El Maratón del Jungfrau, que este año celebraba su 28ª edición, es “el más bello maratón del mundo”, según se presenta en su página web. No sé si es una exageración, seguramente sí, pero desde luego que está entre los más bonitos. De los que he corrido yo, quizás el Maratón del Stelvio le supera en belleza, pero no por mucho. Correr rodeado de altas montañas es siempre una garantía de paisajes espectaculares, y aquí corremos a los pies del Eiger (3.970 m), del Monch (4.099 m) y del Jungfrau (4.158 m), así que belleza y altitud tenemos de sobra.
El macizo lleva el nombre del Jungfrau (que significa “doncella”) por ser la cima más alta, aunque la mayor fama la tiene el Eiger debido a su famosa cara norte, un mito de la escalada que se ascendió por primera vez en 1938 por una cordada austriaca-alemana. En 2015, el alpinista, tristemente fallecido en el Nuptse (Nepal), Ueli Steck, batió un récord al subir la cara norte en 2 horas, 22 minutos y 50 segundos.
Como curiosidad, el mayor glaciar de Europa, el Aletsch, está en la parte sur del macizo, por lo que no se ve en esta carrera. Sí que vemos (si las nubes no lo impiden) el glaciar, mucho más pequeño, que cuelga de la cara norte del Jungfrau.
La cima del Jungfrau se ascendió por primera vez en 1811. Las dificultades para llegar allí fueron inmensas y no tenían el acceso en tren que hay ahora hasta el collado del Jungfraujoch, a 3.454 m, donde hay tiendas caras y restaurante panorámico. Eso sí, para llegar allí la dificultad es la del bolsillo, ya que el billete ida y vuelta cuesta unos 200 euros, y eso sin gastar nada arriba.
La salida del maratón se da en Interlaken que, como su nombre indica, es una localidad muy bonita con casas antiguas de madera situada entre dos lagos, el lago Thun y el lago Brienz, que están unidos por el río Aar, el que sale en muchos crucigramas.
El jueves llegamos allí por la tarde. El viernes hicimos un poco de turismo por Lauterbrunnen y Grindelwald, subimos a la meta por el nuevo teleférico del Eiger Express, y el sábado corrí la carrera.
Todos los pueblitos de la zona son preciosos. En Lauterbrunnen (que significa “aguas ruidosas”) tienes la espectacular cascada de Staubbach, que cae majestuosa junto al pueblo y a la que te puedes acercar por unas escaleras en la pared. Un poco más adelante en el valle, está la impresionante y ruidosa caída de agua de Trümmelbach, la única cascada de origen glacial con acceso subterráneo. Subes en un pequeño ascensor y luego bajas por túneles y pasarelas junto a la cascada atronadora. Estas dos cascadas son las más espectaculares de las 72 que hay en el valle.
Toda Suiza es preciosa, aunque todo es muy caro.
El maratón
Como maratón veterano (casi 30 ediciones) y en un país como Suiza, no es de extrañar que la organización me pareciera excelente. En un año pandémico, no fue nada complicado el proceso de retirar dorsal, dejar la bolsa, recogerla tras la meta, avituallamientos, etc. Sentido común y hacer caso a los criterios científicos y listo, sin complicaciones.
Lo primero es que, para poder correrlo tenías que estar vacunado. Partiendo de esto, tan solo habían tomado unas medidas de sentido común. Sin Expo el día previo, la recogida de dorsales se hacía el mismo día de la carrera. Como nos habían dividido a los más de 4.000 inscritos en 7 grupos diferentes, cada uno con su horario de recogida de dorsales y salida de la carrera (de más rápidos a más lentos, cada media hora), en ningún momento hubo ninguna aglomeración. Para entrar a la zona de salida, en un aeródromo, tenías que presentar el certificado de vacunación y listo. A partir de ahí, ni siquiera era obligatorio llevar mascarilla, ni siquiera en el recinto cerrado donde cogías el dorsal y dejabas la bolsa para la meta. En Suiza nunca ha sido obligatoria la mascarilla en exterior y de hecho muy poca gente la llevaba. En bares y restaurantes, una vez que te sientas, tampoco es obligatoria.
Luego, en la carrera los avituallamientos eran abundantes. Había agua, coca-cola, bebida isotónica, plátanos, geles y barritas. Yo, por si acaso, llevé mis geles y mis barritas.
Tras pasar la meta, te ponían la medalla, te daban un bidón, la camiseta de finisher, agua, cerveza y avituallamiento, una manta térmica y una mascarilla porque seguido accedías al teleférico Eiger Express que te bajaba en 15 minutos a Grindelwald, donde recogías tu bolsa y había una pasta party con macarrones. Luego, allí mismo podías bajar en tren (gratis con el dorsal) hasta Interlaken. Todo perfecto. Mascarilla obligatoria solo en el transporte público.
Ya podían tomar nota otras organizaciones, que se complican la vida con geles de limpieza de manos que no sirven para nada, toma de temperatura, salidas complicadas separando a la gente con marcas en el suelo cuando se van a juntar nada más salir, palillos para coger la fruta del avituallamiento, obligar a entrar en el avituallamiento con la mascarilla puesta para seguido bajártela porque has entrado allí a comer y a beber,… En fin, un montón de medidas de eficacia muy dudosa que se hacen más de cara a la imagen o para tener el permiso que buscando una utilidad.
Bueno, voy con mi carrera.
Como tampoco había llegado a esta carrera demasiado preparado (no era mi objetivo principal, ese es la carrera de 50k de Washington, si puedo viajar a EE.UU.), mi plan era correr lo más despacio posible hasta el km 25, la parte llana, para luego caminar rápido en la segunda parte de dura subida. Aunque visto el perfil de este tipo de carreras parezcan mucho más difíciles que un maratón llano, la verdad es que como las cuestas las haces caminando rápido, resulta menos cansado que correr, aunque sea despacio. Los vatios subiendo andando fuerte son menos que corriendo en llano suave, y el pulso sube menos que si corres. En este maratón mis pulsaciones medias han sido de 129 ppm y el máximo de 145 ppm.
Salí bien, con una buena temperatura y un tiempo estable. A esas horas había unos 18ºC, pero en la meta se esperaban solo unos 8ºC. Por suerte no hacía viento y solo estaba anunciado que se iría cubriendo el cielo a partir del mediodía, como así fue, ya que incluso cayó alguna gota en mi parte final.
Empecé a correr despacio y desde la primera cuesta (que las había) decidí caminar en las subidas para ahorrar el máximo. Primero teníamos una vuelta de unos 5 km junto al lago Brienz, para volver a pasar cerca de la salida y ya ir remontando suave el valle hasta Lauterbrunnen y Trümmelbach, desde donde se regresaba a Lauterbrunnen para iniciar la dura subida hacia Wengen y la meta, que está a 2.320 m. El recorrido de esta parte baja es bonito, pero la grandiosidad del maratón viene después, a medida que ganas altitud.
Al paso por Lauterbrunnen había bastante público porque hasta allí se va en un tren para luego coger otro que sube hasta casi la meta, por lo que es un sitio ideal para que los acompañantes te vean pasar por primera vez. Allí saludé a mi mujer y mi hijo por primera vez, ya que estaban viendo la carrera con paciencia.
Ya llegando a Lauterbrunnen tuve que empezar a alternar el caminar con el correr, ya que me encontraba algo cansado y quería llegar entero a la subida. En ese tramo procuré comer bastante por si acaso. El terreno no era duro, pero tampoco era muy llano, y se notaba.
Por fin, llegué al km 26,6 tras poco más de 3 horas de carrera y empecé la primera parte de la subida. Hasta ahí, en la parte llana de la carrera, hice el puesto 2.269 de 2420 hombres. Me lo tomé con calma, como veis.
La cuesta empezaba en asfalto con mucha pendiente, para luego seguir por una pista que subía en zigzag ganando altura muy rápido. Aparte de la cuesta, el terreno de casi todo el maratón era fácil. Solo en los dos últimos kilómetros teníamos verdadero sendero de monte, pero nada técnico.
Esta primera rampa dura consistía en dos kilómetros a una media de casi el 26%. Una pared. Luego ya suavizaba bastante y al paso de Wengen incluso había varias bajadas.
Al de poco de empezar ese muro, en el km 26,5, habían puesto un arco en forma de muro. En otros maratones el “muro” lo encuentras hacia el km 35, pero aquí, por el perfil, se ve que lo habían adelantado, je, je. Por cierto, las vistas desde ahí hacia el valle eran una pasada.
Tras dejar atrás Wengen, venían unos 11 km en los que no había desniveles tan fuertes. Casi todo eran por pista fácil, y ya se veían las montañas imponentes. Allí me encontré bastante bien. Se nota que este año he subido más al monte que otros años y no me estaba costando mantener un ritmo de caminar rápido cuesta arriba. De hecho, en la parte de subida de toda la carrera, desde el km 26 a meta, hice el puesto 1.525, así que pasé a mucha gente subiendo.
En el km 39 la pendiente volvía a ser muy fuerte. Del 39,5 al 41,2 se subían 333 m en 1,7 km al 26,2% por sendero de montaña, luego había una pequeña bajada y del 41,8 a meta se subían 120 m en 0,6 km al 20% por pista. Así que, como veis, el final era muy duro.
Por suerte, para darme ánimos, poco antes de la meta estaban otra vez mi mujer y mi hijo, esperando casi dos horas a mi paso por allí.
Mi intención era haber hecho la carrera en menos de 6 horas, pero al final me fui a las 6:24. Bueno, muy satisfecho.
Arriba paré el reloj, recuperé el aliento, me saqué unas fotos, bebí una cerveza, me cambié de camiseta y me puse el chubasquero. Por si acaso, había llevado en la cintura el chubasquero y una camiseta térmica en el bolsillo, que me vinieron de perlas allí arriba, a 8ºC y con una buena sudada encima.
Por cierto, para la carrera llevé un maillot de ciclismo de lana merino (de la marca La Passione) que he comprado este mes y que resultó ser un acierto. Tiene cremallera entera, para poder regular la temperatura, y aunque llegué arriba empapado de sudor, todo el rato tuve una sensación muy agradable en el cuerpo.
Luego, como he dicho antes, bajé en el Eiger Express hasta Grindelwald, donde cogí la mochila y me cambié de ropa, comí unos macarrones con otra cerveza y bajé en tren a Interlaken.
Un día perfecto para un maratón precioso.
- Tiempo: 6:23:47
- Tiempo en movimiento: 6:08:39
- Media: 9:03 min/km
- Media sin paradas: 8:41 min/km
- Pulso medio de carrera: 129 ppm
- Pulso medio primeros 26 km (parte llana): 128 ppm
- Pulso medio últimos 16 km (parte en subida): 130 ppm
- Potencia media de carrera: 159 w
- Potencia media primeros 26 km (parte llana): 179 w
- Potencia media últimos 16 km (parte en subida): 140 w
- Puesto (Hombres): 1937 de 2.229 finishers (2.420 en la salida)
- Puesto (Hombre 55-60 años): 217 de 281 finishers (323 en la salida)
- Tiempo del ganador: 3:05:02 (José David Cardona, Colombia)
- Tiempo de la ganadora: 3:27:30 (Laura Hottenrott, Alemania)
- Ascenso total: 2.045 m
- Descenso total: 333 m
- Altura mínima (salida): 580 m
- Altura máxima (meta): 2.320 m
- Total de participantes: 3.195, con 2.420 hombres y 680 mujeres (24,2%). Retirados el 9%.
- 11 españoles (entre ellos una mujer)
Tramo |
Desnivel |
Mi tiempo |
Mi ritmo |
Tiempo ganador |
Ritmo ganador |
0 - 10 |
104 |
01:05:15 |
|
00:36:35 |
|
10 - 15 |
107 |
00:31:17 |
|
00:17:01 |
|
15 - 21,1 |
168 |
00:52:05 |
|
00:24:24 |
|
21,1 – 25,6 |
24 |
00:34:27 |
|
00:14:54 |
|
25,6 – 30,2 |
479 |
00:57:36 |
12:30 min/km |
00:24:37 |
5:18 min/km |
30,2 – 37,9 |
518 |
01:26:02 |
11:12 min/km |
00:38:52 |
5:01 min/km |
37,9 - meta |
589 |
00:58:05 |
13:30 min/km |
00:28:40 |
6:36 min/km |