martes, 17 de marzo de 2015

Maratón de Barcelona: del (casi) cielo al (casi) infierno en tres semanas

Bueno, pues ya está completada la segunda etapa de mi Tour de Maratones de este año. Finisher por segunda vez en el Maratón de Barcelona.
En noviembre de 2013 también enlacé dos maratones en tres semanas, New York y San Sebastián, y en aquella ocasión el segundo maratón lo corrí con buenas sensaciones, mientras que esta vez, en Barcelona, he corrido mal casi desde antes del km 20.
La diferencia principal es que entonces el primer maratón lo corrí despacio, sacando vídeos y sin castigar el cuerpo en exceso, y esta vez vengo de correr en Sevilla casi a ritmo de mi MMP. Así que era de esperar que en Barcelona corriese con cierta fatiga.
El problema es que esa fatiga esperada se ha visto agravada por un brote de la espondilitis que tengo y que me ha hecho tener días antes de Barcelona una fatiga superior a la normal. Bueno, por lo menos parece que voy mejorando.
Así que tras Sevilla descansé todo lo que pude para llegar a Barcelona con ganas de correr.
Llegué el sábado por la tarde, recogí el dorsal, paseé un rato por la Feria del Corredor (muy completa, me recordó a la de New York), y tras aguantar una fuerte tormenta me acerqué al Estadi Olimpic de Montjuïc (ahora Lluís Companys) a recordar aquel día de marzo de 1996 en el que corrí un maratón por primera vez y me enganché a esta distancia.
El domingo, con un bonito día, aunque algo frío para mi gusto, desayuné bien y me acerqué andando tranquilamente a la salida. Mi salida era en la cuarta oleada con un ambiente muy bonito, muy internacional, con mucho público que presagiaba el gran día del maratón que vivimos en la capital catalana.
Mi estrategia estaba clara. Correr lo más tranquilo posible la mayor parte de la carrera. Iba mirando el pulso, pero no como en Sevilla para ir lo más cerca posible del límite que me había marcado, sino para intentar llevarlo todo el rato por debajo del umbral, 136 ppm.
Así que fui pasando los kilómetros preocupado solamente en que fuera pasando el tiempo y en disfrutar del recorrido urbano y de las miles de personas que nos animaban todo el rato.
 
Llegada a la meta. Un momento siempre de felicidad.

Hay que decir que este maratón es bastante más duro que el de Sevilla, ya que hasta el km 20 hay bastantes tramos que son cuesta arriba, así que es importante no apretar demasiado en esta primera mitad.
A partir del km 10 empecé a tomar geles y glucosa, como hago siempre. Pero mi sorpresa fue que ya en el km 20 empecé a sentir hambre, lo que puede ser el primer aviso de un pajarón, sensación que me es muy familiar de mis años de ciloturista. Así que procuré tomar más geles y más glucosa y además comí algunos trozos de fruta en los avituallamientos (que por cierto eran muy completos y muy bien repartidos por todo el recorrido).
Pasé el medio maratón en 2:02, bastante más lento que en Sevilla, y eso que allí no corrí esa parte a muchas más pulsaciones que aquí, pero la fatiga se dejaba ya notar. Pensé que podría mantener ese ritmo hasta la meta, pero no fue así, y la segunda media maratón la hice en 2:12, y eso sin subir las pulsaciones hasta el último km y medio.
Y así fui dejando pasar los kilómetros, con una sensación de vacío incómoda y además, desde el km 31 con molestias en la parte alta de los cuádriceps, que no me impedían correr pero que no eran agradables. Incluso en los últimos km me paré más de una vez a caminar aprovechando los avituallamientos.
En Sevilla los últimos 10 km los hice de menos a más, pasando a mucha gente y con la agradable sensación de dominar mi ritmo. En Barcelona, en cambio, estos km fueron duros, cada vez más cansado y descontando casi cada metro que me separaba del final.
Solo los dos últimos km, y al ver que bajaba de 4:15, apreté a tope y llegué a la meta esprintando haciendo al final 4:14:14, una marca muy discreta.
Lo bueno de haber corrido con este cansancio es que castigué muy poco al cuerpo, corriendo toda la carrera a unas pulsaciones medias de 137 ppm, y además, salvo esas molestias en los cuádriceps, al terminar apenas sentía las piernas cansadas. De hecho ayer lunes podía bajar escaleras corriendo sin ningún problema y por la mañana el pulso en reposo era de 48 ppm.
Conclusión: Puedo correr sin problemas dos maratones en tres semanas si los dos los corro tranquilo, pero si he corrido el primero a tope ya sé que el siguiente será duro.
Ahora me quedan cinco semanas hasta la tercera etapa de este Tour que me he marcado. Será el 18 de abril en Burdeos y el objetivo será terminarlo y correrlo con mejores sensaciones que en Barcelona.
Sobre la organización de Barcelona he de decir que me ha sorprendido gratamente. El ambiente era fenomenal, olía a un gran maratón internacional, con mucha gente del extranjero, mucho público, muy buenos avituallamientos, una Feria muy completa y en general una organización de sobresaliente. Tal vez la camiseta que nos regalaron podía ser un poco más bonita (aunque eso es según los gustos), pero es que es de Asics y en el stand de Asics había varios modelos de camisetas personalizadas para este maratón que eran muchísimo más bonitas. La que nos han regalado la usaré, seguro, pero si llega a ser una de las del stand la usaría mucho más, también seguro.
Lo único que le pediría a la organización es que pongan más WCs portátiles por el recorrido, ya que al ser todo urbano no quedaba muy bien ver a tantos corredores desbebiendo entre contenedores de basura y en las paredes de los parques.


Con la camiseta de regalo y el dorsal.
Bonita Barcelona.
Después de la tormenta.
Como iba a necesitar toda la motivación, llevé esta pulsera que nos regalaron a los que fuimos al Maratón de New York en 2012 y regresamos en 2013 tras la anulación como premio a la perseverancia.
Con la medalla tras la carrera.
Mis tiempos de paso.
Pulso en Barcelona.
Pulso en Sevilla.

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