desde las semanas más duras del confinamineto, en marzo y abril, empecé a pensar en qué haría cuando se pudiera salir con cierta libertad, y una de las actividades que empecé a planificar fue la de hacer una ruta montañera nocturna entre Zeanuri y Vitoria pasando por la Cruz del Gorbea. Para ello pensé en una noche de luna llena y la primera que ha llegado tras retomar los entrenamientos y coger un poco de forma ha sido la del pasado viernes 5 de junio. Como aún no podemos pasar a Álava desde Bizkaia, cambié un poco la ruta y la dejé entre Zeanuri y Ubidea.
La semana anterior fui al Gorbea con unos amigos y yo subí por San Justo (ello lo hicieron desde Pagomakurre, más suave) para refrescar la ruta que quería seguir, ya que hacía muchos años que no subía por ahí.
En un principio había pensado en hacer la ruta en solitario, como un entrenamiento mental de pasar la noche yo solo pensando en una futura participación en la prueba Hiru Haundiak, que son 100 km en 24 horas pasando por Gorbea, Anboto y Aitzkorri. Pero luego lo comenté con algunos amigos que se animaron a acompañarme. Finalmente algunos de ellos no podían venir este viernes así que retomé la idea original y fui yo solo (aunque no del todo, porque vi un corzo durmiendo, un jabalí corriendo, varios sapos y escuché a algunas aves nocurnas ululando).
Así que, a pesar de que el tiempo no era el mejor, a las 21:00 cogí el autobús a Zeanuri y me planté allí. Cené uno de los bocadillos que llevaba, tomé un ColaCao y empecé a caminar a las 22:04. Ya había anochecido pero no tuve problema en seguir la carretera hasta San Justo sin tener que encender la frontal. Cerca de las 11 de la noche llegué a la ermita de San Justo y a partir de ahí ya sí que tuve que usar la luz porque ahora ya caminaba por pista y luego por un sendero estrecho y empinado. Aunque había subido por ahí unos días antes, a veces tuve que mirar el track que llevaba en el reloj, pues de noche en algunos lugares era difícil distinguir el sendero con claridad y me salía de la ruta sin darme cuenta. También tuve algún problema al tomar una pequeña variante que había visto en la foto satelital del Gorbea y que pensaba que me iba a evitar un tramo malo de barro y fue justo lo contrario. Menos mal que era un tramo corto.
Por fin ya alcancé la pista que sube desde Pagomakurre y desde allí ya el camino es muy sencillo de seguir, y menos mal, porque ya me metí en una espesa niebla que no me iba a abandonar casi hasta la Cruz, y si no lo habéis hecho nunca ya os digo yo que andar de noche en medio de la niebla con una frontal hace que solo veas justo lo que tienes pocos metros por delante, y más de una vez me di cuenta que me estaba saliendo de la pista al dejar de pisar las piedras.
Sin más contratiempos llegué a Arraba y paré un poco para beber y para ponerme una chaqueta, pues empezaba a soplar un poco de viento. No es que hiciera frío, pero de noche y con la humedad de la niebla ya no tenía calor.
Atravesé Arraba y pasé el paso de Aldape sin novedad. Luego atravesé Egiriñao y me paré un poco en la fuente antes de comenzar la dura subida a la Cruz.
Un trago de agua y seguí para arriba. Seguía haciendo un poco de viento y tenía la esperanza, como así fue, de que la niebla levantara según ganaba altitud.
Ya casi en el collado vi la Luna llena por primera vez en la noche, y eso que había salido más o menos cuando estaba en Zeanuri, pero por las nubes había permanecido invisible hasta entonces.
Sin prisa (no quería llegar demasiado pronto a Ubidea porque el primer autobús de regreso a Bilbao no salía hasta las 6:45), fui subiendo la dura pendiente final mientras la Luna aparecía y desaparecía jugando con las nubes y con la niebla que ya iba disipándose. Estaba todo muy bonito. Apagué la luz y con la luz de la Luna fui disfrutando del paisaje nocturno. Espectacular. Mereció la pena llegar allí yo solo esa noche.
Casi en la Cruz, vi un bulto extraño. Pensé que era una vaca muy grande tumbada, pero enseguida me di cuenta de que era una tienda de campaña. Alguien dormía. No les molesté.
Por fin, a las 2 y cinco minutos de la madrugada, llegué a la Cruz. Un rebaño de vacas descansaba y la Luna iluminaba perfectamente el mágico entorno. Antes de quedarme frío, me cambié de camiseta y me abrigué bien. La temperatura era buena, pero el viento en la Cruz siempre te roba enseguida el calor.
Después, estuve un buen rato disfrutando del momento y sacando unas fotos. No llevaba el equipo fotográfico bueno porque no quise ir muy cargado, por lo que las fotos del móvil dan lo que dan.
Hacia las dos y media empecé a bajar. Sin la luz podía seguir perfectamente la ruta, aunque como por la niebla no veía bien el Aldamin, en algún momento perdí las referencias y fui más o menos adivinando la dirección correcta para coger en el collado el camino que baja por Dulau.
Cuando ya estaba al resguardo del viento, me paré y comí otro bocadillo mientras sentía, más que veía, ante mí la mole curva del Gorbea.
Poco después, retomé el descenso y tras alguna pequeña duda sobre la dirección a seguir, solucionada gracias al track, me detuve a quitarme la ropa de abrigo y ya tomé el camino a Ubidea, sin prisa, ya que me sobraba tiempo.
Para las 6 ya estaba en el pueblo. Desayuné el bocata que me quedaba y esperé al autobús de regreso a Bilbao.
Una gran noche para el recuerdo y un buen entrenamiento mental para el futuro. En total me salieron unos 25 km en seis horas caminando despacio, y ocho horas contando las paradas.

Ermita de San Justo.

El sendero está bastante bien señalizado, pero de noche la cosa cambia.


Arraba.

La Luna empieza a aparecer llegando al collado.



Una noche mágica en la Cruz. El punto que se ve junto a la Cruz es Júpiter.


La Virgen de Begoña.

Con la Cruz y Júpiter al fondo.



El Aldamin semioculto.





Llegando a Ubidea.

Ubidea.

El track: