La idea es ir de menos a más y hacer, básicamente, lo mismo que hice a primeros de este año para el Maratón de Rotterdam de abril, en el que acabé muy satisfecho, salvo que esta vez he preparado un plan de 20 semanas en lugar de uno de 15, ya que al de Rotterdam llegué tras un breve descanso después de correr en noviembre de 2013 el Maratón de Nueva York y el de San Sebastián. Esta vez prefiero entrenar más semanas ya que vengo de un descanso largo y de una situación de salud no muy buena, así que necesito más kilómetros de base.
La carrera de hoy ha sido muy bonita. No mucha gente pero con un ambiente muy del barrio de San Francisco y Bilbao La Vieja, una zona de Bilbao con personalidad propia, nada que ver con la zona en la que me muevo yo habitualmente pero una zona interesante y a la que mucha gente le tiene un gran cariño, y muy merecido, por cierto.
He corrido como si fuera un entrenamiento, un poco más rápido, lógicamente, pero siempre intentando mantener el pulso controlado. Y he llegado a la meta muy bien y con buena recuperación. Estoy contento.
Os dejo aquí la continuación de la descripción del Maratón de Nueva York que vive el protagonista de mi novela (aún inédita):
Km 6
En el kilómetro 6 de la carrera ya estamos
plenamente inmersos en una de las primeras largas rectas que tendremos que
atravesar. Hemos entrado hace algo más de un kilómetro en la 4ª Avenida y nos
quedan unos cuantos más hasta salir de esta primera tortura mental que es toda
larga recta en una carrera de fondo. Por suerte, ahora estoy físicamente muy
bien y como hace pocos kilómetros que hemos entrado en Brooklyn, donde el
público nos anima muchísimo, es fácil mantener un buen ritmo y sentirnos
optimistas y llenos de euforia.
Mi único deseo en este instante es que todo
siga así hasta la meta. Mis piernas por ahora van muy bien, los ánimos de la
gente son fabulosos y mis sentimientos y sensaciones no pueden ser más
optimistas. Éste es un tramo para disfrutar del ambiente, y esto es lo que
hago, tan solo disfrutar. Ni siquiera la duda de lo que me espera al cruzar la
meta me impide gozar de estos momentos con la máxima intensidad. Los gritos del
público acallan cualquier otro grito que pueda salir de mi alma atormentada por
los hechos del año anterior.
Ojalá no cesaran nunca estos ánimos. Ojalá
esto fuera así para siempre. Ojalá nunca llegue a la meta. Ojalá mi vida acabara
así.
Km 7
A la altura de la calle 59 sigo corriendo por
esta larga 4ª Avenida. Llevo ya siete kilómetros recorridos. Casi nada en una
carrera tan larga. Se suele decir que más o menos a esta altura de la carrera
es cuando empieza la fase de negación en un maratón, ya que es cuando es fácil
que pensemos en que no vamos al ritmo que nos hemos marcado, o nos acordemos de
que no hemos hecho alguno de los rituales previos a un maratón, como
estirarnos, darnos vaselina en los puntos de fricción o que no hemos traído la
tableta de glucosa que habíamos preparado para los últimos kilómetros.
Pero hoy, por suerte, no tengo ninguno de
estos pensamientos negativos. Voy más lento de lo previsto, sí, pero no me
importa en absoluto y me da igual si no me he preparado bien las horas previas
a la salida. Hoy todo me da igual. Solo deseo disfrutar de todo el recorrido y
llegar a la meta lo mejor posible. Me da lo mismo a la hora que llegue.
Hoy solo es importante vivir con la máxima
intensidad este sueño de correr en Nueva York. Hoy solo importa sentir cada
instante como si fuera mi última carrera, ya que es muy probable que hoy sea de
verdad mi última carrera.
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